A través de los años en Colombia hemos evidenciado una larga discusión entre el Gobierno nacional, Fecode y la sociedad, sobre la calidad de la educación que se imparte y reciben nuestros niños, donde cada sector culpa al otro por los malos resultados en las pruebas Pisa, Saber y demás, las cuales demuestran que contamos […]
A través de los años en Colombia hemos evidenciado una larga discusión entre el Gobierno nacional, Fecode y la sociedad, sobre la calidad de la educación que se imparte y reciben nuestros niños, donde cada sector culpa al otro por los malos resultados en las pruebas Pisa, Saber y demás, las cuales demuestran que contamos con un pésimo sistema educativo.
En este discernimiento no se han puesto de acuerdo Gobierno, escuela, padres de familia y sociedad, para establecer un sistema educativo integral donde se construya un proyecto que nos permita establecer procesos pedagógicos y gestión educativa que nos introduzca en un ambiente de enseñanza y aprendizaje idóneo, adecuado y eficiente, logrando con ello una educación de calidad.
En este ir y venir sobre la educación, nos sorprendió la llegada de la covid-19. Una pandemia que obligó al Gobierno nacional a tomar decisiones, bajo una situación exógena, supra legal y constitucional como es la urgencia manifiesta en salud, y determinar la suspensión de las clases presenciales e implementar una educación que no se encuentra regulada, reglamentada y no consta de fundamento legal en el país como lo es la educación virtual.
Ante este nuevo sistema pedagógico se han abierto muchas dudas y discusiones sobre la modalidad virtual, su funcionalidad, efectividad y aporte, la cual podría agravar la precaria situación de la educación en Colombia, logrando con ello el desmejoramiento de lo que hay en calidad educativa, puesto que en el país no existe la conectividad y plataformas requeridas para que nuestros docentes y educandos impartan y reciban esta clase de educación.
En el mismo sentido debemos evaluar la formación docente y de directivos, donde podemos constatar que la mayoría no se encuentran instruidos para implementar esta educación, lo que no permite la transmisión de conocimiento idónea, asertiva y eficaz que posibilite que sus alumnos se nutran de conocimiento y cumplan con el desarrollo del currículo escolar y las metas de calidad.
Además debemos reconocer que en nuestro país las competencias digitales, computadores disponibles, banda ancha y aulas virtuales es muy baja, por consiguiente los docentes encuentran dificultades e impedimentos que no les permiten contar con las herramientas necesarias para realizar un adecuado proceso de profundización y transmisión de los contenidos curriculares e impartir el conocimiento, impulsándolos a que transmitan esa responsabilidad a sus alumnos, dejando vacíos y deficiencia en el proceso de enseñanza y aprendizaje.
Sumado a ello, los padres de familia siempre hemos reclamado y culpado al docente por la educación impartida, su falta de compromiso y facilidad en la enseñanza, hoy que la pandemia nos impone la responsabilidad que debemos tener siempre, nos quejamos y criticamos la cantidad de trabajos impuestos, la metodología instaurada y el papel de acompañamiento que debemos ejercer en la enseñanza de nuestros hijos, dejándolos solos, sin orientación y acompañamiento en su proceso de aprendizaje, permitiendo con ello, malos resultados en la adquisición de conocimiento, olvidando por completo que los padres debemos ser los principales educadores de nuestros hijos.
Esta pandemia desnudó muchas falencias en nuestro sistema educativo, sumadas a las ya conocidas por todos, demostró la necesidad de la integralidad de todos los sectores en la educación, evidenció la insuficiencia de herramientas tecnológicas que imposibilitan un mejor proceso de enseñanza y aprendizaje, comprobó la necesidad de invertir en una formación docente permanente que permita su actualización y profundización, garantizando con ello que impartan una mejor educación. Ojalá aprendamos de esta crisis y entre todos invirtamos, fortalezcamos y trabajemos mancomudamente en la construcción de una mejor educación.
A través de los años en Colombia hemos evidenciado una larga discusión entre el Gobierno nacional, Fecode y la sociedad, sobre la calidad de la educación que se imparte y reciben nuestros niños, donde cada sector culpa al otro por los malos resultados en las pruebas Pisa, Saber y demás, las cuales demuestran que contamos […]
A través de los años en Colombia hemos evidenciado una larga discusión entre el Gobierno nacional, Fecode y la sociedad, sobre la calidad de la educación que se imparte y reciben nuestros niños, donde cada sector culpa al otro por los malos resultados en las pruebas Pisa, Saber y demás, las cuales demuestran que contamos con un pésimo sistema educativo.
En este discernimiento no se han puesto de acuerdo Gobierno, escuela, padres de familia y sociedad, para establecer un sistema educativo integral donde se construya un proyecto que nos permita establecer procesos pedagógicos y gestión educativa que nos introduzca en un ambiente de enseñanza y aprendizaje idóneo, adecuado y eficiente, logrando con ello una educación de calidad.
En este ir y venir sobre la educación, nos sorprendió la llegada de la covid-19. Una pandemia que obligó al Gobierno nacional a tomar decisiones, bajo una situación exógena, supra legal y constitucional como es la urgencia manifiesta en salud, y determinar la suspensión de las clases presenciales e implementar una educación que no se encuentra regulada, reglamentada y no consta de fundamento legal en el país como lo es la educación virtual.
Ante este nuevo sistema pedagógico se han abierto muchas dudas y discusiones sobre la modalidad virtual, su funcionalidad, efectividad y aporte, la cual podría agravar la precaria situación de la educación en Colombia, logrando con ello el desmejoramiento de lo que hay en calidad educativa, puesto que en el país no existe la conectividad y plataformas requeridas para que nuestros docentes y educandos impartan y reciban esta clase de educación.
En el mismo sentido debemos evaluar la formación docente y de directivos, donde podemos constatar que la mayoría no se encuentran instruidos para implementar esta educación, lo que no permite la transmisión de conocimiento idónea, asertiva y eficaz que posibilite que sus alumnos se nutran de conocimiento y cumplan con el desarrollo del currículo escolar y las metas de calidad.
Además debemos reconocer que en nuestro país las competencias digitales, computadores disponibles, banda ancha y aulas virtuales es muy baja, por consiguiente los docentes encuentran dificultades e impedimentos que no les permiten contar con las herramientas necesarias para realizar un adecuado proceso de profundización y transmisión de los contenidos curriculares e impartir el conocimiento, impulsándolos a que transmitan esa responsabilidad a sus alumnos, dejando vacíos y deficiencia en el proceso de enseñanza y aprendizaje.
Sumado a ello, los padres de familia siempre hemos reclamado y culpado al docente por la educación impartida, su falta de compromiso y facilidad en la enseñanza, hoy que la pandemia nos impone la responsabilidad que debemos tener siempre, nos quejamos y criticamos la cantidad de trabajos impuestos, la metodología instaurada y el papel de acompañamiento que debemos ejercer en la enseñanza de nuestros hijos, dejándolos solos, sin orientación y acompañamiento en su proceso de aprendizaje, permitiendo con ello, malos resultados en la adquisición de conocimiento, olvidando por completo que los padres debemos ser los principales educadores de nuestros hijos.
Esta pandemia desnudó muchas falencias en nuestro sistema educativo, sumadas a las ya conocidas por todos, demostró la necesidad de la integralidad de todos los sectores en la educación, evidenció la insuficiencia de herramientas tecnológicas que imposibilitan un mejor proceso de enseñanza y aprendizaje, comprobó la necesidad de invertir en una formación docente permanente que permita su actualización y profundización, garantizando con ello que impartan una mejor educación. Ojalá aprendamos de esta crisis y entre todos invirtamos, fortalezcamos y trabajemos mancomudamente en la construcción de una mejor educación.