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Columnista - 26 octubre, 2022

La doble calzada: el “demonio” del Cesar

Los dirigentes que representan a las diferentes agremiaciones del Cesar, incluida la clase política y gubernamental, tendrán que encabezar una cruzada para salvar a los pueblos de Bosconia, Mariangola, Aguas Blancas, Valencia de Jesús y veredas aledañas, de su peor desgracia. Son pueblos olvidados por el centralismo regional y nacional, por los políticos que solo […]

Los dirigentes que representan a las diferentes agremiaciones del Cesar, incluida la clase política y gubernamental, tendrán que encabezar una cruzada para salvar a los pueblos de Bosconia, Mariangola, Aguas Blancas, Valencia de Jesús y veredas aledañas, de su peor desgracia.

Son pueblos olvidados por el centralismo regional y nacional, por los políticos que solo acuden a ellos por sus votos, hoy viven su peor desgracia por culpa del desmonte de sus carreteras centrales, para construir la doble calzada, una vía que le cuesta al país miles de millones de dólares (recursos que muchas veces se roban). 

Cuando se supo que el gobierno construiría la doble calzada campesinos y obreros sabían por mera intuición que ese “demonio” terrestre (como lo llaman) iba a ser la desdicha de las comunidades del sector.

“Todos nosotros pronosticamos lo que hoy está pasando, las consecuencias del arrasamiento de la naturaleza contra la vida. Todos sabíamos menos los ingenieros, políticos y constructores que esas carreteras iban a cambiar el curso de la vegetación”, comentó Pedro, trabajador de una finca y padre de cinco niños.  

Sin embargo, nadie los escuchó. Los concejales, diputados, alcalde y gobernador se hicieron los de los oídos sordos y permitieron que derrumbaran la vida de los pueblos, sus bosques, y las laderas que protegían sus poblaciones. 

Pese a las múltiples peticiones de los habitantes, los corregimientos de Mariangola y Aguas Blancas “desaparecieron” de la vista de los pasajeros y viajeros, porque quedaron por fuera de la carretera central convertida hoy en la Ruta del Sol, en el tramo Valledupar – Bosconia. Incluso, Bosconia ha sido afectada y las comunidades denuncian que las inundaciones recientes son causadas por los trabajos de la ruta del sol que llegará algún día a Valledupar. Muchos lo habían advertido, pero nadie los escuchó.

 Les queda lo paisajístico, porque los pueblos quedaron expuestos a las aguas corrientes y fluidas de las acequias y los aguaceros. Ahora ven frustradas las posibilidades de desarrollo y están frente al ímpetu de la naturaleza que pareciera que les está cobrando y castigando por su destrucción. 

Alegan en los pueblos que los ingenieros y contratistas recorrieron cada sector, pero solo pensando en el montaje de la doble calzada, sin prevenir los efectos indirectos (externalidades) que podrían generar ese magno proyecto, eso no fue medido ni valorado, lo que pudo haber causado externalidades positivas pero que hoy son negativas, porque ya empieza a verse la improductividad, las inundaciones y fenómenos negativos, alegan en Bosconia.     

Para llegar, ahora, a Mariangola y a Aguas Blancas hay vías alternas, con muchos inconvenientes de acceso. Los habitantes se sienten frustrados y desamparados, porque se había propuesto realizar ajustes a la Ruta del Sol, en el tramo Valledupar-Bosconia con el propósito de evitar afectaciones en la movilidad y el acceso a las comunidades ubicadas en esta ruta. Pero nunca se vieron. 

Los habitantes de los pueblos están inconformes y claman porque la clase dirigente del Cesar pueda buscarle solución al problema. Las inundaciones y el abandono estatal tienen a los habitantes en vilo. 

Se afirma que, en vez de progreso, la Ruta del Sol trae desdicha y desespero. Los habitantes están furiosos, porque la obra solo ha advertido majestuosidad. Ahora hay inconformidad porque se ven frustradas las posibilidades de desarrollo por una vía nacional de la cual tenían sustento cientos de familias; ahora se regresa al ostracismo de un Estado que le importa más el piso, el cemento, que la vida productiva de unos pueblos desamparados. Manos a la obra. Hasta la próxima semana. tí[email protected]   @tiochiro.

Columnista
26 octubre, 2022

La doble calzada: el “demonio” del Cesar

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Aquilino Cotes Zuleta

Los dirigentes que representan a las diferentes agremiaciones del Cesar, incluida la clase política y gubernamental, tendrán que encabezar una cruzada para salvar a los pueblos de Bosconia, Mariangola, Aguas Blancas, Valencia de Jesús y veredas aledañas, de su peor desgracia. Son pueblos olvidados por el centralismo regional y nacional, por los políticos que solo […]


Los dirigentes que representan a las diferentes agremiaciones del Cesar, incluida la clase política y gubernamental, tendrán que encabezar una cruzada para salvar a los pueblos de Bosconia, Mariangola, Aguas Blancas, Valencia de Jesús y veredas aledañas, de su peor desgracia.

Son pueblos olvidados por el centralismo regional y nacional, por los políticos que solo acuden a ellos por sus votos, hoy viven su peor desgracia por culpa del desmonte de sus carreteras centrales, para construir la doble calzada, una vía que le cuesta al país miles de millones de dólares (recursos que muchas veces se roban). 

Cuando se supo que el gobierno construiría la doble calzada campesinos y obreros sabían por mera intuición que ese “demonio” terrestre (como lo llaman) iba a ser la desdicha de las comunidades del sector.

“Todos nosotros pronosticamos lo que hoy está pasando, las consecuencias del arrasamiento de la naturaleza contra la vida. Todos sabíamos menos los ingenieros, políticos y constructores que esas carreteras iban a cambiar el curso de la vegetación”, comentó Pedro, trabajador de una finca y padre de cinco niños.  

Sin embargo, nadie los escuchó. Los concejales, diputados, alcalde y gobernador se hicieron los de los oídos sordos y permitieron que derrumbaran la vida de los pueblos, sus bosques, y las laderas que protegían sus poblaciones. 

Pese a las múltiples peticiones de los habitantes, los corregimientos de Mariangola y Aguas Blancas “desaparecieron” de la vista de los pasajeros y viajeros, porque quedaron por fuera de la carretera central convertida hoy en la Ruta del Sol, en el tramo Valledupar – Bosconia. Incluso, Bosconia ha sido afectada y las comunidades denuncian que las inundaciones recientes son causadas por los trabajos de la ruta del sol que llegará algún día a Valledupar. Muchos lo habían advertido, pero nadie los escuchó.

 Les queda lo paisajístico, porque los pueblos quedaron expuestos a las aguas corrientes y fluidas de las acequias y los aguaceros. Ahora ven frustradas las posibilidades de desarrollo y están frente al ímpetu de la naturaleza que pareciera que les está cobrando y castigando por su destrucción. 

Alegan en los pueblos que los ingenieros y contratistas recorrieron cada sector, pero solo pensando en el montaje de la doble calzada, sin prevenir los efectos indirectos (externalidades) que podrían generar ese magno proyecto, eso no fue medido ni valorado, lo que pudo haber causado externalidades positivas pero que hoy son negativas, porque ya empieza a verse la improductividad, las inundaciones y fenómenos negativos, alegan en Bosconia.     

Para llegar, ahora, a Mariangola y a Aguas Blancas hay vías alternas, con muchos inconvenientes de acceso. Los habitantes se sienten frustrados y desamparados, porque se había propuesto realizar ajustes a la Ruta del Sol, en el tramo Valledupar-Bosconia con el propósito de evitar afectaciones en la movilidad y el acceso a las comunidades ubicadas en esta ruta. Pero nunca se vieron. 

Los habitantes de los pueblos están inconformes y claman porque la clase dirigente del Cesar pueda buscarle solución al problema. Las inundaciones y el abandono estatal tienen a los habitantes en vilo. 

Se afirma que, en vez de progreso, la Ruta del Sol trae desdicha y desespero. Los habitantes están furiosos, porque la obra solo ha advertido majestuosidad. Ahora hay inconformidad porque se ven frustradas las posibilidades de desarrollo por una vía nacional de la cual tenían sustento cientos de familias; ahora se regresa al ostracismo de un Estado que le importa más el piso, el cemento, que la vida productiva de unos pueblos desamparados. Manos a la obra. Hasta la próxima semana. tí[email protected]   @tiochiro.