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Columnista - 9 marzo, 2016

La carta del Procurador fue a media tinta

Cada vez sorprende la manera de como grandes personalidades de la vida pública de distinguida y reconocida connotación jurídica, quieren interpretar el ordenamiento jurídico bajo la hermenéutica de sus propios intereses; me refiero a las argucias del ilustre jurista Alejandro Ordoñez Maldonado, quien valiéndose de una interpretación acomodada de la Constitución se hizo reelegir Procurador […]

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Cada vez sorprende la manera de como grandes personalidades de la vida pública de distinguida y reconocida connotación jurídica, quieren interpretar el ordenamiento jurídico bajo la hermenéutica de sus propios intereses; me refiero a las argucias del ilustre jurista Alejandro Ordoñez Maldonado, quien valiéndose de una interpretación acomodada de la Constitución se hizo reelegir Procurador General de la Nación, violando directamente el Artículo 126 de la Carta Política, que no prevé expresamente dicha reelección.

Pienso que el señor Procurador al aceptar dicha postulación por parte de la Corte Suprema de Justicia y participar del acto reeleccionista a sabiendas de que no se podía, no tiene la autoridad moral ni ética para combatir la corrupción, ni para descalificar la conducta de los servidores públicos por violación de la ley, porque esta elección fue un hecho a todas luces violatorio de la norma constitucional y por demás, cuestionable e inmoral, máxime que tal prohibición ya se había anunciado por parte del abogado Rodrigo Uprimmy y otros constitucionalistas.

Lo que sorprende del señor Ordoñez es que después de dilatar el proceso con toda clase recursos y recusaciones y de permanecer en el cargo por espacio de tres años, le envía una misiva a la magistrada ponente Rocío Araujo, para que agilice el trámite del proceso, en la cual literalmente expresó: “Me asiste una sincera preocupación frente a la sociedad que represento, y por ende conforme a mis principios éticos no desearía que la ciudadanía pueda llegar a suponer siquiera que trato de dilatar la etapa procesal correspondiente”. El asunto de fondo es quien le va a creer a estas alturas ese ruego al señor Procurador, si por el contrario lo que se le nota es el regocijo y el goce de la sensualidad del poder, disciplinando de ministros para abajo, sumado a su ímpetu de vaca sagrada, guiado por su sabiduría virtuosa que le da la autoridad para torpedear el proceso de paz y opinar sobre todo aquello que es contrario a sus rancias creencias.

Ahora presumiendo la buena fe del señor Procurador sobre ese interés y posible arrepentimiento de todas esas argucias en ese proceso, pienso que dicha carta es extemporánea, toda vez que esa petición ha debido hacerla una vez fue admitida la demanda, lo cual se hubiera tomado como un mensaje de urgencia para su trámite. Creo que es una carta de esas llamadas media tinta, en la que no hay la más mínima sinceridad ni mucho menos preocupación.

Inocente el señor Ordoñez al pensar que la ciudadanía supone que él trata de dilatar el proceso, sí por el contrario la sociedad entera no solo lo supone si no está segura de eso. ¿O acaso será que el señor Ordoñez está acelerando su salida para dedicarse hacer proselitismo político desde ya, camino a la Presidencia de la Republica? Pase lo que pase, esperemos que ese fallo sea proferido en los próximos días y que este episodio sirva para hacer pensar que estos procesos deben ser verbales, pues no tiene sentido que una demanda en la que se controvierte una elección ya bien sea popular o colegida, el fallo sea expedido cuando el elegido esté al filo de terminar su periodo. Pienso que la justicia y la obediencia del derecho no puede dejarse a la merced de los abogados litigantes expertos en dilatar los procesos; pues ese no es el ideal de justicia que proclama nuestro estado social de derecho.

Columnista
9 marzo, 2016

La carta del Procurador fue a media tinta

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Carlos Guillermo Ramirez

Cada vez sorprende la manera de como grandes personalidades de la vida pública de distinguida y reconocida connotación jurídica, quieren interpretar el ordenamiento jurídico bajo la hermenéutica de sus propios intereses; me refiero a las argucias del ilustre jurista Alejandro Ordoñez Maldonado, quien valiéndose de una interpretación acomodada de la Constitución se hizo reelegir Procurador […]


Cada vez sorprende la manera de como grandes personalidades de la vida pública de distinguida y reconocida connotación jurídica, quieren interpretar el ordenamiento jurídico bajo la hermenéutica de sus propios intereses; me refiero a las argucias del ilustre jurista Alejandro Ordoñez Maldonado, quien valiéndose de una interpretación acomodada de la Constitución se hizo reelegir Procurador General de la Nación, violando directamente el Artículo 126 de la Carta Política, que no prevé expresamente dicha reelección.

Pienso que el señor Procurador al aceptar dicha postulación por parte de la Corte Suprema de Justicia y participar del acto reeleccionista a sabiendas de que no se podía, no tiene la autoridad moral ni ética para combatir la corrupción, ni para descalificar la conducta de los servidores públicos por violación de la ley, porque esta elección fue un hecho a todas luces violatorio de la norma constitucional y por demás, cuestionable e inmoral, máxime que tal prohibición ya se había anunciado por parte del abogado Rodrigo Uprimmy y otros constitucionalistas.

Lo que sorprende del señor Ordoñez es que después de dilatar el proceso con toda clase recursos y recusaciones y de permanecer en el cargo por espacio de tres años, le envía una misiva a la magistrada ponente Rocío Araujo, para que agilice el trámite del proceso, en la cual literalmente expresó: “Me asiste una sincera preocupación frente a la sociedad que represento, y por ende conforme a mis principios éticos no desearía que la ciudadanía pueda llegar a suponer siquiera que trato de dilatar la etapa procesal correspondiente”. El asunto de fondo es quien le va a creer a estas alturas ese ruego al señor Procurador, si por el contrario lo que se le nota es el regocijo y el goce de la sensualidad del poder, disciplinando de ministros para abajo, sumado a su ímpetu de vaca sagrada, guiado por su sabiduría virtuosa que le da la autoridad para torpedear el proceso de paz y opinar sobre todo aquello que es contrario a sus rancias creencias.

Ahora presumiendo la buena fe del señor Procurador sobre ese interés y posible arrepentimiento de todas esas argucias en ese proceso, pienso que dicha carta es extemporánea, toda vez que esa petición ha debido hacerla una vez fue admitida la demanda, lo cual se hubiera tomado como un mensaje de urgencia para su trámite. Creo que es una carta de esas llamadas media tinta, en la que no hay la más mínima sinceridad ni mucho menos preocupación.

Inocente el señor Ordoñez al pensar que la ciudadanía supone que él trata de dilatar el proceso, sí por el contrario la sociedad entera no solo lo supone si no está segura de eso. ¿O acaso será que el señor Ordoñez está acelerando su salida para dedicarse hacer proselitismo político desde ya, camino a la Presidencia de la Republica? Pase lo que pase, esperemos que ese fallo sea proferido en los próximos días y que este episodio sirva para hacer pensar que estos procesos deben ser verbales, pues no tiene sentido que una demanda en la que se controvierte una elección ya bien sea popular o colegida, el fallo sea expedido cuando el elegido esté al filo de terminar su periodo. Pienso que la justicia y la obediencia del derecho no puede dejarse a la merced de los abogados litigantes expertos en dilatar los procesos; pues ese no es el ideal de justicia que proclama nuestro estado social de derecho.