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Columnista - 4 julio, 2016

La juventud no es renovación per se

Sin lugar a dudas los espacios en los cargos de decisión van renovándose poco a poco, caras nuevas invaden escenarios influyendo en cada uno de los hechos que marcan nuestras vidas como miembros de una sociedad, aunque la renovación no es sinónimo de juventud, es algo que íntimamente relacionamos con la actitud, habilidades y las […]

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Sin lugar a dudas los espacios en los cargos de decisión van renovándose poco a poco, caras nuevas invaden escenarios influyendo en cada uno de los hechos que marcan nuestras vidas como miembros de una sociedad, aunque la renovación no es sinónimo de juventud, es algo que íntimamente relacionamos con la actitud, habilidades y las condiciones que reúne una persona para representar una idea o representar una posibilidad, no basta autoproclamarse figura renovadora cuando no se ha hecho nada renovador; el Papa Francisco es un hombre de 80 años y se ha convertido en un huracán de entusiasmo para muchos en el mundo, en América Latina el ex presidente de Uruguay, Pepe Mujica, impacta con sus discursos y estilo de vida.

Ahora bien, consideramos la juventud como sinónimo de renovación porque los jóvenes siempre serán observados con sentimientos esperanzadores de cambiar cosas, lastimosamente en reiteradas ocasiones nos quedamos sólo con la imagen juvenil porque en la práctica terminan personificando la misma basura que a gritos manifestaban que acabarían cuando llegaran a determinado cargo, para la muestra el descalabro en Interbolsa o la olla de corrupción destapada en el gobierno de Samuel Moreno en lo que se llamó el carrusel de la contratación; en el primero aparecen profesionales de las más prestigiosas universidades del país, Los Andes o la Javeriana, cuna de Ministros y presidentes, en el segundo vergonzoso episodio están involucrados niños mimados de nuestro Caribe, hoy disfrutan de penas rebajadas en sus lujosas residencias.

Pero si en muchos casos jóvenes con un futuro de oro terminan siendo una estafa, es reconfortante saber que en otros casos el talento es robusto y de capacidades desbordantes, joven de una destacada labor en el sector público y actualmente en el privado, dirigiendo la Cámara de Colombiana de la Construcción en el Cesar (Camacol) es el señor Miguel Villazón Blay, su conversación demuestra la alergia por la deferencia hipócrita y el borroso verbo de los políticos y su inclinación por el lenguaje sincero y concreto de los tecnócratas; su papel en el funcionamiento de las cámaras de seguridad en Valledupar fue fundamental y en su paso por la administración pública en el gobierno de Fredys Socarras observó que en materia de seguridad aunque existen factores que la originan, existen otros que la alimentan y sostienen, ese factor del que mejor no se habla porque expondría los vicios de quienes están en la obligación de mantener el orden, es la corrupción; el manejo oscuro de los recursos destinados a la implementación de medidas, herramientas y personal para brindar seguridad termina siendo una torta que se reparten entre varios, podríamos decir personas o podríamos decir instituciones.

Desde el gobierno de Ciro Pupo se anunció con indescriptible vehemencia la instalación de cámaras de seguridad para Valledupar; pero como dice un amigo santandereano, en ese mismo instante empezó Cristo a padecer, muchos intentos frustrados para que esta estrategia diera frutos y varios gobiernos pasaron sin que alguien se preocupara por el cámaras y servicios que deberían prestar las dichosas cámaras; en una ocasión se presentó como noticia por parte de un Secretario de Gobierno del municipio el funcionamiento de las cámaras, pero las imágenes mostraban que estas estaban transmitiendo en vivo desde Bogotá, cosas de Macondo. Sólo la intervención de personas como el señor Villazón Blay con su insistente petición ante el Ministerio del Interior permitió que las cámaras de seguridad en Valledupar sean una realidad.

Columnista
4 julio, 2016

La juventud no es renovación per se

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Carlos Andrés Añez Maestre

Sin lugar a dudas los espacios en los cargos de decisión van renovándose poco a poco, caras nuevas invaden escenarios influyendo en cada uno de los hechos que marcan nuestras vidas como miembros de una sociedad, aunque la renovación no es sinónimo de juventud, es algo que íntimamente relacionamos con la actitud, habilidades y las […]


Sin lugar a dudas los espacios en los cargos de decisión van renovándose poco a poco, caras nuevas invaden escenarios influyendo en cada uno de los hechos que marcan nuestras vidas como miembros de una sociedad, aunque la renovación no es sinónimo de juventud, es algo que íntimamente relacionamos con la actitud, habilidades y las condiciones que reúne una persona para representar una idea o representar una posibilidad, no basta autoproclamarse figura renovadora cuando no se ha hecho nada renovador; el Papa Francisco es un hombre de 80 años y se ha convertido en un huracán de entusiasmo para muchos en el mundo, en América Latina el ex presidente de Uruguay, Pepe Mujica, impacta con sus discursos y estilo de vida.

Ahora bien, consideramos la juventud como sinónimo de renovación porque los jóvenes siempre serán observados con sentimientos esperanzadores de cambiar cosas, lastimosamente en reiteradas ocasiones nos quedamos sólo con la imagen juvenil porque en la práctica terminan personificando la misma basura que a gritos manifestaban que acabarían cuando llegaran a determinado cargo, para la muestra el descalabro en Interbolsa o la olla de corrupción destapada en el gobierno de Samuel Moreno en lo que se llamó el carrusel de la contratación; en el primero aparecen profesionales de las más prestigiosas universidades del país, Los Andes o la Javeriana, cuna de Ministros y presidentes, en el segundo vergonzoso episodio están involucrados niños mimados de nuestro Caribe, hoy disfrutan de penas rebajadas en sus lujosas residencias.

Pero si en muchos casos jóvenes con un futuro de oro terminan siendo una estafa, es reconfortante saber que en otros casos el talento es robusto y de capacidades desbordantes, joven de una destacada labor en el sector público y actualmente en el privado, dirigiendo la Cámara de Colombiana de la Construcción en el Cesar (Camacol) es el señor Miguel Villazón Blay, su conversación demuestra la alergia por la deferencia hipócrita y el borroso verbo de los políticos y su inclinación por el lenguaje sincero y concreto de los tecnócratas; su papel en el funcionamiento de las cámaras de seguridad en Valledupar fue fundamental y en su paso por la administración pública en el gobierno de Fredys Socarras observó que en materia de seguridad aunque existen factores que la originan, existen otros que la alimentan y sostienen, ese factor del que mejor no se habla porque expondría los vicios de quienes están en la obligación de mantener el orden, es la corrupción; el manejo oscuro de los recursos destinados a la implementación de medidas, herramientas y personal para brindar seguridad termina siendo una torta que se reparten entre varios, podríamos decir personas o podríamos decir instituciones.

Desde el gobierno de Ciro Pupo se anunció con indescriptible vehemencia la instalación de cámaras de seguridad para Valledupar; pero como dice un amigo santandereano, en ese mismo instante empezó Cristo a padecer, muchos intentos frustrados para que esta estrategia diera frutos y varios gobiernos pasaron sin que alguien se preocupara por el cámaras y servicios que deberían prestar las dichosas cámaras; en una ocasión se presentó como noticia por parte de un Secretario de Gobierno del municipio el funcionamiento de las cámaras, pero las imágenes mostraban que estas estaban transmitiendo en vivo desde Bogotá, cosas de Macondo. Sólo la intervención de personas como el señor Villazón Blay con su insistente petición ante el Ministerio del Interior permitió que las cámaras de seguridad en Valledupar sean una realidad.