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Columnista - 8 marzo, 2010

La información y la opinión La navaja de filos múltiples

Por: Luis Mendoza Sierra La discusión alrededor de la escasez de información, ese preciado bien público, en el medio radial vallenato es cada día más frecuente. La inhabilidad ética que me genera ser periodista y, de paso, haber ejercido hasta hace, apenas algo más de un año, precisamente en una emisora local, estimo no me […]

Por: Luis Mendoza Sierra

La discusión alrededor de la escasez de información, ese preciado bien público, en el medio radial vallenato es cada día más frecuente. La inhabilidad ética que me genera ser periodista y, de paso, haber ejercido hasta hace, apenas algo más de un año, precisamente en una emisora local, estimo no me impide recoger esa inquietud, que comparto, para dejar sobre la controversia algunos aportes para enriquecerla.
Con frecuencia, los noticieros radiales locales son largas jornadas de opiniones, comentarios, chismes, especulaciones y menos contenidos informativos. Las noticias son pequeños remiendos de una colcha de retazos de opiniones que, por su condición natural, no pasan de ser el producto del pensamiento, el criterio y, por tanto, algo muy subjetivo de alguien, periodista o no, que se expresa sobre un tema cualquiera.
Si bien aquel criterio de que las opiniones apuntan hacia el reforzamiento de una línea editorial aún impera, también lo es el que los periodistas opinamos de lo divino y lo humano sin que, a veces, los propietarios de los medios incidan o recomienden, lo cual hacen, eso sí, cuando algún desliz lleva a empleados suyos a usar el medio para difundir opiniones que afecten sus intereses. Lo que no sería tan complicado si los propietarios de los medios no tuvieran que defender intereses políticos y, a veces, hasta económicos.
Tampoco sería tan grave si la independencia, autonomía y libertad de los periodistas no estuviera, en ocasiones, comprometida debido a que por un lado, tenemos que vender publicidad para generar ingresos, por el otro no desaparecen las sombras de organizaciones al margen de la ley y, bueno porque, también “tenemos nuestro corazoncito”.
Es esperable, lo aseguro, que los periodistas asumamos posiciones críticas contra quienes siendo clientes también son fuente de información, pero el fantasma de la manipulación no se espanta a sombrerazos, mucho menos si se hace con los mismos sombreros que pasamos de cliente en cliente esperando ganar para vivir.
Esto es como una navaja de múltiples filos por donde tenemos que caminar los formadores de opinión. El escenario tiene enormes repercusiones cuando de radio se trata, porque es el medio de más alta y amplia cobertura. Igualmente porque sus contenidos inciden en el pensamiento, la actitud y la cultura de los oyentes, especialmente, de sectores populares con escasa formación e información. Quienes están menos informados contarán con menos elementos para definir y decidirse frente a un hecho.
Sano sería entonces que si bien la opinión, el editorial, el comentario, el chisme, no desaparecerán, vendría bien un elemento diferenciador. Las radiodifusoras deberían dedicar más tiempo a la cultura, el trabajo social, a la cultura ciudadana, medio amiente, competitividad. Al tiempo, rotular los segmentos de opinión, que para el caso de Valledupar ocupan buena parte de las franjas a las que debería dedicarse la información. Rotularlos diciendo que se trata de un comentario, que se trata de mi opinión comentario, para que los oyentes sean concientes de ello y no lo asuman como información.
Pensemos un momento en la larga discusión sobre la objetividad de la información. Es decir, ocurre un hecho y un periodista lo ve o se lo cuentan y lo narra a sus lectores u oyentes. Aún siendo verdad y teniendo certeza de ello, existe un enorme riesgo de que prioricen o exageren elementos, contenidos y, al tiempo, se menosprecien o descuiden otros. Esa es una subjetividad sana porque ocurre de buena fe. Pensemos entonces si la noticia tiene riesgos de subjetividad, ¿se imaginan el enorme riesgo de subjetividad que tiene la opinión? Entonces es mejor evitarla o presentarla diciendo que se trata de una visión muy personal.
SABLAZO
Reconociendo que mi rural criterio sobre las exquisiteces de la pintura y la escultura no me dan para mucho, creo reiterar como comenté en una columna pasada, que el afiche del Festival es de una simpleza que desconcierta. No comparto los comentarios de quienes dicen que en Valledupar hay mucha gente corroncha. Pero si aceptar que el afiche de El País Vallenato es hermoso y que lo que va mostrando La Pilonera Mayor es horrendo, es corronchera, pues somos unos corronchos. ¿Qué dirán, entonces de los atanqueros, que ahora expulsaron el acordeón de su territorio? Pedro García debe estarse retorciendo en el cielo.

Columnista
8 marzo, 2010

La información y la opinión La navaja de filos múltiples

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Mendoza S.

Por: Luis Mendoza Sierra La discusión alrededor de la escasez de información, ese preciado bien público, en el medio radial vallenato es cada día más frecuente. La inhabilidad ética que me genera ser periodista y, de paso, haber ejercido hasta hace, apenas algo más de un año, precisamente en una emisora local, estimo no me […]


Por: Luis Mendoza Sierra

La discusión alrededor de la escasez de información, ese preciado bien público, en el medio radial vallenato es cada día más frecuente. La inhabilidad ética que me genera ser periodista y, de paso, haber ejercido hasta hace, apenas algo más de un año, precisamente en una emisora local, estimo no me impide recoger esa inquietud, que comparto, para dejar sobre la controversia algunos aportes para enriquecerla.
Con frecuencia, los noticieros radiales locales son largas jornadas de opiniones, comentarios, chismes, especulaciones y menos contenidos informativos. Las noticias son pequeños remiendos de una colcha de retazos de opiniones que, por su condición natural, no pasan de ser el producto del pensamiento, el criterio y, por tanto, algo muy subjetivo de alguien, periodista o no, que se expresa sobre un tema cualquiera.
Si bien aquel criterio de que las opiniones apuntan hacia el reforzamiento de una línea editorial aún impera, también lo es el que los periodistas opinamos de lo divino y lo humano sin que, a veces, los propietarios de los medios incidan o recomienden, lo cual hacen, eso sí, cuando algún desliz lleva a empleados suyos a usar el medio para difundir opiniones que afecten sus intereses. Lo que no sería tan complicado si los propietarios de los medios no tuvieran que defender intereses políticos y, a veces, hasta económicos.
Tampoco sería tan grave si la independencia, autonomía y libertad de los periodistas no estuviera, en ocasiones, comprometida debido a que por un lado, tenemos que vender publicidad para generar ingresos, por el otro no desaparecen las sombras de organizaciones al margen de la ley y, bueno porque, también “tenemos nuestro corazoncito”.
Es esperable, lo aseguro, que los periodistas asumamos posiciones críticas contra quienes siendo clientes también son fuente de información, pero el fantasma de la manipulación no se espanta a sombrerazos, mucho menos si se hace con los mismos sombreros que pasamos de cliente en cliente esperando ganar para vivir.
Esto es como una navaja de múltiples filos por donde tenemos que caminar los formadores de opinión. El escenario tiene enormes repercusiones cuando de radio se trata, porque es el medio de más alta y amplia cobertura. Igualmente porque sus contenidos inciden en el pensamiento, la actitud y la cultura de los oyentes, especialmente, de sectores populares con escasa formación e información. Quienes están menos informados contarán con menos elementos para definir y decidirse frente a un hecho.
Sano sería entonces que si bien la opinión, el editorial, el comentario, el chisme, no desaparecerán, vendría bien un elemento diferenciador. Las radiodifusoras deberían dedicar más tiempo a la cultura, el trabajo social, a la cultura ciudadana, medio amiente, competitividad. Al tiempo, rotular los segmentos de opinión, que para el caso de Valledupar ocupan buena parte de las franjas a las que debería dedicarse la información. Rotularlos diciendo que se trata de un comentario, que se trata de mi opinión comentario, para que los oyentes sean concientes de ello y no lo asuman como información.
Pensemos un momento en la larga discusión sobre la objetividad de la información. Es decir, ocurre un hecho y un periodista lo ve o se lo cuentan y lo narra a sus lectores u oyentes. Aún siendo verdad y teniendo certeza de ello, existe un enorme riesgo de que prioricen o exageren elementos, contenidos y, al tiempo, se menosprecien o descuiden otros. Esa es una subjetividad sana porque ocurre de buena fe. Pensemos entonces si la noticia tiene riesgos de subjetividad, ¿se imaginan el enorme riesgo de subjetividad que tiene la opinión? Entonces es mejor evitarla o presentarla diciendo que se trata de una visión muy personal.
SABLAZO
Reconociendo que mi rural criterio sobre las exquisiteces de la pintura y la escultura no me dan para mucho, creo reiterar como comenté en una columna pasada, que el afiche del Festival es de una simpleza que desconcierta. No comparto los comentarios de quienes dicen que en Valledupar hay mucha gente corroncha. Pero si aceptar que el afiche de El País Vallenato es hermoso y que lo que va mostrando La Pilonera Mayor es horrendo, es corronchera, pues somos unos corronchos. ¿Qué dirán, entonces de los atanqueros, que ahora expulsaron el acordeón de su territorio? Pedro García debe estarse retorciendo en el cielo.