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Columnista - 18 mayo, 2015

La Generación Ni-ni

La glorificación del trabajo promovida por los pensadores de la Ilustración transformó la sociedad de entonces en una sociedad de trabajadores, pero nunca ha garantizado ocupación remunerada para todos. El desempleo es un fenómeno inherente al modelo de producción imperante en el mundo, y afecta de distinta manera y con variada intensidad a las regiones […]

La glorificación del trabajo promovida por los pensadores de la Ilustración transformó la sociedad de entonces en una sociedad de trabajadores, pero nunca ha garantizado ocupación remunerada para todos. El desempleo es un fenómeno inherente al modelo de producción imperante en el mundo, y afecta de distinta manera y con variada intensidad a las regiones y a sus pobladores
Cada día son millones los trabajadores sin empleo, que se despiertan pensando: ¿Qué hacer?, ¿a dónde ir?, ¿a quién contactar?

Al desempleo “tradicional” y crónico de los adultos se viene sumando, desde hace un tiempo, otro fenómeno social muy preocupante y peligroso: El ocio total de la llamada Generación “Ni-ni”. Son jóvenes, entre 15 y 24 años, que no estudian y tampoco trabajan; carecen de un proyecto de vida, de perspectivas de desarrollo personal, se muestran temerosos, pesimistas, desmotivados, indecisos, frustrados y a veces desesperados. Algunos se cansaron de estudiar y desertaron, otros piensan que aunque terminarán los estudios no habría un trabajo después; los invade la desesperanza propia de sociedades desiguales, excluyentes, intolerantes, discriminadoras, marcadamente clasistas, elitistas, que niegan la igualdad de oportunidades a todos los ciudadanos, y para colmo, les enrostran un consumismo voraz que se confunde con modernidad y desarrollo.

Los jóvenes que no trabajan ni estudian ni se forman para un oficio pertenecen a todos los sectores de la sociedad. Algunos hacen parte de las capas medias y aunque nacieron en un ambiente de avanzadas tecnologías, aprendizajes fáciles y ciertas comodidades, se enfrentan a un mercado laboral tan exigente como despiadado en términos de condiciones laborales, lo cual a su vez desestimula la búsqueda de trabajo. Pero, sin duda, los índices más altos de ocio juvenil se dan en los grupos familiares afectados por bajos ingresos, conflictos interpersonales, desequilibrio familiar o padres absorbidos por la llamada economía informal (de rebusque).

El incremento constante del total de jóvenes ociosos representa una amenaza social. Son un grupo vulnerable que a menudo es captado por la delincuencia organizada que ofrece resultados económicos elevados y rápidos. Esto explica, parcialmente, la inseguridad urbana y los altos índices delincuenciales entre jóvenes.
Según la OIT en Latinoamérica hay 108 millones de jóvenes; un 21% de ellos ni estudia ni trabaja. En Centroamérica el porcentaje se acerca al 31%. En Suramérica los países más afectados son Méjico (23.7%), Colombia (23.4%) y Perú (23%). En Colombia, además, el 53% de los jóvenes ocupados está en la economía informal.

La juventud colombiana enfrenta una severa crisis laboral. El desafío es enorme, el problema demanda atención prioritaria.

Columnista
18 mayo, 2015

La Generación Ni-ni

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Imelda Daza Cotes

La glorificación del trabajo promovida por los pensadores de la Ilustración transformó la sociedad de entonces en una sociedad de trabajadores, pero nunca ha garantizado ocupación remunerada para todos. El desempleo es un fenómeno inherente al modelo de producción imperante en el mundo, y afecta de distinta manera y con variada intensidad a las regiones […]


La glorificación del trabajo promovida por los pensadores de la Ilustración transformó la sociedad de entonces en una sociedad de trabajadores, pero nunca ha garantizado ocupación remunerada para todos. El desempleo es un fenómeno inherente al modelo de producción imperante en el mundo, y afecta de distinta manera y con variada intensidad a las regiones y a sus pobladores
Cada día son millones los trabajadores sin empleo, que se despiertan pensando: ¿Qué hacer?, ¿a dónde ir?, ¿a quién contactar?

Al desempleo “tradicional” y crónico de los adultos se viene sumando, desde hace un tiempo, otro fenómeno social muy preocupante y peligroso: El ocio total de la llamada Generación “Ni-ni”. Son jóvenes, entre 15 y 24 años, que no estudian y tampoco trabajan; carecen de un proyecto de vida, de perspectivas de desarrollo personal, se muestran temerosos, pesimistas, desmotivados, indecisos, frustrados y a veces desesperados. Algunos se cansaron de estudiar y desertaron, otros piensan que aunque terminarán los estudios no habría un trabajo después; los invade la desesperanza propia de sociedades desiguales, excluyentes, intolerantes, discriminadoras, marcadamente clasistas, elitistas, que niegan la igualdad de oportunidades a todos los ciudadanos, y para colmo, les enrostran un consumismo voraz que se confunde con modernidad y desarrollo.

Los jóvenes que no trabajan ni estudian ni se forman para un oficio pertenecen a todos los sectores de la sociedad. Algunos hacen parte de las capas medias y aunque nacieron en un ambiente de avanzadas tecnologías, aprendizajes fáciles y ciertas comodidades, se enfrentan a un mercado laboral tan exigente como despiadado en términos de condiciones laborales, lo cual a su vez desestimula la búsqueda de trabajo. Pero, sin duda, los índices más altos de ocio juvenil se dan en los grupos familiares afectados por bajos ingresos, conflictos interpersonales, desequilibrio familiar o padres absorbidos por la llamada economía informal (de rebusque).

El incremento constante del total de jóvenes ociosos representa una amenaza social. Son un grupo vulnerable que a menudo es captado por la delincuencia organizada que ofrece resultados económicos elevados y rápidos. Esto explica, parcialmente, la inseguridad urbana y los altos índices delincuenciales entre jóvenes.
Según la OIT en Latinoamérica hay 108 millones de jóvenes; un 21% de ellos ni estudia ni trabaja. En Centroamérica el porcentaje se acerca al 31%. En Suramérica los países más afectados son Méjico (23.7%), Colombia (23.4%) y Perú (23%). En Colombia, además, el 53% de los jóvenes ocupados está en la economía informal.

La juventud colombiana enfrenta una severa crisis laboral. El desafío es enorme, el problema demanda atención prioritaria.