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Columnista - 14 marzo, 2017

La estupidez bajo ruedas

“Un estúpido ilustrado es más estúpido que un estúpido ignorante”. Es inconcebible que personas que conocen la norma de tránsito la infrinjan, lo que pone en riesgo no sólo su propia vida sino la de los demás, comportamiento irracional justificado en aquello de que la costumbre hace ley, lo que ha conllevado a generar caos […]

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“Un estúpido ilustrado es más estúpido que un estúpido ignorante”. Es inconcebible que personas que conocen la norma de tránsito la infrinjan, lo que pone en riesgo no sólo su propia vida sino la de los demás, comportamiento irracional justificado en aquello de que la costumbre hace ley, lo que ha conllevado a generar caos en el tránsito vehicular de Valledupar.

La estupidez es una especie de tendencia moderna que convierte en normal las cosas que no son normales, como ya es frecuente observar que un vehículo avance a otro por la derecha, abusos en los que incurren especialmente conductores de motocicletas y mototaxis que se meten por cualquier atajo.

No deja de ser ésta una maniobra supremamente peligrosa, al quedar expuestos estos malabaristas del timón a ser atropellados y aplastados por pesados tractocamiones y otros automotores que deben girar por la derecha, de ahí que lo legal y prudente sea avanzar por la izquierda.

Es evidente que las glorietas se han desfasado y rezagado sus especificaciones técnicas, inversamente proporcional al flujo vehicular de la ciudad, que faltan vías transversales, que se debe pensar en puentes elevados, etc., pero no menos cierto es la necesidad apremiante de un cambio de actitud en observancia a la norma de tránsito.

Los conductores suelen volarse los semáforos y las señales de pare, no se respetan las cebras para proteger al peatón, confirmando la hipérbole de que aquí mejor se maneja con los ojos cerrados y de rever, mientras la intolerancia que es la representación de la estupidez masiva rige nuestros actos, es cuando surgen los insultos, el maltrato, nos volvemos iracundos y le damos rienda suelta a otras manifestaciones de violencia.

Pero en términos de movilidad, donde se requieren acciones integrales, independiente de la incomodidad, porque el progreso es el cambio de una molestia a otra, es plausible la ecuación planteada entre el alcalde Augusto Ramírez Uhía y el gobernador Francisco Ovalle Angarita, por sacar avante obras que han de mejorar la maltrecha malla vial de Valledupar, plagada de huecos y cráteres, matrimonio que sienta un buen precedente, ya que el divorcio de otros gobiernos no ha sido buen consejero.

Por Miguel Aroca Yepes

 

Columnista
14 marzo, 2017

La estupidez bajo ruedas

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.

“Un estúpido ilustrado es más estúpido que un estúpido ignorante”. Es inconcebible que personas que conocen la norma de tránsito la infrinjan, lo que pone en riesgo no sólo su propia vida sino la de los demás, comportamiento irracional justificado en aquello de que la costumbre hace ley, lo que ha conllevado a generar caos […]


“Un estúpido ilustrado es más estúpido que un estúpido ignorante”. Es inconcebible que personas que conocen la norma de tránsito la infrinjan, lo que pone en riesgo no sólo su propia vida sino la de los demás, comportamiento irracional justificado en aquello de que la costumbre hace ley, lo que ha conllevado a generar caos en el tránsito vehicular de Valledupar.

La estupidez es una especie de tendencia moderna que convierte en normal las cosas que no son normales, como ya es frecuente observar que un vehículo avance a otro por la derecha, abusos en los que incurren especialmente conductores de motocicletas y mototaxis que se meten por cualquier atajo.

No deja de ser ésta una maniobra supremamente peligrosa, al quedar expuestos estos malabaristas del timón a ser atropellados y aplastados por pesados tractocamiones y otros automotores que deben girar por la derecha, de ahí que lo legal y prudente sea avanzar por la izquierda.

Es evidente que las glorietas se han desfasado y rezagado sus especificaciones técnicas, inversamente proporcional al flujo vehicular de la ciudad, que faltan vías transversales, que se debe pensar en puentes elevados, etc., pero no menos cierto es la necesidad apremiante de un cambio de actitud en observancia a la norma de tránsito.

Los conductores suelen volarse los semáforos y las señales de pare, no se respetan las cebras para proteger al peatón, confirmando la hipérbole de que aquí mejor se maneja con los ojos cerrados y de rever, mientras la intolerancia que es la representación de la estupidez masiva rige nuestros actos, es cuando surgen los insultos, el maltrato, nos volvemos iracundos y le damos rienda suelta a otras manifestaciones de violencia.

Pero en términos de movilidad, donde se requieren acciones integrales, independiente de la incomodidad, porque el progreso es el cambio de una molestia a otra, es plausible la ecuación planteada entre el alcalde Augusto Ramírez Uhía y el gobernador Francisco Ovalle Angarita, por sacar avante obras que han de mejorar la maltrecha malla vial de Valledupar, plagada de huecos y cráteres, matrimonio que sienta un buen precedente, ya que el divorcio de otros gobiernos no ha sido buen consejero.

Por Miguel Aroca Yepes