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Columnista - 12 diciembre, 2023

La fiebre de tener mascotas y no hijos

Si bien el centro de Bienestar y Protección Animal dispone de asistencia médica veterinaria, granjas cubierta y descubierta, morgue, salas de urgencias, cirugías, rayos X, toma de muestras, de yeso, observación, laboratorio y unidad de cuidados intensivos, entre otros espacios, que ayudan al bienestar de estas especies, sería de gran utilidad que también alberguen perros callejeros.

Por Miguel Aroca Yepes.

Aunque el concepto de familia interespecie en Colombia no es reconocido por el derecho, lo ideal es que no haya perros callejeros en Valledupar, ilusión que se abriga con la entrada en operación del Centro de Protección y Bienestar Animal para que sirva de hogar a caninos y felinos que pululan con impacto sanitario negativo en la ciudad, a cambio de campañas esporádicas  que siempre han asumido las secretarías de salud en el ámbito municipal y departamental.

Si bien el centro de Bienestar y Protección Animal dispone de asistencia médica veterinaria, granjas cubierta y descubierta, morgue, salas de urgencias, cirugías, rayos X, toma de muestras, de yeso, observación, laboratorio y unidad de cuidados intensivos, entre otros espacios, que ayudan al bienestar de estas especies, sería de gran utilidad que también alberguen perros callejeros.

Aunque la norma no prescribe que los animales puedan ser sujetos de derecho en la medida en que no reconocen ni diferencian el bien del mal, es imposible reclamarles  la capacidad de ser agentes morales, lo cual genera que no quepan dentro de la estructura del derecho. 

La Corte Constitucional abre el debate para definir si las mascotas pueden integrar el núcleo familiar con posibilidad jurídica de otorgarle reconocimiento de compañía como parte de la familia, concepto que no compagina con el derecho, pero muchas uniones deciden tener una mascota en vez de un hijo.

Cada vez es más frecuente escuchar que las parejas, sobre todo las uniones jóvenes, no desean tener hijos, porque no pueden, porque mantenerlos es muy costoso, porque no hay tiempo, porque es mejor viajar y conocer el mundo, porque para qué traer más seres a sufrir, entre otras razones. Ahora, son muchas las relaciones que deciden adoptar una mascota y convertirla en un miembro muy importante del núcleo familiar a costa de grandes esfuerzos financieros y emocionales.

No sería descabellado acometer batidas de perros callejeros en Valledupar para llevarlos al Centro de Protección y Bienestar Animal y esterilizarlos para evitar la superpoblación, en lugar de dejarlos a su suerte en vías públicas, bulevares, jardines, andenes, parques y frentes de inmuebles, donde excretan, y aunque son seres sintientes, sus dueños son indolentes e irresponsables, diferente a las mascotas que tienen otros cuidados y hasta frecuentan los centros comerciales con la permisividad de la misma propiedad horizontal.

Es claro que cada centro comercial dispone de sus reglamentos para aceptar o no mascotas a su interior, situación que igual genera disgusto de parte de quienes consideran  vulnerado su espacio y expuesta su salubridad y la de sus familias por agentes patógenos y cuadros alérgicos que estimula el pelo de perros y gatos, tema documentado por alergólogos e infectólogos.

Según la literatura científica, estos animales son portadores de la bacteria ‘capnocytophaga canimorsus’, causante de gangrena y muerte de personas por amputación de extremidades, atribuidas al contacto de la saliva de caninos y felinos que mucha gente por desconocimiento suele abrazar y besar.

Quienes aman a los animales, en exceso, son capaces de las peores crueldades con los seres humanos, reflexión del nobel de la literatura colombiana, Gabriel García Márquez, que merece el escrutinio del alcalde electo de Valledupar, Ernesto Orozco Duran, al igual que la ‘Reconversión sociolaboral’ de carros de tracción animal que también esparcen sus heces dentro del perímetro urbano, realidad que riñe con la asepsia y sano disfrute  de los vallenatos y vecinos  del Área Metropolitana del Valle del Cacique Upar.

Columnista
12 diciembre, 2023

La fiebre de tener mascotas y no hijos

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Miguel Aroca Yepez

Si bien el centro de Bienestar y Protección Animal dispone de asistencia médica veterinaria, granjas cubierta y descubierta, morgue, salas de urgencias, cirugías, rayos X, toma de muestras, de yeso, observación, laboratorio y unidad de cuidados intensivos, entre otros espacios, que ayudan al bienestar de estas especies, sería de gran utilidad que también alberguen perros callejeros.


Por Miguel Aroca Yepes.

Aunque el concepto de familia interespecie en Colombia no es reconocido por el derecho, lo ideal es que no haya perros callejeros en Valledupar, ilusión que se abriga con la entrada en operación del Centro de Protección y Bienestar Animal para que sirva de hogar a caninos y felinos que pululan con impacto sanitario negativo en la ciudad, a cambio de campañas esporádicas  que siempre han asumido las secretarías de salud en el ámbito municipal y departamental.

Si bien el centro de Bienestar y Protección Animal dispone de asistencia médica veterinaria, granjas cubierta y descubierta, morgue, salas de urgencias, cirugías, rayos X, toma de muestras, de yeso, observación, laboratorio y unidad de cuidados intensivos, entre otros espacios, que ayudan al bienestar de estas especies, sería de gran utilidad que también alberguen perros callejeros.

Aunque la norma no prescribe que los animales puedan ser sujetos de derecho en la medida en que no reconocen ni diferencian el bien del mal, es imposible reclamarles  la capacidad de ser agentes morales, lo cual genera que no quepan dentro de la estructura del derecho. 

La Corte Constitucional abre el debate para definir si las mascotas pueden integrar el núcleo familiar con posibilidad jurídica de otorgarle reconocimiento de compañía como parte de la familia, concepto que no compagina con el derecho, pero muchas uniones deciden tener una mascota en vez de un hijo.

Cada vez es más frecuente escuchar que las parejas, sobre todo las uniones jóvenes, no desean tener hijos, porque no pueden, porque mantenerlos es muy costoso, porque no hay tiempo, porque es mejor viajar y conocer el mundo, porque para qué traer más seres a sufrir, entre otras razones. Ahora, son muchas las relaciones que deciden adoptar una mascota y convertirla en un miembro muy importante del núcleo familiar a costa de grandes esfuerzos financieros y emocionales.

No sería descabellado acometer batidas de perros callejeros en Valledupar para llevarlos al Centro de Protección y Bienestar Animal y esterilizarlos para evitar la superpoblación, en lugar de dejarlos a su suerte en vías públicas, bulevares, jardines, andenes, parques y frentes de inmuebles, donde excretan, y aunque son seres sintientes, sus dueños son indolentes e irresponsables, diferente a las mascotas que tienen otros cuidados y hasta frecuentan los centros comerciales con la permisividad de la misma propiedad horizontal.

Es claro que cada centro comercial dispone de sus reglamentos para aceptar o no mascotas a su interior, situación que igual genera disgusto de parte de quienes consideran  vulnerado su espacio y expuesta su salubridad y la de sus familias por agentes patógenos y cuadros alérgicos que estimula el pelo de perros y gatos, tema documentado por alergólogos e infectólogos.

Según la literatura científica, estos animales son portadores de la bacteria ‘capnocytophaga canimorsus’, causante de gangrena y muerte de personas por amputación de extremidades, atribuidas al contacto de la saliva de caninos y felinos que mucha gente por desconocimiento suele abrazar y besar.

Quienes aman a los animales, en exceso, son capaces de las peores crueldades con los seres humanos, reflexión del nobel de la literatura colombiana, Gabriel García Márquez, que merece el escrutinio del alcalde electo de Valledupar, Ernesto Orozco Duran, al igual que la ‘Reconversión sociolaboral’ de carros de tracción animal que también esparcen sus heces dentro del perímetro urbano, realidad que riñe con la asepsia y sano disfrute  de los vallenatos y vecinos  del Área Metropolitana del Valle del Cacique Upar.