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Columnista - 2 diciembre, 2014

La educación nuestra de cada día

Por fin dejamos de ser los primeros en lo que deberíamos ser los últimos. Ahora, en cambio, somos los menos malos entre los peores. Me refiero a los resultados de las pruebas Saber 11 (antiguo Icfes) de 2014, en donde aparece el Cesar de primero en la región Caribe continental. Pero, como ésta fue la […]

Por fin dejamos de ser los primeros en lo que deberíamos ser los últimos. Ahora, en cambio, somos los menos malos entre los peores. Me refiero a los resultados de las pruebas Saber 11 (antiguo Icfes) de 2014, en donde aparece el Cesar de primero en la región Caribe continental. Pero, como ésta fue la que obtuvo los puntajes más bajos a nivel nacional somos el tuerto en un país de ciegos.
Quedar de 22 entre 32 departamentos no es tampoco una buena noticia. No alcanzamos a superar la media nacional de una educación de pésima calidad. Como departamento tuvimos un promedio de 46.19, y, en Valledupar 47.46, mientras la media nacional fue de 47.64. Es decir, hemos mejorado sin superar aún la apabullante mediocridad.
Según la ministra Parodi, la costa Caribe es la región que más dinero recibe para educación. O sea que el problema es más de carácter institucional que presupuestal. Nuestros gobernantes no parecen tener un compromiso serio con la educación. Por lo menos con la pública que es la que les compete. La privada tampoco es que marche bien: el colegio mejor ubicado es el Gimnasio del Norte en el puesto 151.
Valledupar no tiene puerto. Somos un departamento mediterráneo. Podríamos competir con Santa Marta, Barranquilla y Cartagena, en competitividad y desarrollo económico, solo si nos convertimos en los más educados, los mejor calificados, académica y técnicamente, del Caribe; si transformamos el Cesar en un territorio del conocimiento y la innovación que atraiga inversionistas por la calidad de su mano de obra.
Para lograrlo hay que primero pasar de los 21 días de lactancia materna exclusiva de hoy, a los 180 días que recomienda la OMS para criar niños física y mentalmente capaces de enfrentar los desafíos cognitivos. Y enseñar a leer y a escribir a los 80 mil iletrados que en pleno siglo XXI deambulan como zombis por nuestras calles.
Mejorar la calidad de la educación pública exige mejorar la infraestructura física y de laboratorios, implantar la jornada completa, fomentar el bilingüismo y robustecer la competencia de los profesores capacitándolos en ciencias básicas, pedagogía y humanidades; y, remunerarlos mejor.
Los resultados de la prueba Saber 11 vuelven a mostrar las asimetrías entre la calidad de la educación rural y la urbana; la pública y la privada; y, entre los departamentos andinos y los de la región Caribe y el Chocó. Así la educación en lugar de ayudar a la movilidad social ascendente incrementa la desigualdad y la vulnerabilidad.
La calidad de la educación en el Cesar es deplorable. Pero la causa hay que buscarla en la política no en la economía. En las políticas públicas y en los políticos criollos que sin fatiga promueven la corrupción y la mediocridad en los colegios y en la universidad popular del Cesar.
[email protected]

Columnista
2 diciembre, 2014

La educación nuestra de cada día

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Rodolfo Quintero Romero

Por fin dejamos de ser los primeros en lo que deberíamos ser los últimos. Ahora, en cambio, somos los menos malos entre los peores. Me refiero a los resultados de las pruebas Saber 11 (antiguo Icfes) de 2014, en donde aparece el Cesar de primero en la región Caribe continental. Pero, como ésta fue la […]


Por fin dejamos de ser los primeros en lo que deberíamos ser los últimos. Ahora, en cambio, somos los menos malos entre los peores. Me refiero a los resultados de las pruebas Saber 11 (antiguo Icfes) de 2014, en donde aparece el Cesar de primero en la región Caribe continental. Pero, como ésta fue la que obtuvo los puntajes más bajos a nivel nacional somos el tuerto en un país de ciegos.
Quedar de 22 entre 32 departamentos no es tampoco una buena noticia. No alcanzamos a superar la media nacional de una educación de pésima calidad. Como departamento tuvimos un promedio de 46.19, y, en Valledupar 47.46, mientras la media nacional fue de 47.64. Es decir, hemos mejorado sin superar aún la apabullante mediocridad.
Según la ministra Parodi, la costa Caribe es la región que más dinero recibe para educación. O sea que el problema es más de carácter institucional que presupuestal. Nuestros gobernantes no parecen tener un compromiso serio con la educación. Por lo menos con la pública que es la que les compete. La privada tampoco es que marche bien: el colegio mejor ubicado es el Gimnasio del Norte en el puesto 151.
Valledupar no tiene puerto. Somos un departamento mediterráneo. Podríamos competir con Santa Marta, Barranquilla y Cartagena, en competitividad y desarrollo económico, solo si nos convertimos en los más educados, los mejor calificados, académica y técnicamente, del Caribe; si transformamos el Cesar en un territorio del conocimiento y la innovación que atraiga inversionistas por la calidad de su mano de obra.
Para lograrlo hay que primero pasar de los 21 días de lactancia materna exclusiva de hoy, a los 180 días que recomienda la OMS para criar niños física y mentalmente capaces de enfrentar los desafíos cognitivos. Y enseñar a leer y a escribir a los 80 mil iletrados que en pleno siglo XXI deambulan como zombis por nuestras calles.
Mejorar la calidad de la educación pública exige mejorar la infraestructura física y de laboratorios, implantar la jornada completa, fomentar el bilingüismo y robustecer la competencia de los profesores capacitándolos en ciencias básicas, pedagogía y humanidades; y, remunerarlos mejor.
Los resultados de la prueba Saber 11 vuelven a mostrar las asimetrías entre la calidad de la educación rural y la urbana; la pública y la privada; y, entre los departamentos andinos y los de la región Caribe y el Chocó. Así la educación en lugar de ayudar a la movilidad social ascendente incrementa la desigualdad y la vulnerabilidad.
La calidad de la educación en el Cesar es deplorable. Pero la causa hay que buscarla en la política no en la economía. En las políticas públicas y en los políticos criollos que sin fatiga promueven la corrupción y la mediocridad en los colegios y en la universidad popular del Cesar.
[email protected]