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Columnista - 9 agosto, 2022

La era Petro, entre simbolismos y esperanzas

Irónicamente hay fuerzas que le van a apostar a que al presidente Petro le vaya mal, primero para poder satisfacer su propio ego y enrostrarle a los 11 millones de votantes que lo eligieron que estaban equivocados

Boton Wpp

Unos minutos después de las tres de la tarde del pasado domingo 7 de agosto, el presidente del congreso Roy Barreras le tomaba el juramento al nuevo presidente de la república de Colombia, Gustavo Francisco Petro Urrego, quien en medio de una inédita posesión llena de simbolismos y con un discurso que ha generado expectativas, se convierte en el primer presidente de izquierda que llega a la Casa de Nariño en medio de una enorme incertidumbre política y económica.

Pero más allá de las escenas anecdóticas como la vivida con la espada de Bolívar, con la cual el expresidente Duque se despide de su presidencia al negar que esta sea sacada de la Casa de Nariño para ser usada en la ceremonia de posesión, el gobierno que entra se enfrenta a retos mucho más desafiantes que la de una acción que los críticos han denominado una pataleta “infantil y mezquina”, la cual quedó conjurada con la primera orden presidencial a la casa militar para que la espada fuera llevada a la tarima como de hecho ocurrió.

Con un gabinete incluyente en donde tienen presencia, comunidades afros, mujeres, miembros de la comunidad LGBTI, académicos, tecnócratas, jóvenes, ambientalistas y por supuesto todas las fuerzas políticas que ayudaron a consolidar el proyecto político que llevó a Gustavo Petro a ganar las elecciones el pasado 19 de junio, se pude evidenciar la fuerte influencia del santismo con Alfonso Prada como nuevo ministro del interior, quien no solo le garantiza una enorme movilidad sino  que facilita las relaciones con el Congreso y las demás fuerzas políticas, manteniéndolas cohesionadas alrededor de la coalición de gobierno que le permitirá adelantar en el primer año las reformas que necesita para cumplir su programa de gobierno denominado “Colombia potencia mundial de la vida”.

Pero la tarea no será fácil en medio de una enorme tensión y con una oposición que no solo se aseguró de dejarle “amarrada” la gestión por lo menos para el primer año de gobierno sino que después de más de veinte años ininterrumpidos deja estratégicamente ubicados a quienes se encargarán de hacerle la vida imposible al nuevo gobierno; recordemos como el gobierno Duque se las arregló para dejar atornillados en cargos clave a muchos de sus amigos y cercanos como el nombramiento de miembros de la junta del Banco de la República, la de Ecopetrol, más de 500 funcionarios en la procuraduría, un fiscal de su entera confianza entre muchísimos otros cargos y contratos firmados a última hora, situación que demandará del nuevo gobierno exigirse al máximo en el manejo de la política.

Reformas que se consideran estratégicas para poder empezar a cumplir su programa de gobierno como la reforma tributaria, a la salud, a las pensiones, el plan de desarrollo, la política, y la transición energética serán la prueba de fuego si se tiene en cuenta que el status quo ha generado multimillonarios beneficios a los grandes conglomerados los cuales han alcanzado enorme poder en el Congreso, en las altas cortes y un lobby internacional que será muy difícil de mover a su favor, sin embargo se respira optimismo.

Otro de los retos a los que deberá enfrentarse el gobierno entrante tiene que ver con un cambio en la visión de la política antidrogas la cual depende casi que en lo absoluto de lo que la Casa Blanca determine, pues suprimir la fumigación con Glifosato como lo plantea el presidente Petro y avanzar hacia una legalización es una apuesta que no genera mucho optimismo si se tiene en cuenta que esta lucha antidrogas alimenta a una de las principales fuentes de ingresos de estados unidos, la industria armamentista y principal excusa para estar presente en esta parte del hemisferio.

Irónicamente hay fuerzas que le van a apostar a que al presidente Petro le vaya mal, primero para poder satisfacer su propio ego y enrostrarle a los 11 millones de votantes que lo eligieron que estaban equivocados, y segundo porque necesitan construir una campaña que logre demostrar que Colombia necesita gobiernos de derecha y que ante un escenario donde se le apunta a la construcción de la paz realmente lo que hay es complacencia con la insurgencia, discurso que tiene muchos adeptos; sin embargo nuestra Colombia lo que sí necesita es que a este gobierno le vaya bien.

Columnista
9 agosto, 2022

La era Petro, entre simbolismos y esperanzas

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Eloy Gutiérrez Anaya

Irónicamente hay fuerzas que le van a apostar a que al presidente Petro le vaya mal, primero para poder satisfacer su propio ego y enrostrarle a los 11 millones de votantes que lo eligieron que estaban equivocados


Unos minutos después de las tres de la tarde del pasado domingo 7 de agosto, el presidente del congreso Roy Barreras le tomaba el juramento al nuevo presidente de la república de Colombia, Gustavo Francisco Petro Urrego, quien en medio de una inédita posesión llena de simbolismos y con un discurso que ha generado expectativas, se convierte en el primer presidente de izquierda que llega a la Casa de Nariño en medio de una enorme incertidumbre política y económica.

Pero más allá de las escenas anecdóticas como la vivida con la espada de Bolívar, con la cual el expresidente Duque se despide de su presidencia al negar que esta sea sacada de la Casa de Nariño para ser usada en la ceremonia de posesión, el gobierno que entra se enfrenta a retos mucho más desafiantes que la de una acción que los críticos han denominado una pataleta “infantil y mezquina”, la cual quedó conjurada con la primera orden presidencial a la casa militar para que la espada fuera llevada a la tarima como de hecho ocurrió.

Con un gabinete incluyente en donde tienen presencia, comunidades afros, mujeres, miembros de la comunidad LGBTI, académicos, tecnócratas, jóvenes, ambientalistas y por supuesto todas las fuerzas políticas que ayudaron a consolidar el proyecto político que llevó a Gustavo Petro a ganar las elecciones el pasado 19 de junio, se pude evidenciar la fuerte influencia del santismo con Alfonso Prada como nuevo ministro del interior, quien no solo le garantiza una enorme movilidad sino  que facilita las relaciones con el Congreso y las demás fuerzas políticas, manteniéndolas cohesionadas alrededor de la coalición de gobierno que le permitirá adelantar en el primer año las reformas que necesita para cumplir su programa de gobierno denominado “Colombia potencia mundial de la vida”.

Pero la tarea no será fácil en medio de una enorme tensión y con una oposición que no solo se aseguró de dejarle “amarrada” la gestión por lo menos para el primer año de gobierno sino que después de más de veinte años ininterrumpidos deja estratégicamente ubicados a quienes se encargarán de hacerle la vida imposible al nuevo gobierno; recordemos como el gobierno Duque se las arregló para dejar atornillados en cargos clave a muchos de sus amigos y cercanos como el nombramiento de miembros de la junta del Banco de la República, la de Ecopetrol, más de 500 funcionarios en la procuraduría, un fiscal de su entera confianza entre muchísimos otros cargos y contratos firmados a última hora, situación que demandará del nuevo gobierno exigirse al máximo en el manejo de la política.

Reformas que se consideran estratégicas para poder empezar a cumplir su programa de gobierno como la reforma tributaria, a la salud, a las pensiones, el plan de desarrollo, la política, y la transición energética serán la prueba de fuego si se tiene en cuenta que el status quo ha generado multimillonarios beneficios a los grandes conglomerados los cuales han alcanzado enorme poder en el Congreso, en las altas cortes y un lobby internacional que será muy difícil de mover a su favor, sin embargo se respira optimismo.

Otro de los retos a los que deberá enfrentarse el gobierno entrante tiene que ver con un cambio en la visión de la política antidrogas la cual depende casi que en lo absoluto de lo que la Casa Blanca determine, pues suprimir la fumigación con Glifosato como lo plantea el presidente Petro y avanzar hacia una legalización es una apuesta que no genera mucho optimismo si se tiene en cuenta que esta lucha antidrogas alimenta a una de las principales fuentes de ingresos de estados unidos, la industria armamentista y principal excusa para estar presente en esta parte del hemisferio.

Irónicamente hay fuerzas que le van a apostar a que al presidente Petro le vaya mal, primero para poder satisfacer su propio ego y enrostrarle a los 11 millones de votantes que lo eligieron que estaban equivocados, y segundo porque necesitan construir una campaña que logre demostrar que Colombia necesita gobiernos de derecha y que ante un escenario donde se le apunta a la construcción de la paz realmente lo que hay es complacencia con la insurgencia, discurso que tiene muchos adeptos; sin embargo nuestra Colombia lo que sí necesita es que a este gobierno le vaya bien.