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Columnista - 6 enero, 2022

La gerencia pública moderna

Un buen gerente público debe hacer uso de algo que los estudiosos han denominado pensamiento estratégico, lo cual hace énfasis en el carácter de estratega que debe poseer el directivo de toda organización o entidad oficial. 

El mundo moderno bien podría llamarse la era de los gerentes. Día tras día, cada vez toma mayor fuerza la tendencia que plantea la figura del gerente como el elemento fundamental para cualquier tipo de organización, tanto que trascendió con mucha fuerza al sector público. Se trata de la gerencia pública moderna, eje en torno al cual gira todo  proceso administrativo de una empresa o entidad.

¿Pero en qué consiste la gerencia pública moderna?  En el pasado y en la mayoría de países del mundo el término gerente solo hacía relación a las empresas pertenecientes al sector privado, pero a partir de los años 80 comenzó a imponerse el concepto de gerencia pública moderna, una nueva forma de dirigir lo público, *“una  visión  más  económica  y  gerencial  de  la  administración  gubernamental”.

El concepto de gerencia pública moderna se ha convertido en una teoría muy compleja, ya son muchos los estudios realizados al respecto, los cuales han dado origen a diversas tesis pero que al mismo tiempo tratan de unificar criterios acerca de lo que sería el gerente público ideal.

En ese sentido, se podría decir que en la actualidad no hay programas de educación formal para gerentes públicos, no obstante, todas las teorías y concepciones de la gerencia  pública moderna coinciden en establecer unos parámetros casi que universales para determinar un proceso gerencia eficiente y eficaz en el manejo de las entidades públicas.

Como primera medida un buen gerente público debe hacer uso de algo que los estudiosos han denominado pensamiento estratégico, lo cual hace énfasis en el carácter de estratega que debe poseer el directivo de toda organización o entidad oficial.     

En palabras de Kreinter y Kinicki lo  “El gerente público debe ser esencialmente un estratega, con visión de futuro, que pueda interpretar y producir los cambios sin originar conflictos, donde predomine el interés colectivo”.

Desde esa óptica se concibe al gerente público como un buen analista pero con mucha capacidad para actuar y aplicar sus teorías, es decir, un líder teórico pero con muy buenos resultados en el terreno de lo práctico, superando todos los retos y desafíos del mundo cambiante y en constante evolución.  

Todas las teorías apuntan al desarrollo de unas etapas esenciales encaminadas al desarrollo de un exitoso proceso gerencial, tales como la planeación, organización, acción, evaluación y verificación de resultados.

Durante  el desarrollo de cada una de estas etapas debe darse una articulación perfecta entre el recurso humano y el aspecto técnico. Se requiere buena interacción de todos los elementos  que integran los distintos niveles jerárquicos de la organización, donde los miembros de todos los departamentos y áreas laborales tienen que actuar unidos hacia la búsqueda de un objetivo común  y para ello deben hablar un mismo lenguaje en aras de lograr las metas previstas por la entidad.      

El primer elemento esencial que debe poseer el gerente público es el conocimiento, estar capacitado, preparado y bien enterado de todo lo concerniente a la entidad o empresa que dirige, sin esta condición sería casi imposible el logro de un proceso gerencial exitoso.

En ese mismo orden y tras definir de manera clara el norte de la empresa o entidad, el gerente debe poner en práctica un sistema integral de gestión de la calidad que abarque todas las escalas de la organización o empresa, en especial el talento humano que es el elemento transformador de la realidad.       

Todo esto acompañado de un sistema general de información administrativa que le permitirá conocer de manera pormenorizada todo el acontecer tanto interno como externo de la empresa y en esa forma podrá reaccionar  a tiempo frente a todas las eventuales amenazas y oportunidades que rodeen a la organización y su entorno.  

Por Oscar Martínez Ortiz

Columnista
6 enero, 2022

La gerencia pública moderna

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Oscar Martínez Ortiz

Un buen gerente público debe hacer uso de algo que los estudiosos han denominado pensamiento estratégico, lo cual hace énfasis en el carácter de estratega que debe poseer el directivo de toda organización o entidad oficial. 


El mundo moderno bien podría llamarse la era de los gerentes. Día tras día, cada vez toma mayor fuerza la tendencia que plantea la figura del gerente como el elemento fundamental para cualquier tipo de organización, tanto que trascendió con mucha fuerza al sector público. Se trata de la gerencia pública moderna, eje en torno al cual gira todo  proceso administrativo de una empresa o entidad.

¿Pero en qué consiste la gerencia pública moderna?  En el pasado y en la mayoría de países del mundo el término gerente solo hacía relación a las empresas pertenecientes al sector privado, pero a partir de los años 80 comenzó a imponerse el concepto de gerencia pública moderna, una nueva forma de dirigir lo público, *“una  visión  más  económica  y  gerencial  de  la  administración  gubernamental”.

El concepto de gerencia pública moderna se ha convertido en una teoría muy compleja, ya son muchos los estudios realizados al respecto, los cuales han dado origen a diversas tesis pero que al mismo tiempo tratan de unificar criterios acerca de lo que sería el gerente público ideal.

En ese sentido, se podría decir que en la actualidad no hay programas de educación formal para gerentes públicos, no obstante, todas las teorías y concepciones de la gerencia  pública moderna coinciden en establecer unos parámetros casi que universales para determinar un proceso gerencia eficiente y eficaz en el manejo de las entidades públicas.

Como primera medida un buen gerente público debe hacer uso de algo que los estudiosos han denominado pensamiento estratégico, lo cual hace énfasis en el carácter de estratega que debe poseer el directivo de toda organización o entidad oficial.     

En palabras de Kreinter y Kinicki lo  “El gerente público debe ser esencialmente un estratega, con visión de futuro, que pueda interpretar y producir los cambios sin originar conflictos, donde predomine el interés colectivo”.

Desde esa óptica se concibe al gerente público como un buen analista pero con mucha capacidad para actuar y aplicar sus teorías, es decir, un líder teórico pero con muy buenos resultados en el terreno de lo práctico, superando todos los retos y desafíos del mundo cambiante y en constante evolución.  

Todas las teorías apuntan al desarrollo de unas etapas esenciales encaminadas al desarrollo de un exitoso proceso gerencial, tales como la planeación, organización, acción, evaluación y verificación de resultados.

Durante  el desarrollo de cada una de estas etapas debe darse una articulación perfecta entre el recurso humano y el aspecto técnico. Se requiere buena interacción de todos los elementos  que integran los distintos niveles jerárquicos de la organización, donde los miembros de todos los departamentos y áreas laborales tienen que actuar unidos hacia la búsqueda de un objetivo común  y para ello deben hablar un mismo lenguaje en aras de lograr las metas previstas por la entidad.      

El primer elemento esencial que debe poseer el gerente público es el conocimiento, estar capacitado, preparado y bien enterado de todo lo concerniente a la entidad o empresa que dirige, sin esta condición sería casi imposible el logro de un proceso gerencial exitoso.

En ese mismo orden y tras definir de manera clara el norte de la empresa o entidad, el gerente debe poner en práctica un sistema integral de gestión de la calidad que abarque todas las escalas de la organización o empresa, en especial el talento humano que es el elemento transformador de la realidad.       

Todo esto acompañado de un sistema general de información administrativa que le permitirá conocer de manera pormenorizada todo el acontecer tanto interno como externo de la empresa y en esa forma podrá reaccionar  a tiempo frente a todas las eventuales amenazas y oportunidades que rodeen a la organización y su entorno.  

Por Oscar Martínez Ortiz