Hace pocos días le pregunte a unos amigos jueces si ante las últimas revelaciones originadas por las grabaciones del abogado Leonardo Pinilla y las declaraciones del senador Musa Besaile podríamos hablar de una crisis en la rama judicial y la respuesta de ambos fue negacionista, consideran que por una o dos manzanas podridas no se […]
Hace pocos días le pregunte a unos amigos jueces si ante las últimas revelaciones originadas por las grabaciones del abogado Leonardo Pinilla y las declaraciones del senador Musa Besaile podríamos hablar de una crisis en la rama judicial y la respuesta de ambos fue negacionista, consideran que por una o dos manzanas podridas no se puede señalar a todo un sistema y concluyen con la trillada frase “los buenos somos más”.
Indudablemente la rama judicial cuenta con excepcionales funcionarios en todos los niveles y en todo el país, pero no podemos ocultar el sol con el dedo, no se trata de unas manzanas sino de tremendas patillas descompuestas; es que no estamos hablando de un juez promiscuo o un juez penal, se trata nada menos y nada más que magistrados que ocuparon la presidencia de la Honorable Corte Suprema de Justicia en otrora la institución más respetada y admirada de todas las que conforman el Estado colombiano.
Después de noviembre de 1985 pasaron treinta años y el Palacio de Justicia es víctima de otros criminales, pero en esta ocasión no necesitaron fusiles ni camuflarse como ciudadanos normales como hizo el M19 en aquella época, una toga y un código fueron suficientes para que los bandidos usaran la justicia y armaran toda una pandilla conformada por abogados litigantes para extorsionar, amenazar y así vender decisiones judiciales, aprovechando el peso y el poder de los procesados. Jaime Amín en una entrevista en el programa Semana en Vivo de María Jimena Duzan decía algo muy curioso y no como anécdota sino como una muestra del síndrome de los magistrados, decía el senador que en los días que el Congreso discutía la reforma a la justicia se presentó el señor Leonidas Bustos en su condición de magistrado de la Corte Suprema de Justicia y con su paso firme miraba a los asistentes en el recinto por encima del hombro y durante su intervención no aceptó límite de tiempo por lo que el congresista barranquillero pidió una moción de orden recordándole al togado que la ley es para todo el mundo.
Sin embargo, estos jueces de altas cortes creen que la ley no se hizo para ellos, les encanta que los vean como si fueran Sócrates, Platón, Aristóteles, Voltaire, Diderot o Rousseau, grandes pensadores que en cada proveído derraman sus intensas reflexiones filosóficas o jurídicas; pero realmente les gusta sentirse como Tiberio, Nerón, Caracalla o Calígula y actuar como estos terribles emperadores que utilizaron su poder para satisfacer todos sus impulsos mundanos.
La estrategia de Alejandro Lyos y el señor Besalie no es otra que confesar sus delitos, denunciar a los fiscales y magistrados con los que acordaron la entrega de dinero para obtener decisiones a su favor y con ello acogerse a beneficios que les permita conseguir unas penas benévolas y un trato privilegiado pasando de procesados a víctimas; el panorama no parece despejarse y cada día estamos a la expectativa de nuevas denuncias y delaciones entre los mismos involucrados al mejor estilo de las bandas de narcotráfico que optan por delatar a sus “socios” a cambio de beneficios judiciales, pero esto es necesario que ocurra, si en anteriores oportunidades los mismos magistrados de todas las altas cortes se oponían a la reforma de la rama judicial, bienvenida las delaciones de todos los que fueron contactados por estos señores que por años se hicieron pasar por jueces y así depurar y recuperar esos tribunales que fueron creados no solo para las mentes más brillantes del derecho sino para las personas más honestas que esperamos regresen a la rama judicial y los bandidos de hoy paguen por sus delitos.
Por Carlos Andrés Añez Maestre
Hace pocos días le pregunte a unos amigos jueces si ante las últimas revelaciones originadas por las grabaciones del abogado Leonardo Pinilla y las declaraciones del senador Musa Besaile podríamos hablar de una crisis en la rama judicial y la respuesta de ambos fue negacionista, consideran que por una o dos manzanas podridas no se […]
Hace pocos días le pregunte a unos amigos jueces si ante las últimas revelaciones originadas por las grabaciones del abogado Leonardo Pinilla y las declaraciones del senador Musa Besaile podríamos hablar de una crisis en la rama judicial y la respuesta de ambos fue negacionista, consideran que por una o dos manzanas podridas no se puede señalar a todo un sistema y concluyen con la trillada frase “los buenos somos más”.
Indudablemente la rama judicial cuenta con excepcionales funcionarios en todos los niveles y en todo el país, pero no podemos ocultar el sol con el dedo, no se trata de unas manzanas sino de tremendas patillas descompuestas; es que no estamos hablando de un juez promiscuo o un juez penal, se trata nada menos y nada más que magistrados que ocuparon la presidencia de la Honorable Corte Suprema de Justicia en otrora la institución más respetada y admirada de todas las que conforman el Estado colombiano.
Después de noviembre de 1985 pasaron treinta años y el Palacio de Justicia es víctima de otros criminales, pero en esta ocasión no necesitaron fusiles ni camuflarse como ciudadanos normales como hizo el M19 en aquella época, una toga y un código fueron suficientes para que los bandidos usaran la justicia y armaran toda una pandilla conformada por abogados litigantes para extorsionar, amenazar y así vender decisiones judiciales, aprovechando el peso y el poder de los procesados. Jaime Amín en una entrevista en el programa Semana en Vivo de María Jimena Duzan decía algo muy curioso y no como anécdota sino como una muestra del síndrome de los magistrados, decía el senador que en los días que el Congreso discutía la reforma a la justicia se presentó el señor Leonidas Bustos en su condición de magistrado de la Corte Suprema de Justicia y con su paso firme miraba a los asistentes en el recinto por encima del hombro y durante su intervención no aceptó límite de tiempo por lo que el congresista barranquillero pidió una moción de orden recordándole al togado que la ley es para todo el mundo.
Sin embargo, estos jueces de altas cortes creen que la ley no se hizo para ellos, les encanta que los vean como si fueran Sócrates, Platón, Aristóteles, Voltaire, Diderot o Rousseau, grandes pensadores que en cada proveído derraman sus intensas reflexiones filosóficas o jurídicas; pero realmente les gusta sentirse como Tiberio, Nerón, Caracalla o Calígula y actuar como estos terribles emperadores que utilizaron su poder para satisfacer todos sus impulsos mundanos.
La estrategia de Alejandro Lyos y el señor Besalie no es otra que confesar sus delitos, denunciar a los fiscales y magistrados con los que acordaron la entrega de dinero para obtener decisiones a su favor y con ello acogerse a beneficios que les permita conseguir unas penas benévolas y un trato privilegiado pasando de procesados a víctimas; el panorama no parece despejarse y cada día estamos a la expectativa de nuevas denuncias y delaciones entre los mismos involucrados al mejor estilo de las bandas de narcotráfico que optan por delatar a sus “socios” a cambio de beneficios judiciales, pero esto es necesario que ocurra, si en anteriores oportunidades los mismos magistrados de todas las altas cortes se oponían a la reforma de la rama judicial, bienvenida las delaciones de todos los que fueron contactados por estos señores que por años se hicieron pasar por jueces y así depurar y recuperar esos tribunales que fueron creados no solo para las mentes más brillantes del derecho sino para las personas más honestas que esperamos regresen a la rama judicial y los bandidos de hoy paguen por sus delitos.
Por Carlos Andrés Añez Maestre