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Editorial - 19 abril, 2022

La bronca juvenil

Los recientes estudios hechos sobre la situación de los jóvenes con las edades en mención indican que en Colombia existe un 33 por ciento de ellos que no estudia ni trabaja, cuya cifra asciende a unos dos millones de individuos en esas condiciones.

Los últimos hechos registrados en el centro comercial Mayales, donde un grupo de jóvenes se desafiaron, según algunas versiones ‘para arreglar cuentas’ otros dicen que fue para ‘medir fuerza’, es un síntoma de alarma de lo que puede estar pasando en un determinado número de la población con edades que oscilan entre los 16 y 21 años.

Es una franja poblacional que amerita especial cuidado y que ya se torna como un fenómeno social en crecimiento en Colombia. Si bien es un problema nacional, también es cierto que en las regiones opera con la misma dinámica, situación de la cual no escapa Valledupar y su entorno geográfico.

Los recientes estudios hechos sobre la situación de los jóvenes con las edades en mención indican que en Colombia existe un 33 por ciento de ellos que no estudia ni trabaja, cuya cifra asciende a unos dos millones de individuos en esas condiciones. El informe fue realizado por el Laboratorio de Economía de la Educación (LEE) de la Universidad Javeriana, el cual analizó la tasa de tránsito inmediato de estudiantes de colegios oficiales y privados a la educación superior y encontró que cerca de 2 millones de colombianos, entre 16 y 21 años, están por fuera de su cobertura.

De igual manera el más reciente reporte de Mercado Laboral Juvenil del Dane, entre abril y junio de 2021, la tasa de desempleo de ese grupo se ubicó en 23,3 %, lo que significa que 1,5 millones de jóvenes están desempleados o en búsqueda de trabajo, y 5,7 millones inactivos, lo que indica que no están buscando empleo, pero tampoco están laborando.


El Dane prendió las alarmas porque esos mismos estudios revelaron que la tendencia es negativa, es decir, que cada vez es mayor la brecha de jóvenes adolescentes que están por fuera del sistema de educación técnica o superior, con el agravante de que no se están ocupando en nada productivo y peor aún: no muestran deseo de querer hacer nada. Efectivamente en varios editoriales hemos notado que, además de una gran deserción en el bachillerato, hay ofertas gratuitas de cursos técnicos del Sena y de programadores del Mintic; y también de cursos on-line de todo tipo, que se podrían aprovechar.

“Lo anterior quiere decir que, comparativamente, cerca de 20.000 estudiantes menos accedió a educación superior de un año a otro”, dice el estudio. Las regiones son el espejo del país y de la misma forma las situaciones del orden nacional repercuten en cada una de las ciudades, por eso ya en Valledupar comienzan a verse estos episodios en particular.


Son muchos los factores que contribuyen al desencadenamiento de este tipo de circunstancias, los diagnósticos están sobre la mesa, diversos análisis concluyen que la pandemia fue la gota que rebosó el vaso, frente a ello hasta el momento no se han dado los correctivos o medidas trascendentales, solo paliativos.

Ese es un gran desafió institucional que compromete a todas las instancias gubernamentales, en todos los niveles, desde el orden nacional traspasando al plano local, son políticas públicas que no deben tener color ni ideologías políticas, sino acciones que solo deben obedecer a soluciones integrales.

Editorial
19 abril, 2022

La bronca juvenil

Los recientes estudios hechos sobre la situación de los jóvenes con las edades en mención indican que en Colombia existe un 33 por ciento de ellos que no estudia ni trabaja, cuya cifra asciende a unos dos millones de individuos en esas condiciones.


Los últimos hechos registrados en el centro comercial Mayales, donde un grupo de jóvenes se desafiaron, según algunas versiones ‘para arreglar cuentas’ otros dicen que fue para ‘medir fuerza’, es un síntoma de alarma de lo que puede estar pasando en un determinado número de la población con edades que oscilan entre los 16 y 21 años.

Es una franja poblacional que amerita especial cuidado y que ya se torna como un fenómeno social en crecimiento en Colombia. Si bien es un problema nacional, también es cierto que en las regiones opera con la misma dinámica, situación de la cual no escapa Valledupar y su entorno geográfico.

Los recientes estudios hechos sobre la situación de los jóvenes con las edades en mención indican que en Colombia existe un 33 por ciento de ellos que no estudia ni trabaja, cuya cifra asciende a unos dos millones de individuos en esas condiciones. El informe fue realizado por el Laboratorio de Economía de la Educación (LEE) de la Universidad Javeriana, el cual analizó la tasa de tránsito inmediato de estudiantes de colegios oficiales y privados a la educación superior y encontró que cerca de 2 millones de colombianos, entre 16 y 21 años, están por fuera de su cobertura.

De igual manera el más reciente reporte de Mercado Laboral Juvenil del Dane, entre abril y junio de 2021, la tasa de desempleo de ese grupo se ubicó en 23,3 %, lo que significa que 1,5 millones de jóvenes están desempleados o en búsqueda de trabajo, y 5,7 millones inactivos, lo que indica que no están buscando empleo, pero tampoco están laborando.


El Dane prendió las alarmas porque esos mismos estudios revelaron que la tendencia es negativa, es decir, que cada vez es mayor la brecha de jóvenes adolescentes que están por fuera del sistema de educación técnica o superior, con el agravante de que no se están ocupando en nada productivo y peor aún: no muestran deseo de querer hacer nada. Efectivamente en varios editoriales hemos notado que, además de una gran deserción en el bachillerato, hay ofertas gratuitas de cursos técnicos del Sena y de programadores del Mintic; y también de cursos on-line de todo tipo, que se podrían aprovechar.

“Lo anterior quiere decir que, comparativamente, cerca de 20.000 estudiantes menos accedió a educación superior de un año a otro”, dice el estudio. Las regiones son el espejo del país y de la misma forma las situaciones del orden nacional repercuten en cada una de las ciudades, por eso ya en Valledupar comienzan a verse estos episodios en particular.


Son muchos los factores que contribuyen al desencadenamiento de este tipo de circunstancias, los diagnósticos están sobre la mesa, diversos análisis concluyen que la pandemia fue la gota que rebosó el vaso, frente a ello hasta el momento no se han dado los correctivos o medidas trascendentales, solo paliativos.

Ese es un gran desafió institucional que compromete a todas las instancias gubernamentales, en todos los niveles, desde el orden nacional traspasando al plano local, son políticas públicas que no deben tener color ni ideologías políticas, sino acciones que solo deben obedecer a soluciones integrales.