La “Generación de cristal” es un término que se hizo viral y se refiere a los jóvenes nacidos después del año 2000, quienes según la filósofa Monserrat Nebrera, “pueden llegar a ser más frágiles.
“A mí, mis padres me pegaban y aquí estoy bien”, “de niño nunca me llevaron al psicólogo y nada resultó mal” o “en mi casa no se hacía lo que yo quería sino lo que mandaran mis padres” son algunos de los comentarios que cada día son más comunes cuando las personas se refieren a la generación Z o más comúnmente conocida como “Generación de cristal”.
La “Generación de cristal” es un término que se hizo viral gracias a las plataformas digitales y se refiere a los jóvenes nacidos después del año 2000, quienes según la filósofa Monserrat Nebrera, “pueden llegar a ser más frágiles, inestables o inseguros, pueden llegar a tener poca tolerancia a la crítica, al rechazo y la frustración, en consecuencia de que son criados por personas que vivieron épocas de carencia y han trabajado por darles todo para que no les falte nada como a ellos en su momento”.
Según la directora del programa de Psicología de Areandina sede Valledupar, Jessica Mejía, a pesar de que a esta generación se le ha culpado de quejarse de todo y de tener una baja tolerancia a la frustración, es también una generación que no se conforma con seguir los parámetros establecidos y que no tiene miedo a hablar ante las injusticias.
“No es precisamente una generación frágil, es una generación que ha crecido en un contexto en el que está bien demostrar que se es vulnerable, por consiguiente, no son débiles, porque a diferencia de las generaciones pasadas, no le temen a cuestionar lo que consideran no está bien, han sido una generación a la que padres y cuidadores le expresan el afecto de forma más abierta, con palabras de amor y aprobación, pero también son una generación más expuesta a la presión de grupo y la crítica social”, explica la directora Mejía
Una de las críticas más comunes a esta generación es la sobreprotección con la que muchos han crecido, dado que hubo un cambio en la crianza y educación por parte de los padres, ahora se expresa con más frecuencia y naturalidad el amor que sienten por sus hijos; diferente a la que tuvieron las demás generaciones cuya crianza era mucho más estricta, basada en el orden, la disciplina, la enseñanza de valores y en muchos casos, se daba poca importancia a verbalizar para los hijos las palabras de afecto y de aprobación.
“Ahí entra el dilema de ¿qué tan objetivos somos cuando señalamos? Sin duda, son generaciones completamente diferentes, pero el crecer bajo una crianza poco permisiva no nos hace más fuertes, ni el crecer en contextos donde prevalecen las emociones los hace débiles; esta generación tiene el reto de cuestionar lo que por años ha sido incuestionable, y esa misma sensibilidad que los caracteriza hace visible las problemáticas sociales y ambientales, esa poca tolerancia a la frustración es lo que los motiva a generar cambios sociales”, afirma la directora Mejía.
En cuanto a la crianza y la sobreprotección, la experta señala que, si bien por su mismo contexto ha sido una generación donde las relaciones sociales se dan en su mayoría a través de la internet, en muchos casos se les cuida en exceso y los jóvenes son más autónomos en la toma de sus decisiones; muchas veces los patrones de protección, son el resultado del miedo de sus padres, o el deseo de que tengan lo que ellos no tuvieron.
El que sea una generación nativa de la internet, ya los hace diferentes a como fueron criadas las generaciones anteriores, esto a su vez, los hace una generación más participativa y activa frente a las causas sociales, jóvenes que tienen que lidiar con la opinión y recriminación a nivel global.
“La misma transformación digital ha llevado a que los jóvenes estén mucho más expuestos a las críticas y a las comparaciones por las redes sociales, lo que puede llevarlos a ser más vulnerables. Sin embargo y a pesar de ello, no han tenido el miedo para defender causas como la contaminación, la corrupción, la violencia, el racismo o la homofobia, luchas que muestran una fortaleza frente a la convicción y decisión de algunos miembros de esta generación, que es tan cuestionada, muchas veces reconocida”, finaliza la académica Mejía.
Solo los años dirán cuáles son los resultados de los elementos de crianza en esta generación. Mientras tanto, padres, madres, cuidadores, se tiene la responsabilidad de criar para la vida, de fortalecer la autoestima, de brindar seguridad, de potencializar habilidades y competencias, de trabajar fuertemente por cuidar la salud mental de los que crían y de los que están siendo criados y formados.
La “Generación de cristal” es un término que se hizo viral y se refiere a los jóvenes nacidos después del año 2000, quienes según la filósofa Monserrat Nebrera, “pueden llegar a ser más frágiles.
“A mí, mis padres me pegaban y aquí estoy bien”, “de niño nunca me llevaron al psicólogo y nada resultó mal” o “en mi casa no se hacía lo que yo quería sino lo que mandaran mis padres” son algunos de los comentarios que cada día son más comunes cuando las personas se refieren a la generación Z o más comúnmente conocida como “Generación de cristal”.
La “Generación de cristal” es un término que se hizo viral gracias a las plataformas digitales y se refiere a los jóvenes nacidos después del año 2000, quienes según la filósofa Monserrat Nebrera, “pueden llegar a ser más frágiles, inestables o inseguros, pueden llegar a tener poca tolerancia a la crítica, al rechazo y la frustración, en consecuencia de que son criados por personas que vivieron épocas de carencia y han trabajado por darles todo para que no les falte nada como a ellos en su momento”.
Según la directora del programa de Psicología de Areandina sede Valledupar, Jessica Mejía, a pesar de que a esta generación se le ha culpado de quejarse de todo y de tener una baja tolerancia a la frustración, es también una generación que no se conforma con seguir los parámetros establecidos y que no tiene miedo a hablar ante las injusticias.
“No es precisamente una generación frágil, es una generación que ha crecido en un contexto en el que está bien demostrar que se es vulnerable, por consiguiente, no son débiles, porque a diferencia de las generaciones pasadas, no le temen a cuestionar lo que consideran no está bien, han sido una generación a la que padres y cuidadores le expresan el afecto de forma más abierta, con palabras de amor y aprobación, pero también son una generación más expuesta a la presión de grupo y la crítica social”, explica la directora Mejía
Una de las críticas más comunes a esta generación es la sobreprotección con la que muchos han crecido, dado que hubo un cambio en la crianza y educación por parte de los padres, ahora se expresa con más frecuencia y naturalidad el amor que sienten por sus hijos; diferente a la que tuvieron las demás generaciones cuya crianza era mucho más estricta, basada en el orden, la disciplina, la enseñanza de valores y en muchos casos, se daba poca importancia a verbalizar para los hijos las palabras de afecto y de aprobación.
“Ahí entra el dilema de ¿qué tan objetivos somos cuando señalamos? Sin duda, son generaciones completamente diferentes, pero el crecer bajo una crianza poco permisiva no nos hace más fuertes, ni el crecer en contextos donde prevalecen las emociones los hace débiles; esta generación tiene el reto de cuestionar lo que por años ha sido incuestionable, y esa misma sensibilidad que los caracteriza hace visible las problemáticas sociales y ambientales, esa poca tolerancia a la frustración es lo que los motiva a generar cambios sociales”, afirma la directora Mejía.
En cuanto a la crianza y la sobreprotección, la experta señala que, si bien por su mismo contexto ha sido una generación donde las relaciones sociales se dan en su mayoría a través de la internet, en muchos casos se les cuida en exceso y los jóvenes son más autónomos en la toma de sus decisiones; muchas veces los patrones de protección, son el resultado del miedo de sus padres, o el deseo de que tengan lo que ellos no tuvieron.
El que sea una generación nativa de la internet, ya los hace diferentes a como fueron criadas las generaciones anteriores, esto a su vez, los hace una generación más participativa y activa frente a las causas sociales, jóvenes que tienen que lidiar con la opinión y recriminación a nivel global.
“La misma transformación digital ha llevado a que los jóvenes estén mucho más expuestos a las críticas y a las comparaciones por las redes sociales, lo que puede llevarlos a ser más vulnerables. Sin embargo y a pesar de ello, no han tenido el miedo para defender causas como la contaminación, la corrupción, la violencia, el racismo o la homofobia, luchas que muestran una fortaleza frente a la convicción y decisión de algunos miembros de esta generación, que es tan cuestionada, muchas veces reconocida”, finaliza la académica Mejía.
Solo los años dirán cuáles son los resultados de los elementos de crianza en esta generación. Mientras tanto, padres, madres, cuidadores, se tiene la responsabilidad de criar para la vida, de fortalecer la autoestima, de brindar seguridad, de potencializar habilidades y competencias, de trabajar fuertemente por cuidar la salud mental de los que crían y de los que están siendo criados y formados.