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Columnista - 8 febrero, 2023

La gran alianza

Todo aquel que sepa hacer lecturas políticas coincidirá conmigo en que Valledupar y el Cesar viven el mismo ambiente de decepción.

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Todo aquel que sepa hacer lecturas políticas coincidirá conmigo en que Valledupar y el Cesar viven el mismo ambiente de decepción, fastidio y una sensación de menosprecio contra todo aquello que represente a los mismos grupos políticos que han manejado sus destinos en los últimos 20 años, algo muy similar a lo vivido en las elecciones presidenciales de mayo y junio del 2022 que le dio el triunfo a la izquierda en Colombia. 

El caso es que los problemas de la ciudad empezaron cuando políticos inescrupulosos con el afán de lavar su imagen y blanquear sus fortunas mal habidas incursionaron en la política con una nueva forma de ganar elecciones y es con la inyección de miles de millones lo que generó una nueva dinámica al mejor estilo de una subasta en donde quien ofrezca más se queda con el botín, en este caso el presupuesto público. 

Es por ello que una vez el mandatario asume sus funciones solo se convierte en un notario y gobernante por interpuesta persona que solo tiene como único objetivo recuperar su millonaria inversión a través de aquellas obras donde el cemento, la varilla y el material de arrastre son el ingrediente principal, es decir, son las que mayor inversión requieren así no beneficien a nadie (parques, monumentos, y por supuesto elefantes blancos).

Esta dinámica llevó a la ciudad y al departamento a las condiciones en las que se encuentran actualmente, que por ser un tema de absoluto conocimiento y en donde han corrido ríos de tinta, no serán motivo de mención; pero la conclusión final es que de continuar este mismo estilo de elecciones la ciudad va a colapsar pues al no haber una visión clara de ciudad, ni un plan de inversiones serio y concertado con la ciudadanía y los actores principales de la sociedad, han llevado a que los mandatarios en una desbordada actitud de inspiración se saquen de la manga obras e inversiones que solo tienen un único fin, alimentar la corrupción y garantizar el retorno de las inversiones de los financiadores que dicho sea de paso no viven en la ciudad por tanto les importa un comino si la ciudad se cae a pedazos con tal de cerrar sus negocios.

Este ambiente está generando que fuerzas de verdad independientes, empresarios (los verdaderos), académicos, líderes sociales (Los de verdad), artistas, gremios, jóvenes entre muchos estén pensando por primera vez quitarle el manejo de los recursos a los políticos, es decir arrebatarles la ciudad y empezar a construir una visión que nos permita proyectarnos por los próximos 50 años donde por supuesto temas como el agua, infraestructura transversal, civismo, generación de empleo con competitividad, mitigación del hambre, movilidad y por supuesto la construcción de una nueva sociedad que se enamore de su ciudad sean el eje central.

He participado en varias reuniones de este tipo donde por primera vez veo un elemento común y es la oportunidad que todas esas fuerzas independientes depongan sus egos y pongan por encima el bien supremo y es el rescate de la ciudad, pero con una manera diferente de llegar al poder municipal y por qué no departamental y ese elemento no puede ser una competencia de quien pone más dinero pues estaríamos jugando a lo mismo, porque si ese gran movimiento cívico independiente logra conseguir por ejemplo dos mil millones de pesos, ellos consiguen cincuenta mil y así sucesivamente. No, esa no puede ser la campaña, si el actual alcalde de Cúcuta Jairo Yáñez Rodríguez hizo su campaña con un megáfono y le ganó la alcaldía a los clanes, acá también se puede.  

Hay mal contados alrededor de 30 precandidatos a la alcaldía de Valledupar, algunos con el cinismo de presentar sus nombres como la solución a los problemas que ellos mismos ayudaron a crear y creen torpemente que por camuflarse en recolección de firmas engañarán a la ciudad sabiendo que al final harán lo mismo de siempre, vender sus caudales electorales al mejor postor, otros se animan porque ven una forma fácil de hacer capital a expensas del erario y otros aún les preocupa lo que pase en su ciudad, entre estos últimos hay esperanza si logran concertar con esta nueva fuerza.

Se necesita un alcalde para Valledupar y no de Valledupar, porque la ciudad necesita ser reconstruida urgentemente.

Columnista
8 febrero, 2023

La gran alianza

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Eloy Gutiérrez Anaya

Todo aquel que sepa hacer lecturas políticas coincidirá conmigo en que Valledupar y el Cesar viven el mismo ambiente de decepción.


Todo aquel que sepa hacer lecturas políticas coincidirá conmigo en que Valledupar y el Cesar viven el mismo ambiente de decepción, fastidio y una sensación de menosprecio contra todo aquello que represente a los mismos grupos políticos que han manejado sus destinos en los últimos 20 años, algo muy similar a lo vivido en las elecciones presidenciales de mayo y junio del 2022 que le dio el triunfo a la izquierda en Colombia. 

El caso es que los problemas de la ciudad empezaron cuando políticos inescrupulosos con el afán de lavar su imagen y blanquear sus fortunas mal habidas incursionaron en la política con una nueva forma de ganar elecciones y es con la inyección de miles de millones lo que generó una nueva dinámica al mejor estilo de una subasta en donde quien ofrezca más se queda con el botín, en este caso el presupuesto público. 

Es por ello que una vez el mandatario asume sus funciones solo se convierte en un notario y gobernante por interpuesta persona que solo tiene como único objetivo recuperar su millonaria inversión a través de aquellas obras donde el cemento, la varilla y el material de arrastre son el ingrediente principal, es decir, son las que mayor inversión requieren así no beneficien a nadie (parques, monumentos, y por supuesto elefantes blancos).

Esta dinámica llevó a la ciudad y al departamento a las condiciones en las que se encuentran actualmente, que por ser un tema de absoluto conocimiento y en donde han corrido ríos de tinta, no serán motivo de mención; pero la conclusión final es que de continuar este mismo estilo de elecciones la ciudad va a colapsar pues al no haber una visión clara de ciudad, ni un plan de inversiones serio y concertado con la ciudadanía y los actores principales de la sociedad, han llevado a que los mandatarios en una desbordada actitud de inspiración se saquen de la manga obras e inversiones que solo tienen un único fin, alimentar la corrupción y garantizar el retorno de las inversiones de los financiadores que dicho sea de paso no viven en la ciudad por tanto les importa un comino si la ciudad se cae a pedazos con tal de cerrar sus negocios.

Este ambiente está generando que fuerzas de verdad independientes, empresarios (los verdaderos), académicos, líderes sociales (Los de verdad), artistas, gremios, jóvenes entre muchos estén pensando por primera vez quitarle el manejo de los recursos a los políticos, es decir arrebatarles la ciudad y empezar a construir una visión que nos permita proyectarnos por los próximos 50 años donde por supuesto temas como el agua, infraestructura transversal, civismo, generación de empleo con competitividad, mitigación del hambre, movilidad y por supuesto la construcción de una nueva sociedad que se enamore de su ciudad sean el eje central.

He participado en varias reuniones de este tipo donde por primera vez veo un elemento común y es la oportunidad que todas esas fuerzas independientes depongan sus egos y pongan por encima el bien supremo y es el rescate de la ciudad, pero con una manera diferente de llegar al poder municipal y por qué no departamental y ese elemento no puede ser una competencia de quien pone más dinero pues estaríamos jugando a lo mismo, porque si ese gran movimiento cívico independiente logra conseguir por ejemplo dos mil millones de pesos, ellos consiguen cincuenta mil y así sucesivamente. No, esa no puede ser la campaña, si el actual alcalde de Cúcuta Jairo Yáñez Rodríguez hizo su campaña con un megáfono y le ganó la alcaldía a los clanes, acá también se puede.  

Hay mal contados alrededor de 30 precandidatos a la alcaldía de Valledupar, algunos con el cinismo de presentar sus nombres como la solución a los problemas que ellos mismos ayudaron a crear y creen torpemente que por camuflarse en recolección de firmas engañarán a la ciudad sabiendo que al final harán lo mismo de siempre, vender sus caudales electorales al mejor postor, otros se animan porque ven una forma fácil de hacer capital a expensas del erario y otros aún les preocupa lo que pase en su ciudad, entre estos últimos hay esperanza si logran concertar con esta nueva fuerza.

Se necesita un alcalde para Valledupar y no de Valledupar, porque la ciudad necesita ser reconstruida urgentemente.