La historia convertida en leyenda es llamativa. Cuando Pepe Castro era alcalde decidió ampliar La Novena, pero la amplitud del nuevo trazado afectaba al cementerio. No su cerramiento sino sus tumbas, las de tradicionales familias vallenatas. Pepe no desistió y dijo la Novena va porque va. ¡El escándalo! La curia intervino. Pero Pepe no se arredró y lanzó un ultimátum: en un plazo de horas las tumbas debían ser desocupadas y la maquinaria las destruiría.
La historia convertida en leyenda es llamativa. Cuando Pepe Castro era alcalde decidió ampliar La Novena, pero la amplitud del nuevo trazado afectaba al cementerio. No su cerramiento sino sus tumbas, las de tradicionales familias vallenatas. Pepe no desistió y dijo la Novena va porque va. ¡El escándalo! La curia intervino. Pero Pepe no se arredró y lanzó un ultimátum: en un plazo de horas las tumbas debían ser desocupadas y la maquinaria las destruiría.
Todos salieron despavoridos y al poco tiempo los cadáveres habían caminado a otra morada y el bulldozer arreció con fuerza sobre el viejo cementerio.
Desde entonces La Novena se volvió amplia y trascendental, para desembotellar, desde la vía al Aeropuerto, la que ya se empezaba a congestionar, la Calle del Cesar, y dirigirse al balneario Hurtado pasando por el Cerro que quedaría impreso como el Cerro de Cicolac.
La determinación del mandatario quedó en la gente como símbolo de que las obras se hacen y que por supuesto el interés general debía primar sobre los particulares. Se decía luego, con cierta razón, que se le iba la mano en el procedimiento legal y no pocas veces se llegó a graficar el dibujo en que el bulldozer iba adelante y los abogados atrás; una crítica que él aceptaba con sonrisa y la picardía graciosa del osado joven. Al final quedaba justificado por que la obra se hacía y funcionaba y quedaba claro que cuando fue necesario colocó su propia máquina para terminar la obra. Aquellos tiempos del “viejo Valledupar si te volviera a ver como tu fuiste ayer” en que los políticos ponían sus bienes para satisfacerse de servir a la comunidad. Tan distintos a los de hoy en que muchos, que han hecho del ejercicio de la política un oficio de vida, se llevan los bienes públicos para su casa.
Toda esta introducción típica y colonial en que “tus más grandes hombres ya se fueron dejando entre tu historia sus recuerdos”, e intentar divertir algo a nuestros lectores de viernes de pandemia, para decir que no se está ampliando La Novena sino que, en cierta forma, se angosta.
Pero con importantes beneficios, empezando porque, por lo menos en su zona más transitada y concurrida -dentro de la rehabilitación y pavimentación que se hace de la importante arteria hasta la calle 12, Parque del Viajero- ganarán un espacio los peatones, que en parte hoy se lo llevan los carros, que mal se parquean sobre ella.
Se ha pronosticado que la carrera Novena con dos carriles será más ágil, los vehículos fluirán y cualquier intento de parqueo en una vía de media velocidad será una protuberante agresión y evidente negligencia de la autoridad.
Aunque nos lleguen opiniones que dicen que la ‘guachafita’ del desorden seguirá, como por ejemplo es la calle 16 B, parqueada de carros, con sus dos carriles, que muere en almacenes Éxito del Centro. Afirmación que se debilita, ya que es una vía que no tiene salida rápida al chocar con un embudo de un carril de 90 grados en la Calle del Cesar.
La ampliación de los andenes, por poco que sea, es buena para la ciudad y se debe exigir que las nuevas construcciones sobre la renovada vía respeten los retiros del POT.
La historia convertida en leyenda es llamativa. Cuando Pepe Castro era alcalde decidió ampliar La Novena, pero la amplitud del nuevo trazado afectaba al cementerio. No su cerramiento sino sus tumbas, las de tradicionales familias vallenatas. Pepe no desistió y dijo la Novena va porque va. ¡El escándalo! La curia intervino. Pero Pepe no se arredró y lanzó un ultimátum: en un plazo de horas las tumbas debían ser desocupadas y la maquinaria las destruiría.
La historia convertida en leyenda es llamativa. Cuando Pepe Castro era alcalde decidió ampliar La Novena, pero la amplitud del nuevo trazado afectaba al cementerio. No su cerramiento sino sus tumbas, las de tradicionales familias vallenatas. Pepe no desistió y dijo la Novena va porque va. ¡El escándalo! La curia intervino. Pero Pepe no se arredró y lanzó un ultimátum: en un plazo de horas las tumbas debían ser desocupadas y la maquinaria las destruiría.
Todos salieron despavoridos y al poco tiempo los cadáveres habían caminado a otra morada y el bulldozer arreció con fuerza sobre el viejo cementerio.
Desde entonces La Novena se volvió amplia y trascendental, para desembotellar, desde la vía al Aeropuerto, la que ya se empezaba a congestionar, la Calle del Cesar, y dirigirse al balneario Hurtado pasando por el Cerro que quedaría impreso como el Cerro de Cicolac.
La determinación del mandatario quedó en la gente como símbolo de que las obras se hacen y que por supuesto el interés general debía primar sobre los particulares. Se decía luego, con cierta razón, que se le iba la mano en el procedimiento legal y no pocas veces se llegó a graficar el dibujo en que el bulldozer iba adelante y los abogados atrás; una crítica que él aceptaba con sonrisa y la picardía graciosa del osado joven. Al final quedaba justificado por que la obra se hacía y funcionaba y quedaba claro que cuando fue necesario colocó su propia máquina para terminar la obra. Aquellos tiempos del “viejo Valledupar si te volviera a ver como tu fuiste ayer” en que los políticos ponían sus bienes para satisfacerse de servir a la comunidad. Tan distintos a los de hoy en que muchos, que han hecho del ejercicio de la política un oficio de vida, se llevan los bienes públicos para su casa.
Toda esta introducción típica y colonial en que “tus más grandes hombres ya se fueron dejando entre tu historia sus recuerdos”, e intentar divertir algo a nuestros lectores de viernes de pandemia, para decir que no se está ampliando La Novena sino que, en cierta forma, se angosta.
Pero con importantes beneficios, empezando porque, por lo menos en su zona más transitada y concurrida -dentro de la rehabilitación y pavimentación que se hace de la importante arteria hasta la calle 12, Parque del Viajero- ganarán un espacio los peatones, que en parte hoy se lo llevan los carros, que mal se parquean sobre ella.
Se ha pronosticado que la carrera Novena con dos carriles será más ágil, los vehículos fluirán y cualquier intento de parqueo en una vía de media velocidad será una protuberante agresión y evidente negligencia de la autoridad.
Aunque nos lleguen opiniones que dicen que la ‘guachafita’ del desorden seguirá, como por ejemplo es la calle 16 B, parqueada de carros, con sus dos carriles, que muere en almacenes Éxito del Centro. Afirmación que se debilita, ya que es una vía que no tiene salida rápida al chocar con un embudo de un carril de 90 grados en la Calle del Cesar.
La ampliación de los andenes, por poco que sea, es buena para la ciudad y se debe exigir que las nuevas construcciones sobre la renovada vía respeten los retiros del POT.