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Columnista - 13 junio, 2014

La Obsesión

“¿Quién es el hombre que teme al señor…?” Salmos 25:12 La obsesión es una perturbación anímica producida por una idea fija. Es una idea que con tenaz persistencia asalta nuestra mente. Así la aerofobia es producida por el aire, la agorafobia por los espacios abiertos o la claustrofobia por los lugares cerrados. Si nos preguntáramos: […]

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“¿Quién es el hombre que teme al señor…?” Salmos 25:12

La obsesión es una perturbación anímica producida por una idea fija. Es una idea que con tenaz persistencia asalta nuestra mente. Así la aerofobia es producida por el aire, la agorafobia por los espacios abiertos o la claustrofobia por los lugares cerrados.

Si nos preguntáramos: ¿Qué nos obsesiona? Probablemente contestemos: ¡nada! Pero en honor a la verdad, todos estamos obsesionados por algo, y generalmente es por nosotros mismos, o por nuestra experiencia pasada, o por nuestro desempeño productivo en el presente, o por el normal desarrollo de nuestra vida cristiana.

El salmista dice que debemos estar obsesionados por Dios. Es decir, que nuestra conciencia permanente de la vida debe ser Dios mismo y no nuestros pensamientos o ideas acerca de él.

Toda nuestra vida, tanto interior como exterior debe estar absolutamente obsesionada por su presencia. Como los niños: La conciencia de un niño está tan obsesionado con su madre, que aunque no piense de manera constante en ella, cuando surge un problema o una dificultad que no puede resolver por sí solo, el referente de apoyo y la relación que permanece, es la de ella.
La carta a los Hebreos, dice que “en él vivimos, nos movemos y somos”. Dicho de otro modo, debemos juzgarlo todo en relación con él, permitiendo que nuestra conciencia permanente de Dios siempre se proyecte a un primer plano, todo el tiempo.

Amados amigos lectores, ¡son tantas las causas, cosas y personas que nos producen obsesión! Algunas obsesiones son tan malsanas y traicioneras que nos producen angustia mental trayendo desolación a nuestras vidas y a nuestras relaciones; por lo que hoy me atrevo a invitarte a que te obsesiones por Dios.

Si estamos obsesionados por Dios, no hay lugar para nada más. Ni angustias, ni temores, ni tribulaciones, ni ansiedades. Estar obsesionados por Dios es tener una barrear eficaz contra los ataques del enemigo, quien actúa sobre nuestra mente, teniendo como objetivo de guerra, la destrucción de nuestros pensamientos.

Si Dios nos ha rodeado con su protección, si el trabajo de nuestras manos ha bendecido, y si ha guardado nuestros bienes y nuestra honra, no nos atrevamos a obsesionarnos por algo que no sea su presencia consoladora.

En medio de las tribulaciones, malentendidos y calumnias, si nuestra vida está escondida con Cristo en Dios, él nos mantendrá en bienandanza, porque estamos ocultos en el hueco de su mano. El profeta Isaías, nos anima a confiar en el Señor perpetuamente, porque en él está la fortaleza de los siglos. Y él guardará en completa paz a aquel cuyo pensamiento en él persevera.

¡Dios es nuestro refugio y nada puede entrar en él!

Me despido como un obsesionado por Cristo. Animándote a poner tu confianza en el Dios de la vida. Recuerda: Obsesiónate por Dios. Hay recompensa en esta vida y por la eternidad.

Saludos y bendiciones…

Columnista
13 junio, 2014

La Obsesión

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Valerio Mejía Araújo

“¿Quién es el hombre que teme al señor…?” Salmos 25:12 La obsesión es una perturbación anímica producida por una idea fija. Es una idea que con tenaz persistencia asalta nuestra mente. Así la aerofobia es producida por el aire, la agorafobia por los espacios abiertos o la claustrofobia por los lugares cerrados. Si nos preguntáramos: […]


“¿Quién es el hombre que teme al señor…?” Salmos 25:12

La obsesión es una perturbación anímica producida por una idea fija. Es una idea que con tenaz persistencia asalta nuestra mente. Así la aerofobia es producida por el aire, la agorafobia por los espacios abiertos o la claustrofobia por los lugares cerrados.

Si nos preguntáramos: ¿Qué nos obsesiona? Probablemente contestemos: ¡nada! Pero en honor a la verdad, todos estamos obsesionados por algo, y generalmente es por nosotros mismos, o por nuestra experiencia pasada, o por nuestro desempeño productivo en el presente, o por el normal desarrollo de nuestra vida cristiana.

El salmista dice que debemos estar obsesionados por Dios. Es decir, que nuestra conciencia permanente de la vida debe ser Dios mismo y no nuestros pensamientos o ideas acerca de él.

Toda nuestra vida, tanto interior como exterior debe estar absolutamente obsesionada por su presencia. Como los niños: La conciencia de un niño está tan obsesionado con su madre, que aunque no piense de manera constante en ella, cuando surge un problema o una dificultad que no puede resolver por sí solo, el referente de apoyo y la relación que permanece, es la de ella.
La carta a los Hebreos, dice que “en él vivimos, nos movemos y somos”. Dicho de otro modo, debemos juzgarlo todo en relación con él, permitiendo que nuestra conciencia permanente de Dios siempre se proyecte a un primer plano, todo el tiempo.

Amados amigos lectores, ¡son tantas las causas, cosas y personas que nos producen obsesión! Algunas obsesiones son tan malsanas y traicioneras que nos producen angustia mental trayendo desolación a nuestras vidas y a nuestras relaciones; por lo que hoy me atrevo a invitarte a que te obsesiones por Dios.

Si estamos obsesionados por Dios, no hay lugar para nada más. Ni angustias, ni temores, ni tribulaciones, ni ansiedades. Estar obsesionados por Dios es tener una barrear eficaz contra los ataques del enemigo, quien actúa sobre nuestra mente, teniendo como objetivo de guerra, la destrucción de nuestros pensamientos.

Si Dios nos ha rodeado con su protección, si el trabajo de nuestras manos ha bendecido, y si ha guardado nuestros bienes y nuestra honra, no nos atrevamos a obsesionarnos por algo que no sea su presencia consoladora.

En medio de las tribulaciones, malentendidos y calumnias, si nuestra vida está escondida con Cristo en Dios, él nos mantendrá en bienandanza, porque estamos ocultos en el hueco de su mano. El profeta Isaías, nos anima a confiar en el Señor perpetuamente, porque en él está la fortaleza de los siglos. Y él guardará en completa paz a aquel cuyo pensamiento en él persevera.

¡Dios es nuestro refugio y nada puede entrar en él!

Me despido como un obsesionado por Cristo. Animándote a poner tu confianza en el Dios de la vida. Recuerda: Obsesiónate por Dios. Hay recompensa en esta vida y por la eternidad.

Saludos y bendiciones…