La erradicación del hambre de la faz de la tierra es uno de los ocho propósitos principales de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), conocidos como Objetivos del Milenio. Propuesta aprobada en la Cumbre del Milenio del año 2000, en la cual los jefes de los gobiernos de todos los países miembros de la […]
La erradicación del hambre de la faz de la tierra es uno de los ocho propósitos principales de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), conocidos como Objetivos del Milenio. Propuesta aprobada en la Cumbre del Milenio del año 2000, en la cual los jefes de los gobiernos de todos los países miembros de la ONU se comprometieron en hacerlos cumplir a cabalidad.
Cabe preguntar ¿en qué ha fallado Colombia? Para que gran parte de su gente tenga tanta morbilidad y mortalidad por una enfermedad prevenible como la desnutrición, de verdad es una vergüenza nacional que niños colombianos padezcan y mueran por desnutrición.
No se debe desconocer que el Estado colombiano ha tomado múltiples medidas con el propósito de reducir el hambre y por ende la desnutrición; sin embargo, sus resultados han sido tan pobres, que según el Observatorio de Seguridad Alimentaria Nacional (OSAN), en Colombia hay un 48 % de inseguridad alimentaria y en el departamento del Cesar esta inseguridad es del 52 %, lo que nos coloca en situación de alto riesgo de padecer desnutrición y sus terribles consecuencias.
¿Qué se debe hacer para salir de este riesgo tan funesto? Lamentablemente, en la actual situación que atraviesa el país, con corrupción por doquier, amparada por un fuerte fenómeno de El Niño y ad portas de un posconflicto, la posibilidad es que la inseguridad alimentaria se convierta en mayor hambruna.
La precariedad de la economía colombiana y el contrasentido de nuestros políticos ponen en entredicho un mejor futuro. La realidad es que la situación no está ni siquiera para hacer pronósticos medianamente optimistas, lo contrario sería una falacia tan evidente como creer que el presidente JM Santos logre un acuerdo de paz con las Farc el próximo 23 de marzo.
¿Será que el Programa de Hogares Comunitarios del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) cumple adecuadamente la función de alimentar a más de millón de infantes? Sin duda alguna, mi respuesta es un no rotundo, en vista de que estos hogares tienen aval político, que en Colombia es sinónimo de descomposición social.
En Colombia todo lo han politizado, hasta la justicia, en la cual ahora tenemos el ridículo ejemplo del encarcelamiento del hermano del expresidente Álvaro Uribe y la bancada parlamentaria del Centro Democrático pidiendo la renuncia del presidente Santos frente al Palacio de Nariño.
Risible la investigación del procurador Alejandro Ordoñez a la cúpula militar por haber permitido el arribo de tres comandantes de las Farc al corregimiento de Conejo, del municipio de Fonseca, La Guajira, con cientos de guerrilleros armados haciendo proselitismo político sobre el proceso de paz que están negociando en La Habana. Mientras que en la Alta Guajira se mueren los infantes de sed y hambre.
¡Qué horror! Que ni vergüenza les produce a los políticos colombianos, que solo les interesa apropiarse el erario a través de altísimos salarios y repartiendo cuantiosos contratos a sus cómplices.
La erradicación del hambre de la faz de la tierra es uno de los ocho propósitos principales de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), conocidos como Objetivos del Milenio. Propuesta aprobada en la Cumbre del Milenio del año 2000, en la cual los jefes de los gobiernos de todos los países miembros de la […]
La erradicación del hambre de la faz de la tierra es uno de los ocho propósitos principales de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), conocidos como Objetivos del Milenio. Propuesta aprobada en la Cumbre del Milenio del año 2000, en la cual los jefes de los gobiernos de todos los países miembros de la ONU se comprometieron en hacerlos cumplir a cabalidad.
Cabe preguntar ¿en qué ha fallado Colombia? Para que gran parte de su gente tenga tanta morbilidad y mortalidad por una enfermedad prevenible como la desnutrición, de verdad es una vergüenza nacional que niños colombianos padezcan y mueran por desnutrición.
No se debe desconocer que el Estado colombiano ha tomado múltiples medidas con el propósito de reducir el hambre y por ende la desnutrición; sin embargo, sus resultados han sido tan pobres, que según el Observatorio de Seguridad Alimentaria Nacional (OSAN), en Colombia hay un 48 % de inseguridad alimentaria y en el departamento del Cesar esta inseguridad es del 52 %, lo que nos coloca en situación de alto riesgo de padecer desnutrición y sus terribles consecuencias.
¿Qué se debe hacer para salir de este riesgo tan funesto? Lamentablemente, en la actual situación que atraviesa el país, con corrupción por doquier, amparada por un fuerte fenómeno de El Niño y ad portas de un posconflicto, la posibilidad es que la inseguridad alimentaria se convierta en mayor hambruna.
La precariedad de la economía colombiana y el contrasentido de nuestros políticos ponen en entredicho un mejor futuro. La realidad es que la situación no está ni siquiera para hacer pronósticos medianamente optimistas, lo contrario sería una falacia tan evidente como creer que el presidente JM Santos logre un acuerdo de paz con las Farc el próximo 23 de marzo.
¿Será que el Programa de Hogares Comunitarios del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) cumple adecuadamente la función de alimentar a más de millón de infantes? Sin duda alguna, mi respuesta es un no rotundo, en vista de que estos hogares tienen aval político, que en Colombia es sinónimo de descomposición social.
En Colombia todo lo han politizado, hasta la justicia, en la cual ahora tenemos el ridículo ejemplo del encarcelamiento del hermano del expresidente Álvaro Uribe y la bancada parlamentaria del Centro Democrático pidiendo la renuncia del presidente Santos frente al Palacio de Nariño.
Risible la investigación del procurador Alejandro Ordoñez a la cúpula militar por haber permitido el arribo de tres comandantes de las Farc al corregimiento de Conejo, del municipio de Fonseca, La Guajira, con cientos de guerrilleros armados haciendo proselitismo político sobre el proceso de paz que están negociando en La Habana. Mientras que en la Alta Guajira se mueren los infantes de sed y hambre.
¡Qué horror! Que ni vergüenza les produce a los políticos colombianos, que solo les interesa apropiarse el erario a través de altísimos salarios y repartiendo cuantiosos contratos a sus cómplices.