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Columnista - 1 octubre, 2010

La alternativa es la vida

Por: Raúl Bermúdez Márquez Según el primer parte del ministro de Defensa colombiano, Rodrigo Rivera, anunciando la muerte en combate del Mono Jojoy y de 22 insurgentes más, lo único lamentable de la operación Sodoma, fue la muerte de la perrita labradora Sacha, entrenada en la detección de minas antipersonales. En su expresión me pareció […]

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Por: Raúl Bermúdez Márquez

Según el primer parte del ministro de Defensa colombiano, Rodrigo Rivera, anunciando la muerte en combate del Mono Jojoy y de 22 insurgentes más, lo único lamentable de la operación Sodoma, fue la muerte de la perrita labradora Sacha, entrenada en la detección de minas antipersonales.
En su expresión me pareció adivinar cierto morbo, y a pesar de que no se discute que cada éxito militar de las fuerzas armadas colombianas es un paso importante para que la guerrilla entienda lo equivocado y estéril de su lucha, no pude evitar preguntarme: ¿Hemos llegado a tal grado de desesperanza para encontrar salidas hacia la vida, que nos consolamos celebrando la muerte?.  ¿Por más equivocados que estuvieran en sus objetivos y en sus métodos esos 22 o más colombianos que murieron en el bombardeo y en los combates que le siguieron, tenían menos valor que la de un animal, por más noble y útil que haya sido? ¿No se degrada la condición humana de esos combatientes equivocados cuando su vida importa mucho menos que la de una perra?.
Podría argumentarse entonces, que lo mismo hacía el mono Jojoy, cuando encerraba en jaulas protegidas con alambres de púas, como si fueran animales a los secuestrados, o cuando mandaba a fusilar sin inmutarse a decenas de hombres –muchos de sus mismas filas-, por simples sospechas o por su inevitable paranoia . A quienes así razonan, también cabe preguntarles, ¿Se trata de la aplicación de la Ley del Talión? ¿Acaso nuestras fuerzas militares, legítimamente constituidas, y comprometidas a acatar las normas del derecho internacional humanitario, pueden acudir a los mismos métodos degradantes de su oponente? El sentido común, me dice que no.
Por eso estoy totalmente de acuerdo con Claudia Ayola, una columnista de “opinión on line” de la revista Semana cuando escribe: “Lo que hoy es un éxito indiscutible por parte de las fuerzas militares, es un fracaso para Colombia como sociedad. Lo que es un acierto militar y un certero golpe en el corazón de las FARC, se configura en un testimonio doloroso de un país que por falta de vida, se conforma con la muerte. A la guerrilla colombiana ya nadie la quiere. No la quiero yo, y no creo ni siquiera que se quieran a sí mismos. No se quieren entre ellos y posiblemente ya no quieren el sueño que los mantiene en pie. Pero los colombianos debemos ser cuidadosos, mirarnos muy de cerca a nosotros mismos, para evitar terminar actuando bajo la misma lógica que legitiman los violentos”. Ojalá esta confrontación sin sentido culmine pronto. Y no por la vía del exterminio y humillación del otro, sino por el recurso que históricamente han utilizado las democracias de respeto: el diálogo.
Ojalá los señores de las FARC y del ELN entiendan que están totalmente de espaldas a los anhelos de todo un país y comiencen a hacer gestos unilaterales para recuperar el tiempo y las energías perdidas. Porque resulta inconcebible que después de todos los golpes acusados en varias operaciones de rescate del ejército, insistan en seguir privando de la libertad a humildes colombianos que ya han pagado una cuota demasiada alta a causa de su irracionalidad. Es hora, sin más excusas, dilaciones o condiciones, que le devuelvan a Johan Steven Martínez, el hijo del cabo Libio José Martínez, secuestrado hace 12 años, la alegría de vivir. A él y a un gran número de colombianos.
Pero también es la hora de  que todos los colombianos entendamos, sin excepción, que la mejor alternativa para construir un país del tamaño de nuestros sueños, desde luego, con nuestras naturales y necesarias diferencias, no es la muerte de unos pocos, sino la vida de todos.

[email protected]

Columnista
1 octubre, 2010

La alternativa es la vida

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Raúl Bermúdez Márquez

Por: Raúl Bermúdez Márquez Según el primer parte del ministro de Defensa colombiano, Rodrigo Rivera, anunciando la muerte en combate del Mono Jojoy y de 22 insurgentes más, lo único lamentable de la operación Sodoma, fue la muerte de la perrita labradora Sacha, entrenada en la detección de minas antipersonales. En su expresión me pareció […]


Por: Raúl Bermúdez Márquez

Según el primer parte del ministro de Defensa colombiano, Rodrigo Rivera, anunciando la muerte en combate del Mono Jojoy y de 22 insurgentes más, lo único lamentable de la operación Sodoma, fue la muerte de la perrita labradora Sacha, entrenada en la detección de minas antipersonales.
En su expresión me pareció adivinar cierto morbo, y a pesar de que no se discute que cada éxito militar de las fuerzas armadas colombianas es un paso importante para que la guerrilla entienda lo equivocado y estéril de su lucha, no pude evitar preguntarme: ¿Hemos llegado a tal grado de desesperanza para encontrar salidas hacia la vida, que nos consolamos celebrando la muerte?.  ¿Por más equivocados que estuvieran en sus objetivos y en sus métodos esos 22 o más colombianos que murieron en el bombardeo y en los combates que le siguieron, tenían menos valor que la de un animal, por más noble y útil que haya sido? ¿No se degrada la condición humana de esos combatientes equivocados cuando su vida importa mucho menos que la de una perra?.
Podría argumentarse entonces, que lo mismo hacía el mono Jojoy, cuando encerraba en jaulas protegidas con alambres de púas, como si fueran animales a los secuestrados, o cuando mandaba a fusilar sin inmutarse a decenas de hombres –muchos de sus mismas filas-, por simples sospechas o por su inevitable paranoia . A quienes así razonan, también cabe preguntarles, ¿Se trata de la aplicación de la Ley del Talión? ¿Acaso nuestras fuerzas militares, legítimamente constituidas, y comprometidas a acatar las normas del derecho internacional humanitario, pueden acudir a los mismos métodos degradantes de su oponente? El sentido común, me dice que no.
Por eso estoy totalmente de acuerdo con Claudia Ayola, una columnista de “opinión on line” de la revista Semana cuando escribe: “Lo que hoy es un éxito indiscutible por parte de las fuerzas militares, es un fracaso para Colombia como sociedad. Lo que es un acierto militar y un certero golpe en el corazón de las FARC, se configura en un testimonio doloroso de un país que por falta de vida, se conforma con la muerte. A la guerrilla colombiana ya nadie la quiere. No la quiero yo, y no creo ni siquiera que se quieran a sí mismos. No se quieren entre ellos y posiblemente ya no quieren el sueño que los mantiene en pie. Pero los colombianos debemos ser cuidadosos, mirarnos muy de cerca a nosotros mismos, para evitar terminar actuando bajo la misma lógica que legitiman los violentos”. Ojalá esta confrontación sin sentido culmine pronto. Y no por la vía del exterminio y humillación del otro, sino por el recurso que históricamente han utilizado las democracias de respeto: el diálogo.
Ojalá los señores de las FARC y del ELN entiendan que están totalmente de espaldas a los anhelos de todo un país y comiencen a hacer gestos unilaterales para recuperar el tiempo y las energías perdidas. Porque resulta inconcebible que después de todos los golpes acusados en varias operaciones de rescate del ejército, insistan en seguir privando de la libertad a humildes colombianos que ya han pagado una cuota demasiada alta a causa de su irracionalidad. Es hora, sin más excusas, dilaciones o condiciones, que le devuelvan a Johan Steven Martínez, el hijo del cabo Libio José Martínez, secuestrado hace 12 años, la alegría de vivir. A él y a un gran número de colombianos.
Pero también es la hora de  que todos los colombianos entendamos, sin excepción, que la mejor alternativa para construir un país del tamaño de nuestros sueños, desde luego, con nuestras naturales y necesarias diferencias, no es la muerte de unos pocos, sino la vida de todos.

[email protected]