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Editorial - 10 mayo, 2011

La crisis del Polo Democrático

Siempre se ha hablado de la crisis de los partidos políticos en Colombia, tanto que el tema se ha vuelto un lugar común. Tanto si están en el gobierno, como si están fuera de él, se habla, de manera permanente- de la famosa y gaseosa crisis de los partidos. Y el calificativo tiene mucho de […]

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Siempre se ha hablado de la crisis de los partidos políticos en Colombia, tanto que el tema se ha vuelto un lugar común. Tanto si están en el gobierno, como si están fuera de él, se habla, de manera permanente- de la famosa y gaseosa crisis de los partidos.
Y el calificativo tiene mucho de fundamento, los partidos en Colombia no son permanentes, sino coyunturales, no mantienen una adecuada comunicación con sus potenciales electores, sólo lo hacen en víspera de elecciones, y muchas veces están más pendientes de acuerdos palaciegos y cuotas burocráticas, que de interpretar las necesidades de buena parte del pueblo colombiano, cada vez más independiente y sin partido, precisamente por la apatía y el escozor que produce la actividad política tradicional.
En Colombia, históricamente han sido los llamados partidos políticos tradicionales, el Partido Conservador y el Liberal, los principales receptores de los votos. Las terceras fuerzas han tenido poco participación y casi siempre nacen de una disidencia y – paradójicamente- terminan aliándose al partido contrario tradicional.
Las llamadas terceras fuerzas han tenido un protagonismo relativo y efímero que no superaba, en la mayoría de los casos, más de dos elecciones. Tal fue el caso del Movimiento Revolucionario Liberal (M.R.L.), la Alianza Nacional Popular (Anapo), fundada por el General Gustavo Rojas Pinilla, abuelo de los hermanos Iván y Samuel Moreno, hoy envuelto en el escándalo del Grupo Nule; el Nuevo Liberalismo, la Unión Patriótica,  y el M-19,  entre otros.
Ese paradigma se rompió con el Polo Democrático Alternativo. El Polo logró una destacada representación en el Congreso de la República para la izquierda democrática; además, ganó dos veces seguidas la Alcaldía Mayor de Bogotá; la primera con el ex sindicalista, Luis Eduardo Garzón, y la segunda con Samuel Moreno Rojas.

En la primera administración, la de Garzón, el Polo hizo una buena gestión que se destacó, principalmente, por sus políticas sociales y su lucha contra la pobreza y el hambre, principalmente. A tal punto que le dieron oxígeno a Garzón para aspirar a la Presidencia de la República, en la triple alianza Garzón- Peñalosa-Mockus-, que dejó a este último como contrincante del candidato del Partido de la U, el actual Presidente de la República, Juan Manuel Santos Calderón.

El Polo llegó a la primera vuelta presidencial, en mayo de 2010,  apoyando a Gustavo Petro, que logró una buena votación, la cuarta después de Germán Vargas Lleras,  pero inferior a la obtenida por el mismo Polo cuando Carlos Gaviria se enfrentó a Álvaro Uribe Vélez.
Hoy el Polo afronta la mayor crisis de su corta historia. Se encuentra dividido en varias tendencias irreconciliables, situación que ha caracterizado a la izquierda nacional la mayor parte de nuestra historia contemporánea. Pero, las divisiones quizás sean lo de menos, el Polo ha sido concebido como un frente con varias tendencias.
Lo más grave, en nuestra opinión, es que el Polo terminó haciendo lo que durante mucho tiempo se le criticó a los viejos partidos tradicionales y a los nuevos, como la U, inclusive, cuando han sido señalados de corrupción, y plantear la búsqueda de puestos y contratos por encima de los intereses de la comunidad.
Es grave para la democracia colombiana, paradójicamente, esa crisis que vive el Polo Democrático, por cuanto Colombia requiere partidos políticos serios y fuertes, que le presenten opciones políticas democráticas a la ciudadanía.
En el plano local y regional, el Polo no se siente para nada; con excepción de Jorge Robledo, sus directivos han pasado de agache en el tema de las Regalías, la propuesta de la Región Caribe, entre muchos otros temas.
Esperamos que con la elección de los integrantes de la terna para remplazar al suspendido Alcalde de Bogotá, Samuel Moreno, sean postuladas personas idóneas y con trayectoria dentro y fuera de ese partido.
Pero, más allá del sucesor de Moreno, que quizás tendrá que gobernar más de los tres meses de suspensión, lo trascendental para el Polo es hacer un gran esfuerzo por depurarse, para eliminar los malos procedimientos, los acuerdos burocráticos, etc, si quiere volver a recuperar algo de credibilidad y mantenerse en el mapa político de la Nación.

Editorial
10 mayo, 2011

La crisis del Polo Democrático

Siempre se ha hablado de la crisis de los partidos políticos en Colombia, tanto que el tema se ha vuelto un lugar común. Tanto si están en el gobierno, como si están fuera de él, se habla, de manera permanente- de la famosa y gaseosa crisis de los partidos. Y el calificativo tiene mucho de […]


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Siempre se ha hablado de la crisis de los partidos políticos en Colombia, tanto que el tema se ha vuelto un lugar común. Tanto si están en el gobierno, como si están fuera de él, se habla, de manera permanente- de la famosa y gaseosa crisis de los partidos.
Y el calificativo tiene mucho de fundamento, los partidos en Colombia no son permanentes, sino coyunturales, no mantienen una adecuada comunicación con sus potenciales electores, sólo lo hacen en víspera de elecciones, y muchas veces están más pendientes de acuerdos palaciegos y cuotas burocráticas, que de interpretar las necesidades de buena parte del pueblo colombiano, cada vez más independiente y sin partido, precisamente por la apatía y el escozor que produce la actividad política tradicional.
En Colombia, históricamente han sido los llamados partidos políticos tradicionales, el Partido Conservador y el Liberal, los principales receptores de los votos. Las terceras fuerzas han tenido poco participación y casi siempre nacen de una disidencia y – paradójicamente- terminan aliándose al partido contrario tradicional.
Las llamadas terceras fuerzas han tenido un protagonismo relativo y efímero que no superaba, en la mayoría de los casos, más de dos elecciones. Tal fue el caso del Movimiento Revolucionario Liberal (M.R.L.), la Alianza Nacional Popular (Anapo), fundada por el General Gustavo Rojas Pinilla, abuelo de los hermanos Iván y Samuel Moreno, hoy envuelto en el escándalo del Grupo Nule; el Nuevo Liberalismo, la Unión Patriótica,  y el M-19,  entre otros.
Ese paradigma se rompió con el Polo Democrático Alternativo. El Polo logró una destacada representación en el Congreso de la República para la izquierda democrática; además, ganó dos veces seguidas la Alcaldía Mayor de Bogotá; la primera con el ex sindicalista, Luis Eduardo Garzón, y la segunda con Samuel Moreno Rojas.

En la primera administración, la de Garzón, el Polo hizo una buena gestión que se destacó, principalmente, por sus políticas sociales y su lucha contra la pobreza y el hambre, principalmente. A tal punto que le dieron oxígeno a Garzón para aspirar a la Presidencia de la República, en la triple alianza Garzón- Peñalosa-Mockus-, que dejó a este último como contrincante del candidato del Partido de la U, el actual Presidente de la República, Juan Manuel Santos Calderón.

El Polo llegó a la primera vuelta presidencial, en mayo de 2010,  apoyando a Gustavo Petro, que logró una buena votación, la cuarta después de Germán Vargas Lleras,  pero inferior a la obtenida por el mismo Polo cuando Carlos Gaviria se enfrentó a Álvaro Uribe Vélez.
Hoy el Polo afronta la mayor crisis de su corta historia. Se encuentra dividido en varias tendencias irreconciliables, situación que ha caracterizado a la izquierda nacional la mayor parte de nuestra historia contemporánea. Pero, las divisiones quizás sean lo de menos, el Polo ha sido concebido como un frente con varias tendencias.
Lo más grave, en nuestra opinión, es que el Polo terminó haciendo lo que durante mucho tiempo se le criticó a los viejos partidos tradicionales y a los nuevos, como la U, inclusive, cuando han sido señalados de corrupción, y plantear la búsqueda de puestos y contratos por encima de los intereses de la comunidad.
Es grave para la democracia colombiana, paradójicamente, esa crisis que vive el Polo Democrático, por cuanto Colombia requiere partidos políticos serios y fuertes, que le presenten opciones políticas democráticas a la ciudadanía.
En el plano local y regional, el Polo no se siente para nada; con excepción de Jorge Robledo, sus directivos han pasado de agache en el tema de las Regalías, la propuesta de la Región Caribe, entre muchos otros temas.
Esperamos que con la elección de los integrantes de la terna para remplazar al suspendido Alcalde de Bogotá, Samuel Moreno, sean postuladas personas idóneas y con trayectoria dentro y fuera de ese partido.
Pero, más allá del sucesor de Moreno, que quizás tendrá que gobernar más de los tres meses de suspensión, lo trascendental para el Polo es hacer un gran esfuerzo por depurarse, para eliminar los malos procedimientos, los acuerdos burocráticos, etc, si quiere volver a recuperar algo de credibilidad y mantenerse en el mapa político de la Nación.