La música es una de las expresiones artísticas más antiguas del ser humano y siempre ha sido un motivo de jubileo. Las primitivas manifestaciones musicales estaban asociadas a un hecho colectivo, rituales funerarios, cacerías y ceremonias vinculadas a la fertilidad.
La música es una de las expresiones artísticas más antiguas del ser humano y siempre ha sido un motivo de jubileo. Las primitivas manifestaciones musicales estaban asociadas a un hecho colectivo, rituales funerarios, cacerías y ceremonias vinculadas a la fertilidad.
La música es la magia de la armonía del sonido. La música popular es la manifestación acústica de los sentimientos, y posee la facultad de promover emociones, conquistas y derrotas, nostalgias y quimeras, amores y olvidos, y todos los aconteceres, desde la alborada nativa hasta la travesía del crespúsculo.
La música popular está enraizada en su tiempo y su entorno, y en el fondo es un divertimiento con gran poder de convocatoria. En ninguna época de la historia la música de una región es rechazada por la propia comunidad; todo lo contario, es como una lámpara que muestra el camino donde está el lugar del jolgorio. Cuando en nuestros campos aparecen los acordeoneros (campesinos o trabajadores de haciendas ganaderas), su música naciente devino en alabanza en su ambiente social; y fue el encantamiento que bendijo la noche del silencio pastoril.
Muchos de esos campesinos acordeoneros empezaron por cultivar la ilusión de ser grandes músicos, se volvieron trashumantes y viajaban por pueblos cercanos y lejanos, buscando las fiestas patronales para mostrar su talento o conocer a otros colegas. A veces su ausencia se prolongaba uno o varios meses, y casi siempre regresaban sin nada material para su mujer y sus hijos; por este comportamiento de impenitentes viajeros y poca responsabilidad con el hogar, eran criticados por su familia; pero contra viento y marea seguían en amores con la muy placentera Musa de la música.
Esos acordeoneros trashumantes regaron las semillas para que esta música germinara en primavera por pueblos y ciudades. En consecuencia, el vallenato es hoy de todos, y rompió las barreras de las clases sociales.
El Festival de Valledupar es el escenario de mayor promoción de nuestra tradición musical. No se ha detenido en sus 52 ediciones; al contrario, ha implementado nuevos concursos y nuevas categorías. En el 2018 creó el concurso de piqueria infantil, y desde este año, el de acordeón femenino en las categorías infantil y profesional.
Esperamos que el año entrante, como lo vienen pidiendo los compositores, haya en la canción inédita dos modalidades: profesional y aficionado. Estamos seguros de que esto motivará a reconocidos compositores a participar, y elevaría la calidad del concurso.
La música es una de las expresiones artísticas más antiguas del ser humano y siempre ha sido un motivo de jubileo. Las primitivas manifestaciones musicales estaban asociadas a un hecho colectivo, rituales funerarios, cacerías y ceremonias vinculadas a la fertilidad.
La música es una de las expresiones artísticas más antiguas del ser humano y siempre ha sido un motivo de jubileo. Las primitivas manifestaciones musicales estaban asociadas a un hecho colectivo, rituales funerarios, cacerías y ceremonias vinculadas a la fertilidad.
La música es la magia de la armonía del sonido. La música popular es la manifestación acústica de los sentimientos, y posee la facultad de promover emociones, conquistas y derrotas, nostalgias y quimeras, amores y olvidos, y todos los aconteceres, desde la alborada nativa hasta la travesía del crespúsculo.
La música popular está enraizada en su tiempo y su entorno, y en el fondo es un divertimiento con gran poder de convocatoria. En ninguna época de la historia la música de una región es rechazada por la propia comunidad; todo lo contario, es como una lámpara que muestra el camino donde está el lugar del jolgorio. Cuando en nuestros campos aparecen los acordeoneros (campesinos o trabajadores de haciendas ganaderas), su música naciente devino en alabanza en su ambiente social; y fue el encantamiento que bendijo la noche del silencio pastoril.
Muchos de esos campesinos acordeoneros empezaron por cultivar la ilusión de ser grandes músicos, se volvieron trashumantes y viajaban por pueblos cercanos y lejanos, buscando las fiestas patronales para mostrar su talento o conocer a otros colegas. A veces su ausencia se prolongaba uno o varios meses, y casi siempre regresaban sin nada material para su mujer y sus hijos; por este comportamiento de impenitentes viajeros y poca responsabilidad con el hogar, eran criticados por su familia; pero contra viento y marea seguían en amores con la muy placentera Musa de la música.
Esos acordeoneros trashumantes regaron las semillas para que esta música germinara en primavera por pueblos y ciudades. En consecuencia, el vallenato es hoy de todos, y rompió las barreras de las clases sociales.
El Festival de Valledupar es el escenario de mayor promoción de nuestra tradición musical. No se ha detenido en sus 52 ediciones; al contrario, ha implementado nuevos concursos y nuevas categorías. En el 2018 creó el concurso de piqueria infantil, y desde este año, el de acordeón femenino en las categorías infantil y profesional.
Esperamos que el año entrante, como lo vienen pidiendo los compositores, haya en la canción inédita dos modalidades: profesional y aficionado. Estamos seguros de que esto motivará a reconocidos compositores a participar, y elevaría la calidad del concurso.