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Columnista - 27 noviembre, 2019

La envidia

De esto sé que hay aquí. En tan difícil encontrar algo más inútil que el esfuerzo de la gente de buena voluntad para mejorar la triste condición humana. Nadie, por ejemplo, ha podido acabar con la envidia, según se aprecia diariamente. Que tiene más fuerza cuando se está aspirando a una posición o cargo, cuando […]

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De esto sé que hay aquí. En tan difícil encontrar algo más inútil que el esfuerzo de la gente de buena voluntad para mejorar la triste condición humana.

Nadie, por ejemplo, ha podido acabar con la envidia, según se aprecia diariamente. Que tiene más fuerza cuando se está aspirando a una posición o cargo, cuando surge alguna persona, y si es vallenata más, lo que de inmediato enferma a quienes no toleran que otros sobresalgan, pues temen que los apaguen, así no haya nada qué opacar.

Otros, por su parte, convencidos como están de que no pueden, o no pudieron hacer carrera, no aceptan que salten quienes la hagan, sin que falten los que pertenecieron al pasado y simplemente rechazan a que alguien aspire.

Algo, de este abanico de malas pasiones se notará, se verá ahora con motivo del sonajero de aspirantes que comienzan a sonar para la conformación del nuevo gabinete departamental y municipal, de quienes se lanzarán, a veces en público, pero los más en privado, ataques grotescos.

Estos envidiosos es la especie de reptiles más divertida y, por desgracia, abundante. A ellas pertenecen a los que no suben solos sino que espera que los empujen. Si en la pasada campaña hizo carrera el pasquín, la diatriba, espero que para la escogencia del nuevo gobernante no suceda lo mismo.

En síntesis, recomendarles al nuevo gobernador Luis Alberto y al nuevo alcalde Mello Castro que tengan cuidado con estos personajes (los envidiosos), de que los hay, los hay, y es que la escogencia de sus secretarios está tan sencillo, sólo deben de integrar cuadros de gobiernos de sobresalientes características. Es preciso seleccionar a los profesionales más idóneos, con las mejores hojas de vida, más probos, pulcros y técnicos, aquellos que nunca han tenido problemas con la justicia, y tanto la Contraloría, como la Procuraduría y la Fiscalía pueden expedir un certificado de buena conducta sin problema alguno.

Y además, me atrevería insinuar a todos aquellos que vayan a integrar el nuevo gabinete departamental y municipal que al posesionarse deben registrar sus declaraciones de renta. Se trata con esta de hacer realidad el principio de transparencia.

Y como es mi costumbre, trataré otros temitas: llega diciembre pero lo queremos sin quemados. No quememos el futuro de los niños, no les propiciemos el peor día de sus vidas; es mejor un llanto pasajero que una tragedia larga; es una fiesta, no su atropello; nunca nos perdonan el no haberle evitado momentos fatales; sus desfiguraciones físicas no cicatrizan el alma. Estas frases persuasivas y mil más son pocas, si con ellas algunos niños se salvan de ser quemaos con pólvora.

Por ello, porque jamás han sido suficientes las advertencias, le pedimos otra vez a los padres y adultos la máxima prudencia posible con la infancia en estas festividades que se avecinan.

Los niños inocentes, como los adolescentes desbocados, no miden la funesta consecuencia que puede tener un descuido. Para ellos las autoridades y los adultos tienen la palabra. Y, sobre todo la responsabilidad.

Postdata: sigue el desorden en la calle del Cesar y no hay autoridad que intervenga, cada día es peor. No hay control de nada. Habrá que esperar al nuevo alcalde para ver si se le mide a esta calle. No sería malo darles una clase de cultura a los nuevos concejales.

Solicitarle de manera muy respetuosa a nuestro comandante de la Policía, coronel Lácides Ramos Blanco, enviar algunos agentes bachilleres al parque de la Natividad (barrio Novalito), para que hagan presencia en este sitio. Se congregan muchos niños. Se les agradece.

Columnista
27 noviembre, 2019

La envidia

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Alberto Herazo P.

De esto sé que hay aquí. En tan difícil encontrar algo más inútil que el esfuerzo de la gente de buena voluntad para mejorar la triste condición humana. Nadie, por ejemplo, ha podido acabar con la envidia, según se aprecia diariamente. Que tiene más fuerza cuando se está aspirando a una posición o cargo, cuando […]


De esto sé que hay aquí. En tan difícil encontrar algo más inútil que el esfuerzo de la gente de buena voluntad para mejorar la triste condición humana.

Nadie, por ejemplo, ha podido acabar con la envidia, según se aprecia diariamente. Que tiene más fuerza cuando se está aspirando a una posición o cargo, cuando surge alguna persona, y si es vallenata más, lo que de inmediato enferma a quienes no toleran que otros sobresalgan, pues temen que los apaguen, así no haya nada qué opacar.

Otros, por su parte, convencidos como están de que no pueden, o no pudieron hacer carrera, no aceptan que salten quienes la hagan, sin que falten los que pertenecieron al pasado y simplemente rechazan a que alguien aspire.

Algo, de este abanico de malas pasiones se notará, se verá ahora con motivo del sonajero de aspirantes que comienzan a sonar para la conformación del nuevo gabinete departamental y municipal, de quienes se lanzarán, a veces en público, pero los más en privado, ataques grotescos.

Estos envidiosos es la especie de reptiles más divertida y, por desgracia, abundante. A ellas pertenecen a los que no suben solos sino que espera que los empujen. Si en la pasada campaña hizo carrera el pasquín, la diatriba, espero que para la escogencia del nuevo gobernante no suceda lo mismo.

En síntesis, recomendarles al nuevo gobernador Luis Alberto y al nuevo alcalde Mello Castro que tengan cuidado con estos personajes (los envidiosos), de que los hay, los hay, y es que la escogencia de sus secretarios está tan sencillo, sólo deben de integrar cuadros de gobiernos de sobresalientes características. Es preciso seleccionar a los profesionales más idóneos, con las mejores hojas de vida, más probos, pulcros y técnicos, aquellos que nunca han tenido problemas con la justicia, y tanto la Contraloría, como la Procuraduría y la Fiscalía pueden expedir un certificado de buena conducta sin problema alguno.

Y además, me atrevería insinuar a todos aquellos que vayan a integrar el nuevo gabinete departamental y municipal que al posesionarse deben registrar sus declaraciones de renta. Se trata con esta de hacer realidad el principio de transparencia.

Y como es mi costumbre, trataré otros temitas: llega diciembre pero lo queremos sin quemados. No quememos el futuro de los niños, no les propiciemos el peor día de sus vidas; es mejor un llanto pasajero que una tragedia larga; es una fiesta, no su atropello; nunca nos perdonan el no haberle evitado momentos fatales; sus desfiguraciones físicas no cicatrizan el alma. Estas frases persuasivas y mil más son pocas, si con ellas algunos niños se salvan de ser quemaos con pólvora.

Por ello, porque jamás han sido suficientes las advertencias, le pedimos otra vez a los padres y adultos la máxima prudencia posible con la infancia en estas festividades que se avecinan.

Los niños inocentes, como los adolescentes desbocados, no miden la funesta consecuencia que puede tener un descuido. Para ellos las autoridades y los adultos tienen la palabra. Y, sobre todo la responsabilidad.

Postdata: sigue el desorden en la calle del Cesar y no hay autoridad que intervenga, cada día es peor. No hay control de nada. Habrá que esperar al nuevo alcalde para ver si se le mide a esta calle. No sería malo darles una clase de cultura a los nuevos concejales.

Solicitarle de manera muy respetuosa a nuestro comandante de la Policía, coronel Lácides Ramos Blanco, enviar algunos agentes bachilleres al parque de la Natividad (barrio Novalito), para que hagan presencia en este sitio. Se congregan muchos niños. Se les agradece.