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Columnista - 2 marzo, 2025

La educación en los tiempos del cambio

Al igual que lo señalaba el doctor Urbino, el sistema educativo en Colombia ha adquirido ese mismo aroma característico de la vejez.

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“La mayoría de las enfermedades mortales tienen un olor propio, pero ninguno tan específico como el de la vejez”, afirmaba el doctor Juvenal Urbino, icónico personaje de la obra El amor en los tiempos del cólera, escrita por nuestro Nobel de Literatura Gabriel García Márquez.

Al igual que lo señalaba el doctor Urbino, el sistema educativo en Colombia ha adquirido ese mismo aroma característico de la vejez. Para entender esta problemática, es fundamental conocer que el Ministerio de Educación Nacional es el encargado de diseñar el Plan de Estudios, que se define como el esquema estructurado de las áreas obligatorias, fundamentales y optativas, con sus respectivas asignaturas, que componen el currículo de los establecimientos educativos, es decir, los programas académicos escolares están en cabeza del Gobierno Nacional.

Ahora bien, debemos preguntarnos si el modelo educativo en Colombia está respondiendo adecuadamente a las necesidades y desafíos del siglo XXI. Es evidente el avance en todos los aspectos de la vida cotidiana, pero el sector educativo parece haberse quedado rezagado, resistente al cambio; creo que la pandemia de COVID-19 aceleró la digitalización de la educación y facilitó el acceso a recursos en línea, pero para superar las brechas existentes se requieren transformaciones profundas, no solo superficiales. Lo anterior, debido a que las auténticas revoluciones sociales nacen en las aulas, es el espacio donde se generan ideas innovadoras, competencias y valores que serán los pilares de nuestra sociedad.

Al igual que el doctor Urbino entendía que, aunque la vejez es inevitable, puede mitigarse con un diagnóstico certero y un tratamiento adecuado; la educación también tiene la capacidad de renovarse si se le brinda el espacio necesario. La solución, como he mencionado, no está en un simple ajuste superficial, sino en una reestructuración integral. Es urgente que el Plan de Estudios incluya asignaturas que permitan a los estudiantes desarrollar habilidades para interactuar de manera efectiva tanto con su entorno como consigo mismos.

Imaginemos el impacto económico, político y social que generaría la inclusión en el currículo de programas como Finanzas Personales, Desarrollo de IA, Programación de Software, Conciencia Ambiental y salud mental. Esperemos, con entusiasmo, que la educación en Colombia siga el camino de la innovación y, a diferencia del amor de Florentino Ariza y Fermina Daza (protagonista de ‘El amor en los tiempos del cólera’), no permanezca inmutable al paso del tiempo.

Gustavo Andrés Hernández Gnecco

Columnista
2 marzo, 2025

La educación en los tiempos del cambio

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Gustavo Hernández Gnecco

Al igual que lo señalaba el doctor Urbino, el sistema educativo en Colombia ha adquirido ese mismo aroma característico de la vejez.


“La mayoría de las enfermedades mortales tienen un olor propio, pero ninguno tan específico como el de la vejez”, afirmaba el doctor Juvenal Urbino, icónico personaje de la obra El amor en los tiempos del cólera, escrita por nuestro Nobel de Literatura Gabriel García Márquez.

Al igual que lo señalaba el doctor Urbino, el sistema educativo en Colombia ha adquirido ese mismo aroma característico de la vejez. Para entender esta problemática, es fundamental conocer que el Ministerio de Educación Nacional es el encargado de diseñar el Plan de Estudios, que se define como el esquema estructurado de las áreas obligatorias, fundamentales y optativas, con sus respectivas asignaturas, que componen el currículo de los establecimientos educativos, es decir, los programas académicos escolares están en cabeza del Gobierno Nacional.

Ahora bien, debemos preguntarnos si el modelo educativo en Colombia está respondiendo adecuadamente a las necesidades y desafíos del siglo XXI. Es evidente el avance en todos los aspectos de la vida cotidiana, pero el sector educativo parece haberse quedado rezagado, resistente al cambio; creo que la pandemia de COVID-19 aceleró la digitalización de la educación y facilitó el acceso a recursos en línea, pero para superar las brechas existentes se requieren transformaciones profundas, no solo superficiales. Lo anterior, debido a que las auténticas revoluciones sociales nacen en las aulas, es el espacio donde se generan ideas innovadoras, competencias y valores que serán los pilares de nuestra sociedad.

Al igual que el doctor Urbino entendía que, aunque la vejez es inevitable, puede mitigarse con un diagnóstico certero y un tratamiento adecuado; la educación también tiene la capacidad de renovarse si se le brinda el espacio necesario. La solución, como he mencionado, no está en un simple ajuste superficial, sino en una reestructuración integral. Es urgente que el Plan de Estudios incluya asignaturas que permitan a los estudiantes desarrollar habilidades para interactuar de manera efectiva tanto con su entorno como consigo mismos.

Imaginemos el impacto económico, político y social que generaría la inclusión en el currículo de programas como Finanzas Personales, Desarrollo de IA, Programación de Software, Conciencia Ambiental y salud mental. Esperemos, con entusiasmo, que la educación en Colombia siga el camino de la innovación y, a diferencia del amor de Florentino Ariza y Fermina Daza (protagonista de ‘El amor en los tiempos del cólera’), no permanezca inmutable al paso del tiempo.

Gustavo Andrés Hernández Gnecco