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Columnista - 4 noviembre, 2011

La Cultura del Vallenato

Por Rodolfo Quintero Romero Mucho le serviría al nuevo alcalde de Valledupar estudiar cuidadosamente los resultados de la reciente Encuesta de Percepción Ciudadana 2011, realizada por el programa “Valledupar Cómo Vamos”. Allí encontrará, no solo tres modelos deseados de ciudad que le pueden servir de referencia para su gestión sino también información de la mayor […]

Por Rodolfo Quintero Romero

Mucho le serviría al nuevo alcalde de Valledupar estudiar cuidadosamente los resultados de la reciente Encuesta de Percepción Ciudadana 2011, realizada por el programa “Valledupar Cómo Vamos”. Allí encontrará, no solo tres modelos deseados de ciudad que le pueden servir de referencia para su gestión sino también información de la mayor relevancia sobre el imaginario que tiene la gente de su propio comportamiento ciudadano, el respeto a la ley, la convivencia y la participación ciudadana.

Según la encuesta, los vallenatos sienten que su proceder cívico no es el más adecuado. Reconocen usar  mal  los espacios y bienes públicos, conducir en estado de embriaguez, irrespetar las normas básicas de tránsito, evadir  impuestos, no aceptar a personas de diferente orientación sexual,  incumplir  normas de construcción y no acatar las  normas ambientales, entre otros. Consideran  apenas aceptable su conducta  en lo que se refiere a la solidaridad con los demás; el respeto a la vida, a las normas elementales  de convivencia, a las mujeres, a los desplazados por la violencia, a las minorías étnicas y a sus vecinos.

En relación con la cultura de la legalidad, del respeto a ley, ven poco probable que se les castigue por pasar un semáforo en rojo, cruzar la calle por sitios prohibidos,  poner música con un nivel de ruido más alto de lo permitido, invadir espacios públicos con ventas ambulantes, sobornar para saltarse los trámites regulares, agredir a otras personas o dañar un bien público.

La tolerancia frente a la corrupción en el sector público, tema no incluido en la encuesta pero fácil de identificar en cualquier conversación bajo la excusa vergonzante de “no importa que roben siempre y cuando hagan alguna obra” y los altos niveles de violencia física y sicológica contra las mujeres que señala la Encuesta Nacional de Demografía y Salud 2010, completan el perfil cultural que nos caracteriza.

Es muy interesante el dato sobre nuestra participación ciudadana. El 74% de los encuestados responde que nunca resuelve en grupo problemas colectivos  y solo un 5% afirma pertenecer a alguna organización comunitaria. En países como Suecia, la situación es muy diferente. Allí, el 95% de la población participa en  algún tipo de organización.El resultado es una democracia robusta y una ciudadanía activa y deliberante.

Algunos elementos culturales son verdaderos facilitadores de desarrollo económico, social y político. La ética del trabajo, la puntualidad, el respeto a la ley, el pluralismo, la tolerancia y la confianza son características que favorecen el progreso de las ciudades. Cada día es más evidente que la cultura es un factor cardinal para conseguir el bienestar, la prosperidad social y la reducción de la violencia. Me refiero a la cultura como sinónimo de creencias, percepciones, actitudes y valores que guían el comportamiento de las personas. O, si queremos ser más precisos, a la  cultura ciudadana, es decir, a las reglas, costumbres y actitudes que comparte una comunidad, facilitan la convivencia y crean sentido de pertenencia,  respeto a los bienes públicos y  reconocimiento de los deberes y derechos de todos los habitantes de la ciudad.

Valledupar requiere una profunda transformación cultural que la saque de la pre-modernidad, la lleve al siglo XXI y cree las condiciones favorables para un rápido e incluyente desarrollo económico sostenible. El mismo reconocimiento que hace la gente de su mal comportamiento cívico ya es un buen punto de partida para que el nuevo gobierno municipal promueva una política pública para la cultura ciudadana. Esta debe modificar aquellos comportamientos que impiden construir confianza en las instituciones y entre los mismos ciudadanos. Promover valores que conviertan en tabú la violencia contra las mujeres y el robo de los dineros públicos. Reconocer el carácter sagrado de la vida humana y la naturaleza. Estimular el cumplimiento voluntario de las normas y rechazar  – sin atenuantes- el uso de la violencia para resolver los conflictos.

El cambio cultural, a través de la pedagogía ciudadana,es el camino para construir  una ciudad más amable, próspera y humana.  Adelante, señor Alcalde.

Columnista
4 noviembre, 2011

La Cultura del Vallenato

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Rodolfo Quintero Romero

Por Rodolfo Quintero Romero Mucho le serviría al nuevo alcalde de Valledupar estudiar cuidadosamente los resultados de la reciente Encuesta de Percepción Ciudadana 2011, realizada por el programa “Valledupar Cómo Vamos”. Allí encontrará, no solo tres modelos deseados de ciudad que le pueden servir de referencia para su gestión sino también información de la mayor […]


Por Rodolfo Quintero Romero

Mucho le serviría al nuevo alcalde de Valledupar estudiar cuidadosamente los resultados de la reciente Encuesta de Percepción Ciudadana 2011, realizada por el programa “Valledupar Cómo Vamos”. Allí encontrará, no solo tres modelos deseados de ciudad que le pueden servir de referencia para su gestión sino también información de la mayor relevancia sobre el imaginario que tiene la gente de su propio comportamiento ciudadano, el respeto a la ley, la convivencia y la participación ciudadana.

Según la encuesta, los vallenatos sienten que su proceder cívico no es el más adecuado. Reconocen usar  mal  los espacios y bienes públicos, conducir en estado de embriaguez, irrespetar las normas básicas de tránsito, evadir  impuestos, no aceptar a personas de diferente orientación sexual,  incumplir  normas de construcción y no acatar las  normas ambientales, entre otros. Consideran  apenas aceptable su conducta  en lo que se refiere a la solidaridad con los demás; el respeto a la vida, a las normas elementales  de convivencia, a las mujeres, a los desplazados por la violencia, a las minorías étnicas y a sus vecinos.

En relación con la cultura de la legalidad, del respeto a ley, ven poco probable que se les castigue por pasar un semáforo en rojo, cruzar la calle por sitios prohibidos,  poner música con un nivel de ruido más alto de lo permitido, invadir espacios públicos con ventas ambulantes, sobornar para saltarse los trámites regulares, agredir a otras personas o dañar un bien público.

La tolerancia frente a la corrupción en el sector público, tema no incluido en la encuesta pero fácil de identificar en cualquier conversación bajo la excusa vergonzante de “no importa que roben siempre y cuando hagan alguna obra” y los altos niveles de violencia física y sicológica contra las mujeres que señala la Encuesta Nacional de Demografía y Salud 2010, completan el perfil cultural que nos caracteriza.

Es muy interesante el dato sobre nuestra participación ciudadana. El 74% de los encuestados responde que nunca resuelve en grupo problemas colectivos  y solo un 5% afirma pertenecer a alguna organización comunitaria. En países como Suecia, la situación es muy diferente. Allí, el 95% de la población participa en  algún tipo de organización.El resultado es una democracia robusta y una ciudadanía activa y deliberante.

Algunos elementos culturales son verdaderos facilitadores de desarrollo económico, social y político. La ética del trabajo, la puntualidad, el respeto a la ley, el pluralismo, la tolerancia y la confianza son características que favorecen el progreso de las ciudades. Cada día es más evidente que la cultura es un factor cardinal para conseguir el bienestar, la prosperidad social y la reducción de la violencia. Me refiero a la cultura como sinónimo de creencias, percepciones, actitudes y valores que guían el comportamiento de las personas. O, si queremos ser más precisos, a la  cultura ciudadana, es decir, a las reglas, costumbres y actitudes que comparte una comunidad, facilitan la convivencia y crean sentido de pertenencia,  respeto a los bienes públicos y  reconocimiento de los deberes y derechos de todos los habitantes de la ciudad.

Valledupar requiere una profunda transformación cultural que la saque de la pre-modernidad, la lleve al siglo XXI y cree las condiciones favorables para un rápido e incluyente desarrollo económico sostenible. El mismo reconocimiento que hace la gente de su mal comportamiento cívico ya es un buen punto de partida para que el nuevo gobierno municipal promueva una política pública para la cultura ciudadana. Esta debe modificar aquellos comportamientos que impiden construir confianza en las instituciones y entre los mismos ciudadanos. Promover valores que conviertan en tabú la violencia contra las mujeres y el robo de los dineros públicos. Reconocer el carácter sagrado de la vida humana y la naturaleza. Estimular el cumplimiento voluntario de las normas y rechazar  – sin atenuantes- el uso de la violencia para resolver los conflictos.

El cambio cultural, a través de la pedagogía ciudadana,es el camino para construir  una ciudad más amable, próspera y humana.  Adelante, señor Alcalde.