Por: Miguel Ángel Castilla Camargo Lo que no han logrado los misiles, lo alcanzó con relativa facilidad un cuerpo agraciado femenino con los muchachos del Servicio Secreto de los Estados Unidos, que no resistieron la cuarentena sexual a la que estaban siendo sometidos. Quién iba a pensar que seres casi de hierro, que se […]
Por: Miguel Ángel Castilla Camargo
Lo que no han logrado los misiles, lo alcanzó con relativa facilidad un cuerpo agraciado femenino con los muchachos del Servicio Secreto de los Estados Unidos, que no resistieron la cuarentena sexual a la que estaban siendo sometidos. Quién iba a pensar que seres casi de hierro, que se ríen cuando se les ordena, y que por momentos lucen inmunes al sufrimiento, se dejaran llevar, con todo el dolor del alma, por sentimientos pueriles.
El pobre clítoris, a quien siempre le echan la culpa de todo, debe seguir arrastrando la equivocación de hombres asaltados por la carne. Al menos a Obama no lo han llamado, hasta ahora, al Congreso para que explique los pormenores de una noche desenfrenada de sus vigilantes en la Cumbre de las Américas. Si supieran en el mundo lo que hacen los guardaespaldas en Colombia en sus ratos libres no se alarmarían tanto.
Total, la guardia de seguridad del mandatario más poderoso del mundo, falló ante un séquito de prepagos que no le fían un polvo ni a Brad Pitt. Nadie se explica como la custodia de un estadista, que Al Qaeda no ha podido penetrar, fue penetrada, o mejor dicho vulnerada por unas niñas de la vida alegre. Otra gringada más para una sociedad norteña que se jacta de pagar impuestos para mantener el deseo de ineptos que no advierten el peligro en un par de tetas beligerantes.
Si bien al presidente no lo cobijó directamente el problema, según Juan Gossain, Obama venía blindado con un vestuario tejido con hilos de acero lo que le habría impedido cualquier desliz. Lo que no sabe Juan,es que a la hora de un desenfreno hormonal no hay seguro de castidad que valga.
Digamos que el síndrome de John F. Kennedy con Marilyn Monroe, y las prácticas del Kamasutra de Bill Clinton con Mónica Lewinsky, siguen alimentando cierta paranoia colectiva en Estados Unidos.
Claro, estamos hablando de iconos de la masculinidad, hombres apetecidos, perseguidos e idolatrados por las mujeres, algo contradictorio y poco usual en Colombia donde el voto vaginal hace parte de la canasta familiar. Sin embargo, no tendría lógica, ni presentación, ni estética, que una diva se interesara por Samper, Pastrana o Uribe; el primero, inhabilitado por cuestiones judiciales; el segundo, anulado por sustracción de materia, y el último, ocupado comprando tierritas.
En la vida Norteña, al único que no se le permite tirarse una canita al aire es al presidente, una costumbre casi que instaurada por la Iglesia Católica, que al decir verdad le prohíbe al prójimo los deleites con los que ellos pierden la cabeza detrás del confesionario.
Amen de todo lo que pudo haber sido y no fue, gracias a Dios Obama salió vivo del país y no se llevó el burro que le tenía un admirador en Turbaco. Se imaginan la cotización del salchichón con el TLC en vigencia, o un problema de zoofilia con el inocente animalito.
Finalmente, hay que felicitar al presidente Juan Manuel Santos por haber dado una gran lección de diplomacia criolla, que no fue otra que un acto donde los demás actuaron como simples convidados de piedra, que no pudieron reaccionar ante un gran maestro de la hipocresía.
Por: Miguel Ángel Castilla Camargo Lo que no han logrado los misiles, lo alcanzó con relativa facilidad un cuerpo agraciado femenino con los muchachos del Servicio Secreto de los Estados Unidos, que no resistieron la cuarentena sexual a la que estaban siendo sometidos. Quién iba a pensar que seres casi de hierro, que se […]
Por: Miguel Ángel Castilla Camargo
Lo que no han logrado los misiles, lo alcanzó con relativa facilidad un cuerpo agraciado femenino con los muchachos del Servicio Secreto de los Estados Unidos, que no resistieron la cuarentena sexual a la que estaban siendo sometidos. Quién iba a pensar que seres casi de hierro, que se ríen cuando se les ordena, y que por momentos lucen inmunes al sufrimiento, se dejaran llevar, con todo el dolor del alma, por sentimientos pueriles.
El pobre clítoris, a quien siempre le echan la culpa de todo, debe seguir arrastrando la equivocación de hombres asaltados por la carne. Al menos a Obama no lo han llamado, hasta ahora, al Congreso para que explique los pormenores de una noche desenfrenada de sus vigilantes en la Cumbre de las Américas. Si supieran en el mundo lo que hacen los guardaespaldas en Colombia en sus ratos libres no se alarmarían tanto.
Total, la guardia de seguridad del mandatario más poderoso del mundo, falló ante un séquito de prepagos que no le fían un polvo ni a Brad Pitt. Nadie se explica como la custodia de un estadista, que Al Qaeda no ha podido penetrar, fue penetrada, o mejor dicho vulnerada por unas niñas de la vida alegre. Otra gringada más para una sociedad norteña que se jacta de pagar impuestos para mantener el deseo de ineptos que no advierten el peligro en un par de tetas beligerantes.
Si bien al presidente no lo cobijó directamente el problema, según Juan Gossain, Obama venía blindado con un vestuario tejido con hilos de acero lo que le habría impedido cualquier desliz. Lo que no sabe Juan,es que a la hora de un desenfreno hormonal no hay seguro de castidad que valga.
Digamos que el síndrome de John F. Kennedy con Marilyn Monroe, y las prácticas del Kamasutra de Bill Clinton con Mónica Lewinsky, siguen alimentando cierta paranoia colectiva en Estados Unidos.
Claro, estamos hablando de iconos de la masculinidad, hombres apetecidos, perseguidos e idolatrados por las mujeres, algo contradictorio y poco usual en Colombia donde el voto vaginal hace parte de la canasta familiar. Sin embargo, no tendría lógica, ni presentación, ni estética, que una diva se interesara por Samper, Pastrana o Uribe; el primero, inhabilitado por cuestiones judiciales; el segundo, anulado por sustracción de materia, y el último, ocupado comprando tierritas.
En la vida Norteña, al único que no se le permite tirarse una canita al aire es al presidente, una costumbre casi que instaurada por la Iglesia Católica, que al decir verdad le prohíbe al prójimo los deleites con los que ellos pierden la cabeza detrás del confesionario.
Amen de todo lo que pudo haber sido y no fue, gracias a Dios Obama salió vivo del país y no se llevó el burro que le tenía un admirador en Turbaco. Se imaginan la cotización del salchichón con el TLC en vigencia, o un problema de zoofilia con el inocente animalito.
Finalmente, hay que felicitar al presidente Juan Manuel Santos por haber dado una gran lección de diplomacia criolla, que no fue otra que un acto donde los demás actuaron como simples convidados de piedra, que no pudieron reaccionar ante un gran maestro de la hipocresía.