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Editorial - 8 enero, 2025

La extorsión, un monstruo de mil cabezas en el Cesar

A las distintas manifestaciones de violencia conocidas de antaño en nuestra región, tales como el secuestro, el abigeato, accionar de la guerrilla y de autodefensas, además de otros males como la corrupción, ahora aparece un monstruo que se muestra muy temible: la extorsión.

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A las distintas manifestaciones de violencia conocidas de antaño en nuestra región, tales como el secuestro, el abigeato, accionar de la guerrilla y de autodefensas, además de otros males como la corrupción, ahora aparece un monstruo que se muestra muy temible: la extorsión.

En nuestra región son muchos los hechos de extorsión ocurridos en los últimos tiempos que evidencian la vulnerabilidad de los sistemas que deben brindar seguridad a la gente tanto en zonas rurales como urbanas, poniendo de presente que todos estamos propensos a ser víctima de este fantasma de mil cabezas que pareciera incontrolable.

Decimos que se trata de un monstruo de mil cabezas porque este proviene de diversos frentes con dispersas categorías de mando: extorsionan las distintas bandas o clanes del narcotráfico, los grupos de delincuencia común, algunas estructuras guerrilleras, reductos que aún quedan de autodefensas, extorsionan desde las cárceles, en fin desde cualquier lado llegan las llamadas o visitas tenebrosas portando los mensaje de cobros y amenazas.

Este monstruo cada vez aparece con los colmillos más afilados, lo cual se ha visto materializado en los asesinatos y secuestros que han demostrado que las amenazas si se cumplen si las personas abordadas no acceden a las peticiones de los extorsionistas.

Por lo general, el primer grupo de interés para los extorsionistas son los comerciantes, ganaderos, empresarios, campesinos, transportadores, entre otros, y, según algunas versiones, hasta pastores de las iglesias evangélicas, además de funcionarios públicos y ciudadanos comunes.

Nuestros departamentos del Cesar y La Guajira están inmersos en ese tipo de situaciones, lo cual atenta contra su desarrollo económico, la estabilidad social y la tranquilidad de sus habitantes. El auge de la extorsión es una sombra constante que paraliza sectores claves de la economía regional.

La extorsión no solo se manifiesta en las exigencias económicas, sino también en el miedo que infunde en quienes la padecen, forzándolos muchas veces a cerrar sus negocios o abandonar sus actividades productivas. Todos estamos atrapados en una red de zozobra que mina las posibilidades de crecimiento en municipios como Valledupar, La Paz, San Diego, Agustín Codazzi, Curumaní, Bosconia, Aguachica, solo por mencionar algunos.

¿Por qué persiste este flagelo? La extorsión en el Cesar encuentra terreno fértil en la falta de denuncia, motivada por el temor a represalias, y porque la institucionalidad, aunque ha mostrado avances, sigue siendo insuficiente para erradicar este mecanismo de financiación de grupos armados ilegales.

Según reportes recientes, muchas víctimas optan por pagar las extorsiones ante la desconfianza en que las autoridades puedan garantizar su protección o resolver el caso. Esto crea un círculo vicioso que fortalece a los delincuentes y perpetúa el miedo entre la población.

¿Qué hacer en caso de amenaza? Lo primero es presentar denuncia ante la Fiscalía General de la Nación, de forma verbal o escrita, narrando de forma clara y breve los hechos. Si no puede acudir directamente a la Fiscalía, deberá dirigirse al cuadrante de la Policía Nacional más cercano. También podrá solicitar medidas de protección ante la UNP.

Desde aquí lanzamos un SOS para que las autoridades tanto nacionales como regionales asuman el tema como un problema mayor. A grandes males, grandes soluciones.

Editorial
8 enero, 2025

La extorsión, un monstruo de mil cabezas en el Cesar

A las distintas manifestaciones de violencia conocidas de antaño en nuestra región, tales como el secuestro, el abigeato, accionar de la guerrilla y de autodefensas, además de otros males como la corrupción, ahora aparece un monstruo que se muestra muy temible: la extorsión.


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A las distintas manifestaciones de violencia conocidas de antaño en nuestra región, tales como el secuestro, el abigeato, accionar de la guerrilla y de autodefensas, además de otros males como la corrupción, ahora aparece un monstruo que se muestra muy temible: la extorsión.

En nuestra región son muchos los hechos de extorsión ocurridos en los últimos tiempos que evidencian la vulnerabilidad de los sistemas que deben brindar seguridad a la gente tanto en zonas rurales como urbanas, poniendo de presente que todos estamos propensos a ser víctima de este fantasma de mil cabezas que pareciera incontrolable.

Decimos que se trata de un monstruo de mil cabezas porque este proviene de diversos frentes con dispersas categorías de mando: extorsionan las distintas bandas o clanes del narcotráfico, los grupos de delincuencia común, algunas estructuras guerrilleras, reductos que aún quedan de autodefensas, extorsionan desde las cárceles, en fin desde cualquier lado llegan las llamadas o visitas tenebrosas portando los mensaje de cobros y amenazas.

Este monstruo cada vez aparece con los colmillos más afilados, lo cual se ha visto materializado en los asesinatos y secuestros que han demostrado que las amenazas si se cumplen si las personas abordadas no acceden a las peticiones de los extorsionistas.

Por lo general, el primer grupo de interés para los extorsionistas son los comerciantes, ganaderos, empresarios, campesinos, transportadores, entre otros, y, según algunas versiones, hasta pastores de las iglesias evangélicas, además de funcionarios públicos y ciudadanos comunes.

Nuestros departamentos del Cesar y La Guajira están inmersos en ese tipo de situaciones, lo cual atenta contra su desarrollo económico, la estabilidad social y la tranquilidad de sus habitantes. El auge de la extorsión es una sombra constante que paraliza sectores claves de la economía regional.

La extorsión no solo se manifiesta en las exigencias económicas, sino también en el miedo que infunde en quienes la padecen, forzándolos muchas veces a cerrar sus negocios o abandonar sus actividades productivas. Todos estamos atrapados en una red de zozobra que mina las posibilidades de crecimiento en municipios como Valledupar, La Paz, San Diego, Agustín Codazzi, Curumaní, Bosconia, Aguachica, solo por mencionar algunos.

¿Por qué persiste este flagelo? La extorsión en el Cesar encuentra terreno fértil en la falta de denuncia, motivada por el temor a represalias, y porque la institucionalidad, aunque ha mostrado avances, sigue siendo insuficiente para erradicar este mecanismo de financiación de grupos armados ilegales.

Según reportes recientes, muchas víctimas optan por pagar las extorsiones ante la desconfianza en que las autoridades puedan garantizar su protección o resolver el caso. Esto crea un círculo vicioso que fortalece a los delincuentes y perpetúa el miedo entre la población.

¿Qué hacer en caso de amenaza? Lo primero es presentar denuncia ante la Fiscalía General de la Nación, de forma verbal o escrita, narrando de forma clara y breve los hechos. Si no puede acudir directamente a la Fiscalía, deberá dirigirse al cuadrante de la Policía Nacional más cercano. También podrá solicitar medidas de protección ante la UNP.

Desde aquí lanzamos un SOS para que las autoridades tanto nacionales como regionales asuman el tema como un problema mayor. A grandes males, grandes soluciones.