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Columnista - 14 enero, 2014

La hidalguía López

Por: Antonio María Araujo. Con el deceso de Diomedes Díaz confirmamos algo que todos sabíamos pero que necesitaba de la muerte para trascender a la inmortalidad; me refiero a la irrepetible influencia musical de ‘El Cacique de La Junta’, la cual será imposible de igualar por los cantantes vallenatos de esta generación. Nos lo anunciaron […]

Por: Antonio María Araujo.

Con el deceso de Diomedes Díaz confirmamos algo que todos sabíamos pero que necesitaba de la muerte para trascender a la inmortalidad; me refiero a la irrepetible influencia musical de ‘El Cacique de La Junta’, la cual será imposible de igualar por los cantantes vallenatos de esta generación. Nos lo anunciaron los grandes canales de televisión del país, los más importantes periódicos del mundo registraron la noticia y a nivel local, nos convertimos en el destino de muchos visitantes que vinieron al sepelio y hoy aún siguen llegando a visitar la bóveda donde reposan sus restos, convirtiéndose ésta en un sitio turístico entre los tantos que tiene Valledupar para mostrarle al mundo.

En consonancia y no menos grande es la muestra de nobleza y generosidad que tuvieron los miembros de la Dinastía López, cuando tomaron la voluntaria decisión de renunciar al homenaje que este año les tenía preparado la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata, dejando que el personaje central del evento folclórico musical de abril sea el recién desaparecido cantautor guajiro.

Con este gesto, Pablo, Migue, Álvaro, Navín y los herederos de ‘El Debe’ (q.e.p.d.), nos enseñaron que el talante de buenos seres humanos superó su grandeza folclórica. Los acordeones que coronaron cuatro reyes del Festival Vallenato y la caja que se ha paseado por los escenarios más exclusivos del mundo abriendo las puertas de las más selectas relaciones públicas, conjugaron sinfonías para interpretar el solemne himno de la amistad a un hombre que comenzó y terminó su éxito terrenal unido a la familia de acordeoneros de La Paz. El mismo que en sus inicios saboreó las interpretaciones imperecederas acompañado de Elberto ‘El Debe’ López y que con Álvaro caminó sobre los melodiosas armonías, arrancando los aplausos que lo dejaron en la puerta de la perpetuidad.

No es descabellado afirmar que la carrera musical de Diomedes Díaz estuvo tutelada de principio a fin por la familia López. Ascendencia que se refrenda en el último trabajo discográfico, ‘La vida del artista’, considerado como el mejor de los últimos tiempos, en el que hace un reconocimiento a su primigenio gusto musical por lo autóctono, grabando la canción ‘Humilde viajero’ de Edilberto Daza, la cual fue prensada en su momento por Miguel López y Fredy Peralta, además de revivir los arreglos que con anterioridad este mismo rey vallenato hiciera en el merengue ‘Juana Bautista’ y que Álvaro repitió al comienzo de la canción de Máximo Movil que le da el nombre al disco compacto.

Entonces sin mezquindades tenemos que destacar públicamente la hidalguía de los López, quienes bajo el liderazgo de Pablo, Pablón para sus amigos del Caribe y Pablito para los del interior, junto a la picardía cadenciosa de Migue, la pegajosa melodía de Álvaro y la impecable ejecución instrumental de Navín, plasmaron su filantropía sentimental en una decisión que los hace inmensos y que en su momento el mundo del vallenato tendrá que reconocer y ponderar.

Columnista
14 enero, 2014

La hidalguía López

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Antonio María Araujo

Por: Antonio María Araujo. Con el deceso de Diomedes Díaz confirmamos algo que todos sabíamos pero que necesitaba de la muerte para trascender a la inmortalidad; me refiero a la irrepetible influencia musical de ‘El Cacique de La Junta’, la cual será imposible de igualar por los cantantes vallenatos de esta generación. Nos lo anunciaron […]


Por: Antonio María Araujo.

Con el deceso de Diomedes Díaz confirmamos algo que todos sabíamos pero que necesitaba de la muerte para trascender a la inmortalidad; me refiero a la irrepetible influencia musical de ‘El Cacique de La Junta’, la cual será imposible de igualar por los cantantes vallenatos de esta generación. Nos lo anunciaron los grandes canales de televisión del país, los más importantes periódicos del mundo registraron la noticia y a nivel local, nos convertimos en el destino de muchos visitantes que vinieron al sepelio y hoy aún siguen llegando a visitar la bóveda donde reposan sus restos, convirtiéndose ésta en un sitio turístico entre los tantos que tiene Valledupar para mostrarle al mundo.

En consonancia y no menos grande es la muestra de nobleza y generosidad que tuvieron los miembros de la Dinastía López, cuando tomaron la voluntaria decisión de renunciar al homenaje que este año les tenía preparado la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata, dejando que el personaje central del evento folclórico musical de abril sea el recién desaparecido cantautor guajiro.

Con este gesto, Pablo, Migue, Álvaro, Navín y los herederos de ‘El Debe’ (q.e.p.d.), nos enseñaron que el talante de buenos seres humanos superó su grandeza folclórica. Los acordeones que coronaron cuatro reyes del Festival Vallenato y la caja que se ha paseado por los escenarios más exclusivos del mundo abriendo las puertas de las más selectas relaciones públicas, conjugaron sinfonías para interpretar el solemne himno de la amistad a un hombre que comenzó y terminó su éxito terrenal unido a la familia de acordeoneros de La Paz. El mismo que en sus inicios saboreó las interpretaciones imperecederas acompañado de Elberto ‘El Debe’ López y que con Álvaro caminó sobre los melodiosas armonías, arrancando los aplausos que lo dejaron en la puerta de la perpetuidad.

No es descabellado afirmar que la carrera musical de Diomedes Díaz estuvo tutelada de principio a fin por la familia López. Ascendencia que se refrenda en el último trabajo discográfico, ‘La vida del artista’, considerado como el mejor de los últimos tiempos, en el que hace un reconocimiento a su primigenio gusto musical por lo autóctono, grabando la canción ‘Humilde viajero’ de Edilberto Daza, la cual fue prensada en su momento por Miguel López y Fredy Peralta, además de revivir los arreglos que con anterioridad este mismo rey vallenato hiciera en el merengue ‘Juana Bautista’ y que Álvaro repitió al comienzo de la canción de Máximo Movil que le da el nombre al disco compacto.

Entonces sin mezquindades tenemos que destacar públicamente la hidalguía de los López, quienes bajo el liderazgo de Pablo, Pablón para sus amigos del Caribe y Pablito para los del interior, junto a la picardía cadenciosa de Migue, la pegajosa melodía de Álvaro y la impecable ejecución instrumental de Navín, plasmaron su filantropía sentimental en una decisión que los hace inmensos y que en su momento el mundo del vallenato tendrá que reconocer y ponderar.