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Columnista - 4 octubre, 2010

La competitividad comienza por la puntualidad

Visión Universal Por: Luis Mendoza Sierra Quizás no sólo en Valledupar pague, sea útil, quiero decir, ser impuntual. Nos inunda, nada más preocupante,  una ola de inversión de valores, en todos los órdenes. Para los efectos de puntualidad, esa inversión parece indicar que lo honrado, correcto, formal y respetuoso, es llegar tarde, no excusarse, escaparse […]

Visión Universal

Por: Luis Mendoza Sierra

Quizás no sólo en Valledupar pague, sea útil, quiero decir, ser impuntual. Nos inunda, nada más preocupante,  una ola de inversión de valores, en todos los órdenes. Para los efectos de puntualidad, esa inversión parece indicar que lo honrado, correcto, formal y respetuoso, es llegar tarde, no excusarse, escaparse primero que todo el mundo.
Nada más disparatado, irresponsable y censurable. Nuestra sociedad ha brillado siempre por sus extraordinarias formas de relacionarse con los demás, pero su deterioro ya ni siquiera sorprende. La relajada manera de asumir los compromisos y cumplir la palabra se ha deteriorado tanto que aquella máxima de “palabra de gallero”, es un rudimento hasta en los negocios.
La recuperación del valor de la palabra como expresión de compromiso y responsabilidad, pasará inevitablemente por una cruzada difícil pero necesaria. He sostenido toda la vida, que el hombre es su palabra. No es que pase a ser mujer, porque ellas también tienen palabra como símbolo de trato o de acuerdo, sin que necesiten ratificarla ante notario, pero deja de ser un hombre serio y por tanto responsable.
Esa defectuosa norma de comportamiento se ha trasladado a la puntualidad. Hoy, con frecuencia, lo practican los señores jefes de gobierno regional y locales, incluso empresarios y académicos. De líderes políticos ni qué hablar. Quien convoca, si es que llega, lo hace generalmente tarde.
Hoy se premia al que llega tarde, repitiéndole lo que ya se ha dicho y han escuchado todos los que sí somos puntuales. Usted puede llegar tarde porque nadie llama su atención, porque le permiten firmar, pactar, acordar lo que los demás hicieron temprano y porque, para colmo, tiene licencia para preguntar todo lo que los demás preguntaron y le hacen el favor de repetirle.
Sencillamente, paga llegar tarde, porque mientras los demás cumplen, el impuntual atiende lo que le venga en gana. Atiende compromisos, si es que así puedan llamarse estos remedos. Insisto en la necesidad de que en el Cesar, comenzando por su capital, desarrollemos una estrategia de cultura de la puntualidad. Estando frente a la Comisión Regional de Competitividad lo iniciamos, pero quedó en el camino. Varias ciudades de Colombia lo han hecho. Algunas de la Costa Caribe, como Santa Marta, la tienen en marcha.
Es muy sencillo: los gobiernos local y departamental, los gremios, los sectores productivos,  parten de reconocer el respeto como eje fundamental de la cultura ciudadana, porque precisamente es eso, respeto por los demás. Se irrespeta a las personas cuando se abusa de su tiempo a través del incumplimiento de las programas para citas.
El paso siguiente es declarar la urgencia de “producir un cambio en la civilidad y la cultura para potenciar los valores positivos y favorables al desarrollo, entendiendo que la prosperidad se logra indefectiblemente sólo en aquellas culturas que valoran y premian el trabajo, la previsión, la responsabilidad, el orden y la puntualidad”.
Como en nuestro medio ha hecho carrera tolerar y aceptar el retraso, sin que nunca nadie lo justifique, ni previamente ni en el momento, se hace necesario asumir un compromiso por parte de todos  los actores que firman un acuerdo de voluntades que tiene básicamente lo siguiente:
En el desarrollo de las convocatorias: reuniones, foros, citas, etc. dar cabal cumplimiento y respetarán, estrictamente, los siguientes aspectos:
* Dar inicio a la hora programada por respeto a los puntuales
* No reiniciar o interrumpir por tardanza.
* Presentar excusas previas por tardanza o inasistencia
* Delegar o comisionar previa consulta con el convocante
* Confirmar asistencia cuando así se solicite
Y no crean que la estrategia no tiene dientes. Del proceso hace parte un plan de seguimiento y luego se tabula la información y se establecen formas de castigo para los impuntuales. ¿Quién tirará a primera piedra?

SABLAZO

Mientras la impuntualidad nos vuelve cada día más irresponsables e irrespetuosos con los demás, la inseguridad nos va desvaneciendo la hermosa costumbre de sentarnos en las puertas a comadrear sabroso. ¡Que horror! A no ser que se ponga de carnada para que lo atraquen. Viejo Valledupar, si te volviera a ver, como tu fuiste ayer, típico y colonial.

Columnista
4 octubre, 2010

La competitividad comienza por la puntualidad

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Mendoza S.

Visión Universal Por: Luis Mendoza Sierra Quizás no sólo en Valledupar pague, sea útil, quiero decir, ser impuntual. Nos inunda, nada más preocupante,  una ola de inversión de valores, en todos los órdenes. Para los efectos de puntualidad, esa inversión parece indicar que lo honrado, correcto, formal y respetuoso, es llegar tarde, no excusarse, escaparse […]


Visión Universal

Por: Luis Mendoza Sierra

Quizás no sólo en Valledupar pague, sea útil, quiero decir, ser impuntual. Nos inunda, nada más preocupante,  una ola de inversión de valores, en todos los órdenes. Para los efectos de puntualidad, esa inversión parece indicar que lo honrado, correcto, formal y respetuoso, es llegar tarde, no excusarse, escaparse primero que todo el mundo.
Nada más disparatado, irresponsable y censurable. Nuestra sociedad ha brillado siempre por sus extraordinarias formas de relacionarse con los demás, pero su deterioro ya ni siquiera sorprende. La relajada manera de asumir los compromisos y cumplir la palabra se ha deteriorado tanto que aquella máxima de “palabra de gallero”, es un rudimento hasta en los negocios.
La recuperación del valor de la palabra como expresión de compromiso y responsabilidad, pasará inevitablemente por una cruzada difícil pero necesaria. He sostenido toda la vida, que el hombre es su palabra. No es que pase a ser mujer, porque ellas también tienen palabra como símbolo de trato o de acuerdo, sin que necesiten ratificarla ante notario, pero deja de ser un hombre serio y por tanto responsable.
Esa defectuosa norma de comportamiento se ha trasladado a la puntualidad. Hoy, con frecuencia, lo practican los señores jefes de gobierno regional y locales, incluso empresarios y académicos. De líderes políticos ni qué hablar. Quien convoca, si es que llega, lo hace generalmente tarde.
Hoy se premia al que llega tarde, repitiéndole lo que ya se ha dicho y han escuchado todos los que sí somos puntuales. Usted puede llegar tarde porque nadie llama su atención, porque le permiten firmar, pactar, acordar lo que los demás hicieron temprano y porque, para colmo, tiene licencia para preguntar todo lo que los demás preguntaron y le hacen el favor de repetirle.
Sencillamente, paga llegar tarde, porque mientras los demás cumplen, el impuntual atiende lo que le venga en gana. Atiende compromisos, si es que así puedan llamarse estos remedos. Insisto en la necesidad de que en el Cesar, comenzando por su capital, desarrollemos una estrategia de cultura de la puntualidad. Estando frente a la Comisión Regional de Competitividad lo iniciamos, pero quedó en el camino. Varias ciudades de Colombia lo han hecho. Algunas de la Costa Caribe, como Santa Marta, la tienen en marcha.
Es muy sencillo: los gobiernos local y departamental, los gremios, los sectores productivos,  parten de reconocer el respeto como eje fundamental de la cultura ciudadana, porque precisamente es eso, respeto por los demás. Se irrespeta a las personas cuando se abusa de su tiempo a través del incumplimiento de las programas para citas.
El paso siguiente es declarar la urgencia de “producir un cambio en la civilidad y la cultura para potenciar los valores positivos y favorables al desarrollo, entendiendo que la prosperidad se logra indefectiblemente sólo en aquellas culturas que valoran y premian el trabajo, la previsión, la responsabilidad, el orden y la puntualidad”.
Como en nuestro medio ha hecho carrera tolerar y aceptar el retraso, sin que nunca nadie lo justifique, ni previamente ni en el momento, se hace necesario asumir un compromiso por parte de todos  los actores que firman un acuerdo de voluntades que tiene básicamente lo siguiente:
En el desarrollo de las convocatorias: reuniones, foros, citas, etc. dar cabal cumplimiento y respetarán, estrictamente, los siguientes aspectos:
* Dar inicio a la hora programada por respeto a los puntuales
* No reiniciar o interrumpir por tardanza.
* Presentar excusas previas por tardanza o inasistencia
* Delegar o comisionar previa consulta con el convocante
* Confirmar asistencia cuando así se solicite
Y no crean que la estrategia no tiene dientes. Del proceso hace parte un plan de seguimiento y luego se tabula la información y se establecen formas de castigo para los impuntuales. ¿Quién tirará a primera piedra?

SABLAZO

Mientras la impuntualidad nos vuelve cada día más irresponsables e irrespetuosos con los demás, la inseguridad nos va desvaneciendo la hermosa costumbre de sentarnos en las puertas a comadrear sabroso. ¡Que horror! A no ser que se ponga de carnada para que lo atraquen. Viejo Valledupar, si te volviera a ver, como tu fuiste ayer, típico y colonial.