Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 23 noviembre, 2022

La carrera delincuencial en Valledupar

Seguramente las autoridades policivas han estado trabajando por disminuir la ola de atracos callejeros y asaltos a casas residenciales de Valledupar, pero la realidad es otra porque los índices delincuenciales crecen a ritmo acelerado en cada punto cardinal de la ciudad. Uno observa a cada momento el ruido ensordecedor de las motos persiguiendo a un […]

Seguramente las autoridades policivas han estado trabajando por disminuir la ola de atracos callejeros y asaltos a casas residenciales de Valledupar, pero la realidad es otra porque los índices delincuenciales crecen a ritmo acelerado en cada punto cardinal de la ciudad.

Uno observa a cada momento el ruido ensordecedor de las motos persiguiendo a un ladrón, a carrera mar.  Ruedan los ladrones como maromeros desesperados para que no los agarren. Detrás de él –como en película- como ocurrió el pasado lunes por una calle del barrio Doce de Octubre, más de cincuenta motociclistas perseguían a un delincuente en moto que huía “en bola de fuego” por la carrera 15 hacía el sur de la ciudad.

Seguramente –la turba enardecida- lo atrapó y tomó justicia por sus propias manos. A cada rato pasa eso. La gente está desesperada, se siente sola, está desprotegida.    

A cada momento, aquí y allá, los delincuentes esgrimen sus armas de fuego para caerles a sus víctimas y hasta los hieren y los asesinan, hay cientos de ejemplos en Valledupar, aquí no hay más qué ilustrar, todo está a manteles.  

Pareciera que nadie está seguro de ser atracado en las calles de Valledupar de día o de noche, solo los que tienen escoltas o quienes residen en conjuntos cerrados y no salen de sus casas.  

La inseguridad no es una percepción y el mismo alcalde Mello Castro lo reconoció recientemente cuando junto a las autoridades policivas y militares anunció nuevas estrategias para controlar la inseguridad. Sin embargo, todo sigue igual, atracos por doquier. No hay nada en orden, al contrario, impera el desorden. 

Otra equivocación, es que uno no entiende por qué cierran, desde las siete de la noche, la calle del Cesar (avenida) frente al Comando de la Policía en Valledupar. 

Esa importante avenida recoge el flujo de vehículos del centro al sur de la ciudad (y viceversa), pero cada noche los choferes tienen que desviar sus vehículos por los barrios Cinco de Enero o Doce de Octubre, por calles intransitables y oscuras en las que varios han sido atracados, mientras bajan la velocidad por los huecos en las vías.

Los ciudadanos que no “tragan entero” ante esa clase de autoprotección que se brinda la misma policía Nacional alegan que “si ellos tienen miedo de ser víctimas de la delincuencia qué queda para el desprevenido ciudadano que sale de su trabajo para su casa solo “armado” de valor por llegar sano y salvo”.

Es la vida, señor alcalde Mello Castro y demás autoridades, la que piden hacer respetar los vallenatos. También sus bienes, su salud y bienestar como reza en la Constitución Política, las autoridades no están para auto protegerse, están para proteger a sus habitantes. Si la Policía tiene miedo y cierra sus calles, ¿cómo estará la ciudadanía?

Las autoridades deben garantizar la vida y bienes de los ciudadanos y las medidas que se anuncian deben ponerse en práctica y si no dan resultados deben cambiarse por nuevas estrategias.

No es posible que siga ocurriendo lo que muchos ciudadanos de bien denuncian, que no ven a los policías por las calles de la ciudad de día y mucho menos de noche y solo los ven merodeando por el centro, en puntos fijos. Alegan que la Policía debe buscar al delincuente y no esperar que el delincuente cometa el delito.  La Policía debería practicar la prevención contra el delito. La gente cree en la policía, pero esta deberá recuperar la credibilidad, hacerse más sociable, respetar su misión y sobre todo ser transparente y servicial. Hasta la próxima semana. [email protected]    @tiochiro.

Columnista
23 noviembre, 2022

La carrera delincuencial en Valledupar

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Aquilino Cotes Zuleta

Seguramente las autoridades policivas han estado trabajando por disminuir la ola de atracos callejeros y asaltos a casas residenciales de Valledupar, pero la realidad es otra porque los índices delincuenciales crecen a ritmo acelerado en cada punto cardinal de la ciudad. Uno observa a cada momento el ruido ensordecedor de las motos persiguiendo a un […]


Seguramente las autoridades policivas han estado trabajando por disminuir la ola de atracos callejeros y asaltos a casas residenciales de Valledupar, pero la realidad es otra porque los índices delincuenciales crecen a ritmo acelerado en cada punto cardinal de la ciudad.

Uno observa a cada momento el ruido ensordecedor de las motos persiguiendo a un ladrón, a carrera mar.  Ruedan los ladrones como maromeros desesperados para que no los agarren. Detrás de él –como en película- como ocurrió el pasado lunes por una calle del barrio Doce de Octubre, más de cincuenta motociclistas perseguían a un delincuente en moto que huía “en bola de fuego” por la carrera 15 hacía el sur de la ciudad.

Seguramente –la turba enardecida- lo atrapó y tomó justicia por sus propias manos. A cada rato pasa eso. La gente está desesperada, se siente sola, está desprotegida.    

A cada momento, aquí y allá, los delincuentes esgrimen sus armas de fuego para caerles a sus víctimas y hasta los hieren y los asesinan, hay cientos de ejemplos en Valledupar, aquí no hay más qué ilustrar, todo está a manteles.  

Pareciera que nadie está seguro de ser atracado en las calles de Valledupar de día o de noche, solo los que tienen escoltas o quienes residen en conjuntos cerrados y no salen de sus casas.  

La inseguridad no es una percepción y el mismo alcalde Mello Castro lo reconoció recientemente cuando junto a las autoridades policivas y militares anunció nuevas estrategias para controlar la inseguridad. Sin embargo, todo sigue igual, atracos por doquier. No hay nada en orden, al contrario, impera el desorden. 

Otra equivocación, es que uno no entiende por qué cierran, desde las siete de la noche, la calle del Cesar (avenida) frente al Comando de la Policía en Valledupar. 

Esa importante avenida recoge el flujo de vehículos del centro al sur de la ciudad (y viceversa), pero cada noche los choferes tienen que desviar sus vehículos por los barrios Cinco de Enero o Doce de Octubre, por calles intransitables y oscuras en las que varios han sido atracados, mientras bajan la velocidad por los huecos en las vías.

Los ciudadanos que no “tragan entero” ante esa clase de autoprotección que se brinda la misma policía Nacional alegan que “si ellos tienen miedo de ser víctimas de la delincuencia qué queda para el desprevenido ciudadano que sale de su trabajo para su casa solo “armado” de valor por llegar sano y salvo”.

Es la vida, señor alcalde Mello Castro y demás autoridades, la que piden hacer respetar los vallenatos. También sus bienes, su salud y bienestar como reza en la Constitución Política, las autoridades no están para auto protegerse, están para proteger a sus habitantes. Si la Policía tiene miedo y cierra sus calles, ¿cómo estará la ciudadanía?

Las autoridades deben garantizar la vida y bienes de los ciudadanos y las medidas que se anuncian deben ponerse en práctica y si no dan resultados deben cambiarse por nuevas estrategias.

No es posible que siga ocurriendo lo que muchos ciudadanos de bien denuncian, que no ven a los policías por las calles de la ciudad de día y mucho menos de noche y solo los ven merodeando por el centro, en puntos fijos. Alegan que la Policía debe buscar al delincuente y no esperar que el delincuente cometa el delito.  La Policía debería practicar la prevención contra el delito. La gente cree en la policía, pero esta deberá recuperar la credibilidad, hacerse más sociable, respetar su misión y sobre todo ser transparente y servicial. Hasta la próxima semana. [email protected]    @tiochiro.