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Columnista - 6 septiembre, 2015

La definición de política

La definición de la política, ha sido lo más conceptuado en la historia de la humanidad, calificado de manera positiva y negativa dependiendo de su enfoque y la forma como se percibe por quienes la conocen, puesto que en un primer contacto, emergen distintas opiniones, por lo general unas indiferentes y otras que manifiestan decepción. […]

La definición de la política, ha sido lo más conceptuado en la historia de la humanidad, calificado de manera positiva y negativa dependiendo de su enfoque y la forma como se percibe por quienes la conocen, puesto que en un primer contacto, emergen distintas opiniones, por lo general unas indiferentes y otras que manifiestan decepción.

En el caso de nuestro país, en vigencia del periodo electoral, hay comentarios adversos que se suscitan acerca del ejercicio de la política, crítica directa al modo de cómo se opera una candidatura, y lo que ocurre detrás de cada campaña, una realidad cargante y perturbadora para los electores a quienes buscan persuadir, para obtener su voto.

Adentrándonos en las elecciones de corporaciones administrativas, alcaldías y gobernaciones, como presente, nos damos cuenta de lo distorsionado que se encuentra la noción de política de quien la profesa y práctica, y así se puede confirmar del proceder en campaña, que servirá de referencia para saber cómo será su trabajo político a futuro, es decir, todo lo que sucede alrededor de su postulación, una vez ejerza funciones en oficio, tendrá sus efectos, dependiendo de lo pactado en el transcurso de los comicios; las alianzas codiciosas y padrinazgos, son un fiel ejemplo de lo que referencio.

Sin embargo, esto obedece a la implantación de una errada idea, que para realizar política, es necesario tener capital, a mi parecer, es un requerimiento para financiar, pero no es lo esencial, aunque lamentablemente la mentalidad es otra, dejando en otro plano al conocimiento, propuestas y proyectos, que es lo que realmente debe inquietar.

La sociedad, quien ha sido receptora de impudicias y cinismos, se ha contagiado; los ciudadanos negocian su voto, miran con desinterés su destino, y en manos de quien cae; algunos líderes comunales y de barriada, se convierten en comisionistas, todo gira en torno al beneficio que termina siendo momentáneo, porque el precio de la conciencia se tasa en donativos; tristemente esta situación sucede con más frecuencia, acostumbrándonos a subastar la moralidad a merced del potentado.

La realidad de una democracia viciada es a lo que nos enfrentamos, al presenciar como los cargos de elección popular pareciesen de sucesión al trono, el parentesco y la consanguinidad se hacen sentir, familias se disputan votaciones y se sufraga por apellido; una concepción que debemos desechar, porque cada quien tiene la posibilidad de participar y actuar conforme a su derecho político de elegir y ser elegido, en otras palabras, plebeyos y nobles por igual.

Lo que acontece actualmente, y he traído a asunto, es la forma como nos han inducido a creer en que la corruptela y la perversión es algo normal, que detentar fortuna es condición para aspirar y que las administraciones pertenezcan a parentelas; no podemos dejarnos convencer y escojamos planteamientos, perfil, reputación e identidad con el pueblo, atributos que depurarán la indecencia y deshonestidad propias de la política del hastío.

Columnista
6 septiembre, 2015

La definición de política

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Sergio Barranco

La definición de la política, ha sido lo más conceptuado en la historia de la humanidad, calificado de manera positiva y negativa dependiendo de su enfoque y la forma como se percibe por quienes la conocen, puesto que en un primer contacto, emergen distintas opiniones, por lo general unas indiferentes y otras que manifiestan decepción. […]


La definición de la política, ha sido lo más conceptuado en la historia de la humanidad, calificado de manera positiva y negativa dependiendo de su enfoque y la forma como se percibe por quienes la conocen, puesto que en un primer contacto, emergen distintas opiniones, por lo general unas indiferentes y otras que manifiestan decepción.

En el caso de nuestro país, en vigencia del periodo electoral, hay comentarios adversos que se suscitan acerca del ejercicio de la política, crítica directa al modo de cómo se opera una candidatura, y lo que ocurre detrás de cada campaña, una realidad cargante y perturbadora para los electores a quienes buscan persuadir, para obtener su voto.

Adentrándonos en las elecciones de corporaciones administrativas, alcaldías y gobernaciones, como presente, nos damos cuenta de lo distorsionado que se encuentra la noción de política de quien la profesa y práctica, y así se puede confirmar del proceder en campaña, que servirá de referencia para saber cómo será su trabajo político a futuro, es decir, todo lo que sucede alrededor de su postulación, una vez ejerza funciones en oficio, tendrá sus efectos, dependiendo de lo pactado en el transcurso de los comicios; las alianzas codiciosas y padrinazgos, son un fiel ejemplo de lo que referencio.

Sin embargo, esto obedece a la implantación de una errada idea, que para realizar política, es necesario tener capital, a mi parecer, es un requerimiento para financiar, pero no es lo esencial, aunque lamentablemente la mentalidad es otra, dejando en otro plano al conocimiento, propuestas y proyectos, que es lo que realmente debe inquietar.

La sociedad, quien ha sido receptora de impudicias y cinismos, se ha contagiado; los ciudadanos negocian su voto, miran con desinterés su destino, y en manos de quien cae; algunos líderes comunales y de barriada, se convierten en comisionistas, todo gira en torno al beneficio que termina siendo momentáneo, porque el precio de la conciencia se tasa en donativos; tristemente esta situación sucede con más frecuencia, acostumbrándonos a subastar la moralidad a merced del potentado.

La realidad de una democracia viciada es a lo que nos enfrentamos, al presenciar como los cargos de elección popular pareciesen de sucesión al trono, el parentesco y la consanguinidad se hacen sentir, familias se disputan votaciones y se sufraga por apellido; una concepción que debemos desechar, porque cada quien tiene la posibilidad de participar y actuar conforme a su derecho político de elegir y ser elegido, en otras palabras, plebeyos y nobles por igual.

Lo que acontece actualmente, y he traído a asunto, es la forma como nos han inducido a creer en que la corruptela y la perversión es algo normal, que detentar fortuna es condición para aspirar y que las administraciones pertenezcan a parentelas; no podemos dejarnos convencer y escojamos planteamientos, perfil, reputación e identidad con el pueblo, atributos que depurarán la indecencia y deshonestidad propias de la política del hastío.