Creo yo, en mi ignorancia, los compositores que participan en el Festival Vallenato ya no deben componer “que el vallenato debe recuperar su esencia”, sino mostrarnos lo que es un “vallenato de verdad”.
Terminó la edición 57 del Festival de la Leyenda Vallenata; celebran unos; otros se quejan; y los periodistas aprovechamos para realizar un balance porque todos somos generales después de la guerra. Decidí hacer esta columna por una preocupación que tengo luego de 5 años cubriendo la categoría Canción Inédita del Festival Vallenato: algunas composiciones poco o nada le están aportando al folclor.
Vamos por parte. La Canción Inédita del Festival Vallenato, señala la Fundación, “es la lucha viva por no dejar morir la narrativa natural del vallenato de siempre”. Sin embargo, esta categoría parece un muro de lamentaciones.
Tal como se registró en la versión 57 del Festival, en los últimos años, la mayoría de compositores (no todos) repiten e insisten en sus letras que debemos recuperar el vallenato tradicional, y lo resaltan con letras y figuras bonitas, pero desaprovechan esta oportunidad para componer ese vallenato que añoran.
Parece que se perdió el rumbo. El fin de la canción inédita no es decir y quejarse, con nostalgia, que se están perdiendo las raíces, sino componer canciones con esencia. Porque el compositor, creo yo, no está para quejarse de la crisis que atraviesa el folclor; el compositor tiene la responsabilidad de salvarlo. Ya todos sabemos que está mal. Pero parece más cómodo componer y cantar quejas, que componer vallenatos que perduren.
Bastan dos manos para contar las canciones que en los últimos años se han salido de la estandarización que se tomó esta categoría: sino le cantan al homenajeado, le cantan a Valledupar o a lo lindo que fue el folclor en tiempos pasados. No más. Pocos, muy pocos, cuentan historias, vivencias, relatos sobre desilusiones, amores imposibles, buenos amigos, traiciones, o halagos a la mujer amada… Todo está tan estandarizado que si uno mira la lista de canciones hasta en los títulos se parecen.
Es como si crearan canciones exclusivamente para competir en el Festival Vallenato con los temas que dan resultado, sin pensar en el aporte que ese paseo, son o merengue puede hacer al folclor. ¿Qué diferencia hay entre el que compone letras vacías para hacerse viral y el que compone únicamente para competir en un concurso? Ninguna.
Y esas composiciones sin vínculos emocionales, sin motivos más que competir, caen en el ostracismo una vez termina el Festival Vallenato. O, ¿cuándo fue la última vez que una canción inédita sonó en las emisoras después de terminar el Festival? Esas se cuentan con una mano.
La Fundación del Festival de la Leyenda Vallenata debe transformar esta categoría y premiar canciones hechas a base de vivencias, historias, emociones, experiencias, sentimientos; y castigar esas canciones bonitas, con riqueza literaria, pero sin fondo, sin emociones, que se convierten en una quejadera, que desaparecen del escenario cuando el competidor es eliminado.
Creo yo, en mi ignorancia, los compositores que participan en el Festival Vallenato ya no deben componer “que el vallenato debe recuperar su esencia”, sino mostrarnos lo que es un “vallenato de verdad”.
Por Deivis Caro
Creo yo, en mi ignorancia, los compositores que participan en el Festival Vallenato ya no deben componer “que el vallenato debe recuperar su esencia”, sino mostrarnos lo que es un “vallenato de verdad”.
Terminó la edición 57 del Festival de la Leyenda Vallenata; celebran unos; otros se quejan; y los periodistas aprovechamos para realizar un balance porque todos somos generales después de la guerra. Decidí hacer esta columna por una preocupación que tengo luego de 5 años cubriendo la categoría Canción Inédita del Festival Vallenato: algunas composiciones poco o nada le están aportando al folclor.
Vamos por parte. La Canción Inédita del Festival Vallenato, señala la Fundación, “es la lucha viva por no dejar morir la narrativa natural del vallenato de siempre”. Sin embargo, esta categoría parece un muro de lamentaciones.
Tal como se registró en la versión 57 del Festival, en los últimos años, la mayoría de compositores (no todos) repiten e insisten en sus letras que debemos recuperar el vallenato tradicional, y lo resaltan con letras y figuras bonitas, pero desaprovechan esta oportunidad para componer ese vallenato que añoran.
Parece que se perdió el rumbo. El fin de la canción inédita no es decir y quejarse, con nostalgia, que se están perdiendo las raíces, sino componer canciones con esencia. Porque el compositor, creo yo, no está para quejarse de la crisis que atraviesa el folclor; el compositor tiene la responsabilidad de salvarlo. Ya todos sabemos que está mal. Pero parece más cómodo componer y cantar quejas, que componer vallenatos que perduren.
Bastan dos manos para contar las canciones que en los últimos años se han salido de la estandarización que se tomó esta categoría: sino le cantan al homenajeado, le cantan a Valledupar o a lo lindo que fue el folclor en tiempos pasados. No más. Pocos, muy pocos, cuentan historias, vivencias, relatos sobre desilusiones, amores imposibles, buenos amigos, traiciones, o halagos a la mujer amada… Todo está tan estandarizado que si uno mira la lista de canciones hasta en los títulos se parecen.
Es como si crearan canciones exclusivamente para competir en el Festival Vallenato con los temas que dan resultado, sin pensar en el aporte que ese paseo, son o merengue puede hacer al folclor. ¿Qué diferencia hay entre el que compone letras vacías para hacerse viral y el que compone únicamente para competir en un concurso? Ninguna.
Y esas composiciones sin vínculos emocionales, sin motivos más que competir, caen en el ostracismo una vez termina el Festival Vallenato. O, ¿cuándo fue la última vez que una canción inédita sonó en las emisoras después de terminar el Festival? Esas se cuentan con una mano.
La Fundación del Festival de la Leyenda Vallenata debe transformar esta categoría y premiar canciones hechas a base de vivencias, historias, emociones, experiencias, sentimientos; y castigar esas canciones bonitas, con riqueza literaria, pero sin fondo, sin emociones, que se convierten en una quejadera, que desaparecen del escenario cuando el competidor es eliminado.
Creo yo, en mi ignorancia, los compositores que participan en el Festival Vallenato ya no deben componer “que el vallenato debe recuperar su esencia”, sino mostrarnos lo que es un “vallenato de verdad”.
Por Deivis Caro