Cada vez que nos reunimos con un grupo de amigos o familiares que ya son padres y tocamos temas como la educación de los hijos, me sorprende como cada pareja se siente orgullosa del nivel de adelanto educativo de sus niños, presumiendo muchas veces de que sus hijos apenas asisten a la escuela y ya […]
Cada vez que nos reunimos con un grupo de amigos o familiares que ya son padres y tocamos temas como la educación de los hijos, me sorprende como cada pareja se siente orgullosa del nivel de adelanto educativo de sus niños, presumiendo muchas veces de que sus hijos apenas asisten a la escuela y ya pueden leer algunas palabras, escriben otras, se saben las capitales de departamentos y del mundo, conocen el nombre de presidentes latinoamericanos, pero jamás hacen público que ellos tienen un grado de analfabetismo afectivo a tal punto que tienen conductas agresivas con las que le reprochan a sus padres el poco tiempo que les dedican. De eso se quejan en secreto esperando que alguien les ayude.
Pareciera que esa tendencia a que la escolarización empiece más temprano obedeciera más a alimentar lo egos de los padres para mostrar que sus hijos están en excelentes colegios y no a tener en cuenta las necesidades de los niños que cada día requieren ambientes favorables para su desarrollo entre los que están el propio hogar como el más adecuado, pero lastimosamente sustituido por las guarderías, jardines y centros de estudios dirigidos.
Con bastante frecuencia mi esposa y yo discutimos el tema de la futura escolarización de nuestro hijo Elías Elías, cuidándonos de que los ejemplos de otras familias no nos condicionen a tomar decisiones a la ligera sobre el momento adecuado para que nuestro niño ingrese a la etapa escolar.
Hoy la complejidad de la modernidad ha obligado a que la pareja trabaje para poder mantener el equilibrio económico en los hogares, lo que ha convertido la permanencia de los niños en casa en una verdadera preocupación, pues no hay quien los cuide.
Bajo la falsa premisa de que los niños hay que generarles mayor independencia para que en el futuro sean personas seguras, cada día los bebés son sacados más tempranos del cuarto de sus padres, cada día son llevados más tempranos a las escuelas, bajo la disculpa del trabajo y la garantía de que no son forzados en su proceso, pues solo van a las escuelas a jugar para que socialicen más rápido. Cada día se les brinda menos afecto y compañía, pues se cree en el mito de que el cariño excesivo es contraproducente para su seguridad, incluso hay quienes defienden que sus hijos han sufrido de mal de cariño porque alguien se excedió en la dosis de afecto.
Lo único cierto es que a nuestros bebés y niños en la temprana edad se les está restringiendo el derecho al afecto y a la ternura, porque sus padres no tienen tiempo para nada. Los niños de esta modernidad no están llenos de cariño en el que puedan desarrollar una seguridad emocional a futuro. Ellos están llenos de juguetes con los que los padres tratan de suplir su poca interacción con ellos, a causa de su trabajo u otras ocupaciones en las que no se pueden desligar las relaciones sociales.
Cada vez más, los niños se desligan de su núcleo familiar y se apegan más a una tabla o juegos interactivos, a la internet y otras formas de compañía virtual, porque cuando bebés nunca se les reforzó la interacción profunda con sus padres, quienes después de algunos años se quejan de que sus niños le prestan más atención a las tablas y teléfonos, olvidando que fueron ellos quienes los lanzaron tempranamente en una escuela para que los entrenaran como maquinitas de conocimiento, lo que los desligó del afecto paternal y maternal, tan necesario para su seguridad emocional.
@Oscararizadaza
Cada vez que nos reunimos con un grupo de amigos o familiares que ya son padres y tocamos temas como la educación de los hijos, me sorprende como cada pareja se siente orgullosa del nivel de adelanto educativo de sus niños, presumiendo muchas veces de que sus hijos apenas asisten a la escuela y ya […]
Cada vez que nos reunimos con un grupo de amigos o familiares que ya son padres y tocamos temas como la educación de los hijos, me sorprende como cada pareja se siente orgullosa del nivel de adelanto educativo de sus niños, presumiendo muchas veces de que sus hijos apenas asisten a la escuela y ya pueden leer algunas palabras, escriben otras, se saben las capitales de departamentos y del mundo, conocen el nombre de presidentes latinoamericanos, pero jamás hacen público que ellos tienen un grado de analfabetismo afectivo a tal punto que tienen conductas agresivas con las que le reprochan a sus padres el poco tiempo que les dedican. De eso se quejan en secreto esperando que alguien les ayude.
Pareciera que esa tendencia a que la escolarización empiece más temprano obedeciera más a alimentar lo egos de los padres para mostrar que sus hijos están en excelentes colegios y no a tener en cuenta las necesidades de los niños que cada día requieren ambientes favorables para su desarrollo entre los que están el propio hogar como el más adecuado, pero lastimosamente sustituido por las guarderías, jardines y centros de estudios dirigidos.
Con bastante frecuencia mi esposa y yo discutimos el tema de la futura escolarización de nuestro hijo Elías Elías, cuidándonos de que los ejemplos de otras familias no nos condicionen a tomar decisiones a la ligera sobre el momento adecuado para que nuestro niño ingrese a la etapa escolar.
Hoy la complejidad de la modernidad ha obligado a que la pareja trabaje para poder mantener el equilibrio económico en los hogares, lo que ha convertido la permanencia de los niños en casa en una verdadera preocupación, pues no hay quien los cuide.
Bajo la falsa premisa de que los niños hay que generarles mayor independencia para que en el futuro sean personas seguras, cada día los bebés son sacados más tempranos del cuarto de sus padres, cada día son llevados más tempranos a las escuelas, bajo la disculpa del trabajo y la garantía de que no son forzados en su proceso, pues solo van a las escuelas a jugar para que socialicen más rápido. Cada día se les brinda menos afecto y compañía, pues se cree en el mito de que el cariño excesivo es contraproducente para su seguridad, incluso hay quienes defienden que sus hijos han sufrido de mal de cariño porque alguien se excedió en la dosis de afecto.
Lo único cierto es que a nuestros bebés y niños en la temprana edad se les está restringiendo el derecho al afecto y a la ternura, porque sus padres no tienen tiempo para nada. Los niños de esta modernidad no están llenos de cariño en el que puedan desarrollar una seguridad emocional a futuro. Ellos están llenos de juguetes con los que los padres tratan de suplir su poca interacción con ellos, a causa de su trabajo u otras ocupaciones en las que no se pueden desligar las relaciones sociales.
Cada vez más, los niños se desligan de su núcleo familiar y se apegan más a una tabla o juegos interactivos, a la internet y otras formas de compañía virtual, porque cuando bebés nunca se les reforzó la interacción profunda con sus padres, quienes después de algunos años se quejan de que sus niños le prestan más atención a las tablas y teléfonos, olvidando que fueron ellos quienes los lanzaron tempranamente en una escuela para que los entrenaran como maquinitas de conocimiento, lo que los desligó del afecto paternal y maternal, tan necesario para su seguridad emocional.
@Oscararizadaza