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Columnista - 16 marzo, 2021

La entrevista de Vicky

Siento mucha tristeza cuando un periodista quebranta la nobleza de su oficio, al anteponer los intereses económicos o conflictos pasionales, contra la taxativa objetividad profesional. Es cierto, sobre todo en las provincias, que las desfavorables condiciones laborales del gremio los hace vulnerables, pero si ellos mismos permiten que los efímeros y muy personalistas dádivas manipulen […]

Siento mucha tristeza cuando un periodista quebranta la nobleza de su oficio, al anteponer los intereses económicos o conflictos pasionales, contra la taxativa objetividad profesional. Es cierto, sobre todo en las provincias, que las desfavorables condiciones laborales del gremio los hace vulnerables, pero si ellos mismos permiten que los efímeros y muy personalistas dádivas manipulen el enfoque de la noticia, sin proponérselo, paulatinamente acabarán con lo que queda del buen nombre de la más liberal de las profesiones.

Y cuando el comunicador asume éticamente la responsabilidad de escribir la historia de los pueblos, no en pocas ocasiones le toca enfrentarse con la censura empresarial de los dueños de los medios de comunicación. La supremacía del empleador gana el pulso e hizo que los empresarios de la información se volvieran tan influyentes y hasta molestos para los intereses de los políticos y grupos económicos, pero estos, en vez de preocuparse por las fastidiosas explicaciones, prefirieron comprar los periódicos, emisoras, canales de televisión y todo lo que pueda manejar información, hasta convertir a los periodistas en subordinados del sepulcral silencio o manejo mediático de acuerdo al objetivo de turno.

Es así que hoy los grandes medios de comunicación están en manos de poderosos grupos empresariales, cuya gesión principal no es la comunicación social, ella es solo el alfil para potencializar la real y verdadera actividad económica o tendencia política. En este ajedrez gradúan de malo al que va contra sus intereses y coronan como rey a quien utilizan en su interminable carrera de enriquecimiento. 

Aquí el pueblo solo es la roca sobre la que esculpen el miedo y las pasiones, que en cada elección echan a rodar hasta el muro de la inequidad que pauperiza al ser humano. Afortunadamente hay excepciones y con la ayuda de las redes sociales la información fluye sin el filtro de la manipulación. 

En este contexto se produjo la más reciente entrevista que Vicky Dávila le hizo a Gustavo Petro y que aún hoy sigue produciendo comentarios en uno y otro sentido. No hubo rodeos ni frases de cortesía. Cada malintencionada pregunta buscaba, además de descomponer al entrevistado, poner sobre la mesa las doctrinas políticas que descalifica el estático espectro del conservatismo nacional. La idea es fomentar el miedo al cambio, disfrazando como noticia cualquier expresión mal dicha o magnificando las dudas para llegar al fin deseado.

Todo en una muy bien diseñada estrategia publicitaria y de marketing político, implementada para satanizar cualquier idea contraria al statu quo, que cada día empodera a los poderosos y empobrece al raso contribuyente. Los temas siguen siendo los mismos; Venezuela y Hugo Chávez, el M-19 y el holocausto del Palacio de Justicia, la distribución de la riqueza y la mecánica política, entre otros. 

Con lo que no contaron y que tal vez fortuitamente se les salió de las manos, es que cada pregunta capciosa sirvió para promocionar la real plataforma política de Gustavo Petro, distante de los mitos que se pudieran edificar cuando no se asiste a espacios periodísticos de gran calado como el de Vicky. 

Por esto, ahora cuando lleguen diciendo que te van a expropiar o que es un hampón al servicio del narcotráfico en su época de rebelde o que vamos a quedar peor que Venezuela porque es amigo de Maduro o cualquier otro sofisma urdido como grito de guerra para direccionar al votante, ya el pueblo tendrá elementos de juicio para decidirse, sin los engaños que han venido poniendo presidentes en los últimos tiempos. Así que no es muy difícil concluir que a Vicky le ‘le salió el tiro por la culata’, ¿tú qué opinas? Un abrazo.

Columnista
16 marzo, 2021

La entrevista de Vicky

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Antonio María Araujo

Siento mucha tristeza cuando un periodista quebranta la nobleza de su oficio, al anteponer los intereses económicos o conflictos pasionales, contra la taxativa objetividad profesional. Es cierto, sobre todo en las provincias, que las desfavorables condiciones laborales del gremio los hace vulnerables, pero si ellos mismos permiten que los efímeros y muy personalistas dádivas manipulen […]


Siento mucha tristeza cuando un periodista quebranta la nobleza de su oficio, al anteponer los intereses económicos o conflictos pasionales, contra la taxativa objetividad profesional. Es cierto, sobre todo en las provincias, que las desfavorables condiciones laborales del gremio los hace vulnerables, pero si ellos mismos permiten que los efímeros y muy personalistas dádivas manipulen el enfoque de la noticia, sin proponérselo, paulatinamente acabarán con lo que queda del buen nombre de la más liberal de las profesiones.

Y cuando el comunicador asume éticamente la responsabilidad de escribir la historia de los pueblos, no en pocas ocasiones le toca enfrentarse con la censura empresarial de los dueños de los medios de comunicación. La supremacía del empleador gana el pulso e hizo que los empresarios de la información se volvieran tan influyentes y hasta molestos para los intereses de los políticos y grupos económicos, pero estos, en vez de preocuparse por las fastidiosas explicaciones, prefirieron comprar los periódicos, emisoras, canales de televisión y todo lo que pueda manejar información, hasta convertir a los periodistas en subordinados del sepulcral silencio o manejo mediático de acuerdo al objetivo de turno.

Es así que hoy los grandes medios de comunicación están en manos de poderosos grupos empresariales, cuya gesión principal no es la comunicación social, ella es solo el alfil para potencializar la real y verdadera actividad económica o tendencia política. En este ajedrez gradúan de malo al que va contra sus intereses y coronan como rey a quien utilizan en su interminable carrera de enriquecimiento. 

Aquí el pueblo solo es la roca sobre la que esculpen el miedo y las pasiones, que en cada elección echan a rodar hasta el muro de la inequidad que pauperiza al ser humano. Afortunadamente hay excepciones y con la ayuda de las redes sociales la información fluye sin el filtro de la manipulación. 

En este contexto se produjo la más reciente entrevista que Vicky Dávila le hizo a Gustavo Petro y que aún hoy sigue produciendo comentarios en uno y otro sentido. No hubo rodeos ni frases de cortesía. Cada malintencionada pregunta buscaba, además de descomponer al entrevistado, poner sobre la mesa las doctrinas políticas que descalifica el estático espectro del conservatismo nacional. La idea es fomentar el miedo al cambio, disfrazando como noticia cualquier expresión mal dicha o magnificando las dudas para llegar al fin deseado.

Todo en una muy bien diseñada estrategia publicitaria y de marketing político, implementada para satanizar cualquier idea contraria al statu quo, que cada día empodera a los poderosos y empobrece al raso contribuyente. Los temas siguen siendo los mismos; Venezuela y Hugo Chávez, el M-19 y el holocausto del Palacio de Justicia, la distribución de la riqueza y la mecánica política, entre otros. 

Con lo que no contaron y que tal vez fortuitamente se les salió de las manos, es que cada pregunta capciosa sirvió para promocionar la real plataforma política de Gustavo Petro, distante de los mitos que se pudieran edificar cuando no se asiste a espacios periodísticos de gran calado como el de Vicky. 

Por esto, ahora cuando lleguen diciendo que te van a expropiar o que es un hampón al servicio del narcotráfico en su época de rebelde o que vamos a quedar peor que Venezuela porque es amigo de Maduro o cualquier otro sofisma urdido como grito de guerra para direccionar al votante, ya el pueblo tendrá elementos de juicio para decidirse, sin los engaños que han venido poniendo presidentes en los últimos tiempos. Así que no es muy difícil concluir que a Vicky le ‘le salió el tiro por la culata’, ¿tú qué opinas? Un abrazo.