Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 22 agosto, 2019

La inseguridad nos tiene asustados

En esta columna respaldo y retomo lo recalcado ayer en el Editorial del periódico EL Pilón, por el vil asesinato del médico pediatra Alberto ‘Tico’ Aroca en Valledupar. Ciudad donde la inseguridad galopa en todos sus barrios y sectores sin control; no obstante, consideró que no se debe desconocer la realidad de que las autoridades […]

En esta columna respaldo y retomo lo recalcado ayer en el Editorial del periódico EL Pilón, por el vil asesinato del médico pediatra Alberto ‘Tico’ Aroca en Valledupar. Ciudad donde la inseguridad galopa en todos sus barrios y sectores sin control; no obstante, consideró que no se debe desconocer la realidad de que las autoridades civiles, policiacas, militares y judiciales no son suficientes para someter a los delincuentes que pululan en sus calles. Fenómeno que se debe principalmente a la escasez de empleo, y la gente en la búsqueda de quehacer, a menudo cae en la delincuencia o la ponen a trabajar en actividades criminales.

En nuestro país 4 de cada 10 jóvenes están sin empleo. Según datos oficiales del DANE y del Ministerio de Trabajo, el 42 % de la población joven está económicamente inactiva. El año pasado la Universidad Libre publicó un informe de que en Colombia hay cerca de 3.400.000 jóvenes desocupados o que no tienen un empleo formal, si a estos le sumamos la cantidad de adultos en la misma situación, vemos que solo el Brasil nos supera en la lista de mayor tasa de desocupación en la región de América Latina y el Caribe, pues así en el 2018 lo informó la Organización Internacional del Trabajo (OTI), por ende, insisto en señalar que la sociedad colombiana es un caldo de cultivo propicio para la proliferación de sicarios y todo tipo de criminales, cuyos ataques letales con mucha frecuencia quedan impunes.

Todos los gobernantes pregonan que combatirán la pobreza, pero no saben cómo lograrlo o los grandes empresarios arribistas, egoístas y corruptos y sus cómplices no lo permiten, porque la mayor parte de la riqueza va a sus bolsillos. Sin importar la suerte de los demás. La clave para salir de la terrible situación que padecemos los colombianos radica en la educación de alta calidad, la cual se adquiere con adecuada repartición de la riqueza; es decir, que nadie viva con necesidades básicas insatisfechas.

Si hubiera fuentes de empleos decentes y buena educación se disminuiría la corrupción, que es el peor mal que azota a los colombianos. No viviéramos asustados por la inseguridad que generan los delincuentes, que son los actores materiales de los asesinatos, como el del doctor Alberto ‘Tico’ Aroca, persona prestigiosa y servicial, destacado por su vocación de servicio social y otras virtudes que Dios le concedió.

Adiós, a este colega que no merecía una muerte violenta. A María Fernanda, su esposa, a sus hijos Alberto Mario y Juan Sebastián, que Dios les de fortaleza para soportar la tristeza por su muerte. Igual deseo para sus hermanos y demás familiares cercanos. Paz en su tumba con recuerdo eterno.

Columnista
22 agosto, 2019

La inseguridad nos tiene asustados

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Romero Churio

En esta columna respaldo y retomo lo recalcado ayer en el Editorial del periódico EL Pilón, por el vil asesinato del médico pediatra Alberto ‘Tico’ Aroca en Valledupar. Ciudad donde la inseguridad galopa en todos sus barrios y sectores sin control; no obstante, consideró que no se debe desconocer la realidad de que las autoridades […]


En esta columna respaldo y retomo lo recalcado ayer en el Editorial del periódico EL Pilón, por el vil asesinato del médico pediatra Alberto ‘Tico’ Aroca en Valledupar. Ciudad donde la inseguridad galopa en todos sus barrios y sectores sin control; no obstante, consideró que no se debe desconocer la realidad de que las autoridades civiles, policiacas, militares y judiciales no son suficientes para someter a los delincuentes que pululan en sus calles. Fenómeno que se debe principalmente a la escasez de empleo, y la gente en la búsqueda de quehacer, a menudo cae en la delincuencia o la ponen a trabajar en actividades criminales.

En nuestro país 4 de cada 10 jóvenes están sin empleo. Según datos oficiales del DANE y del Ministerio de Trabajo, el 42 % de la población joven está económicamente inactiva. El año pasado la Universidad Libre publicó un informe de que en Colombia hay cerca de 3.400.000 jóvenes desocupados o que no tienen un empleo formal, si a estos le sumamos la cantidad de adultos en la misma situación, vemos que solo el Brasil nos supera en la lista de mayor tasa de desocupación en la región de América Latina y el Caribe, pues así en el 2018 lo informó la Organización Internacional del Trabajo (OTI), por ende, insisto en señalar que la sociedad colombiana es un caldo de cultivo propicio para la proliferación de sicarios y todo tipo de criminales, cuyos ataques letales con mucha frecuencia quedan impunes.

Todos los gobernantes pregonan que combatirán la pobreza, pero no saben cómo lograrlo o los grandes empresarios arribistas, egoístas y corruptos y sus cómplices no lo permiten, porque la mayor parte de la riqueza va a sus bolsillos. Sin importar la suerte de los demás. La clave para salir de la terrible situación que padecemos los colombianos radica en la educación de alta calidad, la cual se adquiere con adecuada repartición de la riqueza; es decir, que nadie viva con necesidades básicas insatisfechas.

Si hubiera fuentes de empleos decentes y buena educación se disminuiría la corrupción, que es el peor mal que azota a los colombianos. No viviéramos asustados por la inseguridad que generan los delincuentes, que son los actores materiales de los asesinatos, como el del doctor Alberto ‘Tico’ Aroca, persona prestigiosa y servicial, destacado por su vocación de servicio social y otras virtudes que Dios le concedió.

Adiós, a este colega que no merecía una muerte violenta. A María Fernanda, su esposa, a sus hijos Alberto Mario y Juan Sebastián, que Dios les de fortaleza para soportar la tristeza por su muerte. Igual deseo para sus hermanos y demás familiares cercanos. Paz en su tumba con recuerdo eterno.