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Columnista - 9 noviembre, 2021

La Encrucijada China

Se viene incubando una crisis energética de grandes proporciones a nivel global, la cual tiene como trasfondo la emergencia climática. Como es bien sabido, la principal fuente emisora de las emisiones de gases de efecto invernadero son las energías de origen fósil provenientes especialmente del carbón, el petróleo y el gas natural. Se destaca la […]

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Se viene incubando una crisis energética de grandes proporciones a nivel global, la cual tiene como trasfondo la emergencia climática. Como es bien sabido, la principal fuente emisora de las emisiones de gases de efecto invernadero son las energías de origen fósil provenientes especialmente del carbón, el petróleo y el gas natural. Se destaca la generación de electricidad con el 21.3% de las emisiones como el mayor responsable de las mismas.

Según la Agencia Internacional de Energía, las emisiones provenientes de las centrales de generación fogueadas con carbón representan el 41% de la totalidad de las emisiones del sector eléctrico. Por ello, plantea el Instituto Climate Analytics de Alemania que dichas plantas generadoras “deben desaparecer de aquí a un par de décadas”. Ello significaría cerrar dos centrales de generación a carbón cada tres semanas en la Unión Europea, o una por semana en China.

Hoy por hoy, China con el 53% tiene la mayor participación en el mundo de generación eléctrica a partir del carbón y paradójicamente es, a la vez, el mayor fabricante del mundo de paneles solares, turbinas eólicas y vehículos eléctricos, así como el mayor mercado para los mismos. No es de extrañar, entonces, que China sea el principal consumidor de carbón térmico del mundo. 

Y, aunque el 90% de su aprovisionamiento de este mineral es local, debido a una serie de medidas del gobierno que preside Xi Jinping, su extracción ha mermado y los inventarios resultan insuficientes para satisfacer la demanda. En efecto, China está ante una gran encrucijada: una gran demanda de energía, al tiempo que las restricciones medioambientales impuestas, afectando la producción de carbón y al consumo del mismo para cumplir con la meta de descarbonización, alineada con el Acuerdo de París, son señales contradictorias que entran en un conflicto no resuelto.

Según analistas de Morgan Stanley, “el bajo inventario de los productores independientes de energía ha impulsado rápidamente la demanda de almacenamiento de carbón, lo que ha provocado picos de precios del carbón en un período estacionalmente débil”. En efecto, la presión de la demanda ha empujado los precios del carbón térmico a alzas que superan el 300%, cotizándose hasta los US $166 la tonelada. Ello está causando una presión inflacionaria sin par en la economía china, que puede contagiar al resto del mundo.

Y ello ocurre en momentos en los que la economía china salía del letargo provocado por la pandemia y el ritmo de su crecimiento, en el primer semestre de este año registró el 12.7%. La incapacidad de satisfacer la demanda de energía amenaza con dar al traste con la reactivación de su economía, expuestas como están, a cortes de suministro y racionamiento del servicio de energía su aparato productivo, con las consecuencias que es dable de esperar. Ello ha incidido y de qué manera en la cadena de suministros a nivel global. Al fin y al cabo China sigue siendo la fábrica del mundo.  

Columnista
9 noviembre, 2021

La Encrucijada China

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Amylkar D. Acosta

Se viene incubando una crisis energética de grandes proporciones a nivel global, la cual tiene como trasfondo la emergencia climática. Como es bien sabido, la principal fuente emisora de las emisiones de gases de efecto invernadero son las energías de origen fósil provenientes especialmente del carbón, el petróleo y el gas natural. Se destaca la […]


Se viene incubando una crisis energética de grandes proporciones a nivel global, la cual tiene como trasfondo la emergencia climática. Como es bien sabido, la principal fuente emisora de las emisiones de gases de efecto invernadero son las energías de origen fósil provenientes especialmente del carbón, el petróleo y el gas natural. Se destaca la generación de electricidad con el 21.3% de las emisiones como el mayor responsable de las mismas.

Según la Agencia Internacional de Energía, las emisiones provenientes de las centrales de generación fogueadas con carbón representan el 41% de la totalidad de las emisiones del sector eléctrico. Por ello, plantea el Instituto Climate Analytics de Alemania que dichas plantas generadoras “deben desaparecer de aquí a un par de décadas”. Ello significaría cerrar dos centrales de generación a carbón cada tres semanas en la Unión Europea, o una por semana en China.

Hoy por hoy, China con el 53% tiene la mayor participación en el mundo de generación eléctrica a partir del carbón y paradójicamente es, a la vez, el mayor fabricante del mundo de paneles solares, turbinas eólicas y vehículos eléctricos, así como el mayor mercado para los mismos. No es de extrañar, entonces, que China sea el principal consumidor de carbón térmico del mundo. 

Y, aunque el 90% de su aprovisionamiento de este mineral es local, debido a una serie de medidas del gobierno que preside Xi Jinping, su extracción ha mermado y los inventarios resultan insuficientes para satisfacer la demanda. En efecto, China está ante una gran encrucijada: una gran demanda de energía, al tiempo que las restricciones medioambientales impuestas, afectando la producción de carbón y al consumo del mismo para cumplir con la meta de descarbonización, alineada con el Acuerdo de París, son señales contradictorias que entran en un conflicto no resuelto.

Según analistas de Morgan Stanley, “el bajo inventario de los productores independientes de energía ha impulsado rápidamente la demanda de almacenamiento de carbón, lo que ha provocado picos de precios del carbón en un período estacionalmente débil”. En efecto, la presión de la demanda ha empujado los precios del carbón térmico a alzas que superan el 300%, cotizándose hasta los US $166 la tonelada. Ello está causando una presión inflacionaria sin par en la economía china, que puede contagiar al resto del mundo.

Y ello ocurre en momentos en los que la economía china salía del letargo provocado por la pandemia y el ritmo de su crecimiento, en el primer semestre de este año registró el 12.7%. La incapacidad de satisfacer la demanda de energía amenaza con dar al traste con la reactivación de su economía, expuestas como están, a cortes de suministro y racionamiento del servicio de energía su aparato productivo, con las consecuencias que es dable de esperar. Ello ha incidido y de qué manera en la cadena de suministros a nivel global. Al fin y al cabo China sigue siendo la fábrica del mundo.