El gobernador Luis Alberto Monsalvo, en declaración muy comentada en todos los escenarios, redes y audiencias, manifestó que los gerentes de nuestro Hospital Rosario Pumarejo de López terminan con finca y plata. Los centenares de comentarios en las redes de EL PILÓN y en otras cuentas no le fueron favorables, se convirtieron en una desaprobación, […]
El gobernador Luis Alberto Monsalvo, en declaración muy comentada en todos los escenarios, redes y audiencias, manifestó que los gerentes de nuestro Hospital Rosario Pumarejo de López terminan con finca y plata. Los centenares de comentarios en las redes de EL PILÓN y en otras cuentas no le fueron favorables, se convirtieron en una desaprobación, no porque se estuviera afirmando algo falso (“El gobernador descubrió que el agua moja”, escribió un ciudadano), sino porque se hizo un juicio crítico del papel de quien encabeza desde hace una década la junta del hospital, decide quiénes son los gerentes y lidera la clase política del departamento, más motivada por los puestos, los contratos, el enriquecimiento personal y poco por el bien común.
Generalmente, cuando lo representan, y promueven una obra pública, generalmente de muchos millones, su beneficio social oculta el aprovechamiento personal, de amigos aliados y contratistas. Las excepciones poco se hacen notar.
La gente no se dejará engañar, lamentablemente la actividad política se ha envilecido y el político se valora más como un aprovechado del dinero de los demás, el dinero de la comunidad.
El columnista y exministro de Medio Ambiente Juan Lozano, al evaluar la Constitución de 1991, en El Tiempo el lunes reiteró que “el agua moja”:
“Y la cosa se complicó más cuando el mandato reformista en lo político sucumbió ante los acuerdos que condujeron a la elección del primer congreso posconstituyente, regida por normas que sofocaron los nuevos liderazgos, resucitaron la vieja politiquería y abrieron la puerta a la sucesión de contrarreformas y remiendos que nos condujeron a este inconveniente sistema electoral que convirtió el Estado en un botín.
Nuestro sistema actual es más plural pero más corrupto. Más abierto en apariencia pero más cerrado en la realidad, porque ahuyentó a decenas de miles de colombianos honrados que no tienen garantías para participar en política y en elecciones supuestamente democráticas porque no disponen de las gruesas billeteras que se requieren hoy, en la mayoría de los casos, para tener éxito en los tarjetones.
La nueva constitución tiene como su pecado mayor haber propiciado el salto a la corrupción sistémica. El modelo político colombiano en municipios, departamentos y nación es hoy un sofisticado entramado para permitir que el Estado se convierta en objeto de saqueo y que muchos políticos, desde ediles hasta congresistas, pasando por alcaldes, gobernadores y altos funcionarios nacionales, se roben la plata de los colombianos.
Este fracaso viene de la mano con la denegación reiterada en la búsqueda del bien común y con el fracaso en la lucha contra la impunidad. Aunque han sido procesados y condenados muchos funcionarios y dirigentes políticos –¡cómo negarlo!–, sus espacios han sido llenados por otros bandidos más ambiciosos que aprendieron a burlarse más descaradamente de la justicia. Y, más grave aún, han sido todas las barreras de acceso a la justicia para el ciudadano del común”.
Deplorable. Qué bueno que Monsalvo en un acto de reconocimiento inicie una campaña a fondo contra la corrupción. ¿Es pedir peras al olmo?
El gobernador Luis Alberto Monsalvo, en declaración muy comentada en todos los escenarios, redes y audiencias, manifestó que los gerentes de nuestro Hospital Rosario Pumarejo de López terminan con finca y plata. Los centenares de comentarios en las redes de EL PILÓN y en otras cuentas no le fueron favorables, se convirtieron en una desaprobación, […]
El gobernador Luis Alberto Monsalvo, en declaración muy comentada en todos los escenarios, redes y audiencias, manifestó que los gerentes de nuestro Hospital Rosario Pumarejo de López terminan con finca y plata. Los centenares de comentarios en las redes de EL PILÓN y en otras cuentas no le fueron favorables, se convirtieron en una desaprobación, no porque se estuviera afirmando algo falso (“El gobernador descubrió que el agua moja”, escribió un ciudadano), sino porque se hizo un juicio crítico del papel de quien encabeza desde hace una década la junta del hospital, decide quiénes son los gerentes y lidera la clase política del departamento, más motivada por los puestos, los contratos, el enriquecimiento personal y poco por el bien común.
Generalmente, cuando lo representan, y promueven una obra pública, generalmente de muchos millones, su beneficio social oculta el aprovechamiento personal, de amigos aliados y contratistas. Las excepciones poco se hacen notar.
La gente no se dejará engañar, lamentablemente la actividad política se ha envilecido y el político se valora más como un aprovechado del dinero de los demás, el dinero de la comunidad.
El columnista y exministro de Medio Ambiente Juan Lozano, al evaluar la Constitución de 1991, en El Tiempo el lunes reiteró que “el agua moja”:
“Y la cosa se complicó más cuando el mandato reformista en lo político sucumbió ante los acuerdos que condujeron a la elección del primer congreso posconstituyente, regida por normas que sofocaron los nuevos liderazgos, resucitaron la vieja politiquería y abrieron la puerta a la sucesión de contrarreformas y remiendos que nos condujeron a este inconveniente sistema electoral que convirtió el Estado en un botín.
Nuestro sistema actual es más plural pero más corrupto. Más abierto en apariencia pero más cerrado en la realidad, porque ahuyentó a decenas de miles de colombianos honrados que no tienen garantías para participar en política y en elecciones supuestamente democráticas porque no disponen de las gruesas billeteras que se requieren hoy, en la mayoría de los casos, para tener éxito en los tarjetones.
La nueva constitución tiene como su pecado mayor haber propiciado el salto a la corrupción sistémica. El modelo político colombiano en municipios, departamentos y nación es hoy un sofisticado entramado para permitir que el Estado se convierta en objeto de saqueo y que muchos políticos, desde ediles hasta congresistas, pasando por alcaldes, gobernadores y altos funcionarios nacionales, se roben la plata de los colombianos.
Este fracaso viene de la mano con la denegación reiterada en la búsqueda del bien común y con el fracaso en la lucha contra la impunidad. Aunque han sido procesados y condenados muchos funcionarios y dirigentes políticos –¡cómo negarlo!–, sus espacios han sido llenados por otros bandidos más ambiciosos que aprendieron a burlarse más descaradamente de la justicia. Y, más grave aún, han sido todas las barreras de acceso a la justicia para el ciudadano del común”.
Deplorable. Qué bueno que Monsalvo en un acto de reconocimiento inicie una campaña a fondo contra la corrupción. ¿Es pedir peras al olmo?