Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 5 diciembre, 2010

La Liga de lucha contra el cáncer

Por Leonardo José Maya La semana pasada se realizó, en el recinto del concejo municipal, un merecido homenaje de exaltación y reconocimiento a la LIGA DE LUCHA CONTRA EL CANCER, SECCIONAL CESAR, con motivo de sus 31 años de servicios a nuestra comunidad. Allí tuve el privilegio de dirigir unas sinceras palabras a las homenajeadas, […]

Boton Wpp

Por Leonardo José Maya

La semana pasada se realizó, en el recinto del concejo municipal, un merecido homenaje de exaltación y reconocimiento a la LIGA DE LUCHA CONTRA EL CANCER, SECCIONAL CESAR, con motivo de sus 31 años de servicios a nuestra comunidad.
Allí tuve el privilegio de dirigir unas sinceras palabras a las homenajeadas, me han pedido que las publique. Aquí están apartes de mi intervención:
Es muy fácil elevar la mirada y pedirle las cosas a Dios, o a algún conocido; sin embargo, la hora de agradecer pocas veces llega, pero hoy, señoras y señores, esa hora ha llegado.
Estamos aquí reunidos esta tarde para rendir tributos de respeto, de admiración, pero más que nada de gratitud a este grupo de mujeres ejemplares, que ha ofrecido su tiempo y dedicación para brindar a otros esperanza cuando la creían perdida, alegría en momentos de tristeza y consuelo en momentos de tribulación.
El agradecimiento lleva consigo, como río perdurable, otros bellos vocablos que dignifican a quien o quienes los reciben, al hacerlo, estamos reconociendo en ustedes  nobleza, bondad, entrega, compromiso, humildad, sacrificio. Reconocer y agradecer, unen todas estas palabras y enaltecen nuestra efímera condición de seres humanos.
Eso es lo que estamos haciendo esta tarde, reconociéndoles y exaltándolas dos bellas formas de entendimiento entre seres civilizados, en una comunidad culta que respeta y valora a sus hijos e hijas distinguidas, ustedes están haciendo ciudad y país, dignificando nuestra condición humana; con su vocación solidaria se entregaron a aquello en lo que creyeron y es ayudar a otros sin importar  que soles calcinantes  enfrentarían ni que vientos borrascosos intentarían detenerlas.
Las hemos visto trabajar silenciosas, con sus uniformes azul sereno como los cielos de diciembre, es por eso que para encontrarlas a ustedes hay que elevar la cabeza porque ustedes están en lo alto de la condición humana.
La Madre Teresa de Calcuta, que yo no sé bien si fue un ser humano o una santa que vivió hasta hace poco, nos enseñó bien claro: que tu mano derecha no sepa lo que hace la izquierda,  y ustedes han cumplido fielmente ese precepto pero nosotros, como concejales, representantes del querer y el sentir de nuestra ciudad no podemos permanecer indiferentes ante vuestro trabajo, es por eso que nos reunimos hoy para agradecer a ustedes los servicios distinguidos que prestan a la ciudad.
Hace solo 30 años era impensable que un grupo de mujeres extraordinarias se reunieran para organizarse y brindar ayuda a enfermos del cáncer en nuestra región sin una ayuda oficial efectiva, pero hoy, ustedes nos sorprenden con una verdad contraria y allí está la LIGA DE LUCHA CONTRA EL CANCER, SECCIONAL CESAR al servicio de todos. Ahora nos preguntamos cuando y como fue que lo hicieron.
Si señoras, hace treinta años esto era un imposible y como ustedes sabían que era imposible… entonces los hicieron.
Para terminar quiero contarles un secreto de mi vida personal: de niño me tendía en las piernas de mi madre y acurrucado en su regazo me dormía, los 31 de diciembre me dormía igual esperando los castillos del año nuevo, ella me despertaba con insistencia, yo adormitado y entre sueños escuchaba los estruendos y divisaba a lo lejos las espléndidas luces multicolores que se elevaban, pero al día siguiente divagaba en la incertidumbre de si esto era real o un delirio onírico de mi imaginación infantil.
Mi secreto señores, es que aún hoy día cuando estoy ante algo sobrecogedor o excepcionalmente hermoso me asalta esta misma duda y no puedo distinguir mis sueños de la realidad. Tengo el temor de que mañana mismo sea incapaz de asegurar si esta tarde memorable la viví o fue otro de mis delirios.
Señoras distinguidas hace rato escuchamos los estruendos silentes de su trabajo y vemos las luces de su gloria, esto es real. Permítanme entonces despedirme diciéndoles:
Gracias por realizar la utopía de mostrarnos un mundo mejor.
ljmaya93hotmail.com

Columnista
5 diciembre, 2010

La Liga de lucha contra el cáncer

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Leonardo Maya Amaya

Por Leonardo José Maya La semana pasada se realizó, en el recinto del concejo municipal, un merecido homenaje de exaltación y reconocimiento a la LIGA DE LUCHA CONTRA EL CANCER, SECCIONAL CESAR, con motivo de sus 31 años de servicios a nuestra comunidad. Allí tuve el privilegio de dirigir unas sinceras palabras a las homenajeadas, […]


Por Leonardo José Maya

La semana pasada se realizó, en el recinto del concejo municipal, un merecido homenaje de exaltación y reconocimiento a la LIGA DE LUCHA CONTRA EL CANCER, SECCIONAL CESAR, con motivo de sus 31 años de servicios a nuestra comunidad.
Allí tuve el privilegio de dirigir unas sinceras palabras a las homenajeadas, me han pedido que las publique. Aquí están apartes de mi intervención:
Es muy fácil elevar la mirada y pedirle las cosas a Dios, o a algún conocido; sin embargo, la hora de agradecer pocas veces llega, pero hoy, señoras y señores, esa hora ha llegado.
Estamos aquí reunidos esta tarde para rendir tributos de respeto, de admiración, pero más que nada de gratitud a este grupo de mujeres ejemplares, que ha ofrecido su tiempo y dedicación para brindar a otros esperanza cuando la creían perdida, alegría en momentos de tristeza y consuelo en momentos de tribulación.
El agradecimiento lleva consigo, como río perdurable, otros bellos vocablos que dignifican a quien o quienes los reciben, al hacerlo, estamos reconociendo en ustedes  nobleza, bondad, entrega, compromiso, humildad, sacrificio. Reconocer y agradecer, unen todas estas palabras y enaltecen nuestra efímera condición de seres humanos.
Eso es lo que estamos haciendo esta tarde, reconociéndoles y exaltándolas dos bellas formas de entendimiento entre seres civilizados, en una comunidad culta que respeta y valora a sus hijos e hijas distinguidas, ustedes están haciendo ciudad y país, dignificando nuestra condición humana; con su vocación solidaria se entregaron a aquello en lo que creyeron y es ayudar a otros sin importar  que soles calcinantes  enfrentarían ni que vientos borrascosos intentarían detenerlas.
Las hemos visto trabajar silenciosas, con sus uniformes azul sereno como los cielos de diciembre, es por eso que para encontrarlas a ustedes hay que elevar la cabeza porque ustedes están en lo alto de la condición humana.
La Madre Teresa de Calcuta, que yo no sé bien si fue un ser humano o una santa que vivió hasta hace poco, nos enseñó bien claro: que tu mano derecha no sepa lo que hace la izquierda,  y ustedes han cumplido fielmente ese precepto pero nosotros, como concejales, representantes del querer y el sentir de nuestra ciudad no podemos permanecer indiferentes ante vuestro trabajo, es por eso que nos reunimos hoy para agradecer a ustedes los servicios distinguidos que prestan a la ciudad.
Hace solo 30 años era impensable que un grupo de mujeres extraordinarias se reunieran para organizarse y brindar ayuda a enfermos del cáncer en nuestra región sin una ayuda oficial efectiva, pero hoy, ustedes nos sorprenden con una verdad contraria y allí está la LIGA DE LUCHA CONTRA EL CANCER, SECCIONAL CESAR al servicio de todos. Ahora nos preguntamos cuando y como fue que lo hicieron.
Si señoras, hace treinta años esto era un imposible y como ustedes sabían que era imposible… entonces los hicieron.
Para terminar quiero contarles un secreto de mi vida personal: de niño me tendía en las piernas de mi madre y acurrucado en su regazo me dormía, los 31 de diciembre me dormía igual esperando los castillos del año nuevo, ella me despertaba con insistencia, yo adormitado y entre sueños escuchaba los estruendos y divisaba a lo lejos las espléndidas luces multicolores que se elevaban, pero al día siguiente divagaba en la incertidumbre de si esto era real o un delirio onírico de mi imaginación infantil.
Mi secreto señores, es que aún hoy día cuando estoy ante algo sobrecogedor o excepcionalmente hermoso me asalta esta misma duda y no puedo distinguir mis sueños de la realidad. Tengo el temor de que mañana mismo sea incapaz de asegurar si esta tarde memorable la viví o fue otro de mis delirios.
Señoras distinguidas hace rato escuchamos los estruendos silentes de su trabajo y vemos las luces de su gloria, esto es real. Permítanme entonces despedirme diciéndoles:
Gracias por realizar la utopía de mostrarnos un mundo mejor.
ljmaya93hotmail.com