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Columnista - 11 marzo, 2013

La alegría de leer

Todo fue alegría y emoción la tarde histórica del 8 de marzo. La orquesta no cesó de tocar nuestro Pilón carnavalero. Pero la nota más alta la dio un sordomudo cuando en la tarima escribió una breve carta que leyó su madre,

Por Rodolfo Quintero Romero

 

Bajo el marco de una tarde veranera y un ambiente de alegría y festejo en la plaza Alfonso López se celebró, este 8 de marzo, la graduación de las últimas setecientas cincuenta personas, de cinco mil trescientas, beneficiarias de la primera etapa del programa cubano “Yo, si puedo”, que impulsa la Alcaldía para erradicar el analfabetismo en Valledupar.

 

La gente llegó a expresar su felicidad, su emoción sin límites por un hecho concreto y tangible: haber aprendido a leer, escribir y realizar las operaciones aritméticas básicas. Nunca en esa Plaza se ha celebrado una fiesta por una razón más justa, humana, incluyente y democrática.

 

El setenta por ciento de todos los alfabetizados son mujeres trabajadoras y luchadoras, muchas de ellas víctimas de violencias de todo tipo, que no quieren flores ni piropos el día internacional de la mujer sino ver realizados sus derechos fundamentales, entre ellos, el derecho a la educación.

 

La economía tiene que tener un sentido moral decía Adam Smith, padre de la economía política. Es decir, tiene que estar al servicio de la gente y no la gente al servicio de la economía. No puede haber prosperidad, por ejemplo, mientras haya un sector de la población viviendo en el oscuro mundo del analfabetismo.

 

Un 12,5 por ciento de la población de Valledupar no sabe leer ni escribir; el promedio nacional es de 9,6. Estamos hablando de aproximadamente veinte mil vallenatos mayores de quince años. No deja uno de preguntarse: ¿Qué hicieron sus alcaldes en estos 46 años que tiene de ser capital de Departamento? De todo, menos invertir en los pobres.

 

La educación da autoestima, orgullo a las personas. Las hace sentir dignas; sobre todo en este siglo XXI del conocimiento y la información. Mantener una población iletrada es reducirla a la marginalidad y la exclusión. Mutilarla, quitarle oportunidades y negarle la libertad de recibir una buena educación, informarse y participar activamente en la vida social, política, económica y cultural de su comunidad.

 

No saldremos del atraso, no superaremos la pobreza, no acabaremos con el hambre mientras existan personas que no sepan leer y escribir. Un pueblo letrado puede conocer y reclamar sus derechos ciudadanos; tal vez por esta razón hay sectores interesados en que muchos se mantengan en la ignorancia.

 

Fredys Socarrás es el alcalde de todos los vallenatos pero ha comprendido que el presupuesto municipal debe enfocarse en los que más lo necesitan: la población en condiciones de mayor vulnerabilidad, los pobres de la tierra. Pavimentar calles y carreteras es bueno; el ladrillo y el concreto también; pero, más importante que el cemento es la gente. Su educación, su salud, recreación, seguridad y su dignidad.

 

Necesitamos que el gobernador Monsalvo haga lo mismo. No es posible que el Cesar tenga un 17 por ciento de analfabetas en su población adulta. Por favor, con dineros de las regalías alfabeticemos a los 85 mil cesarenses iletrados y libremos al Departamento de este cáncer del espíritu.

 

Todo fue alegría y emoción la tarde histórica del 8 de marzo. La orquesta no cesó de tocar nuestro Pilón carnavalero. Pero la nota más alta la dio un sordomudo cuando en la tarima escribió una breve carta que leyó su madre, también recién alfabetizada, emocionada ante el público.

 

 

Columnista
11 marzo, 2013

La alegría de leer

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Rodolfo Quintero Romero

Todo fue alegría y emoción la tarde histórica del 8 de marzo. La orquesta no cesó de tocar nuestro Pilón carnavalero. Pero la nota más alta la dio un sordomudo cuando en la tarima escribió una breve carta que leyó su madre,


Por Rodolfo Quintero Romero

 

Bajo el marco de una tarde veranera y un ambiente de alegría y festejo en la plaza Alfonso López se celebró, este 8 de marzo, la graduación de las últimas setecientas cincuenta personas, de cinco mil trescientas, beneficiarias de la primera etapa del programa cubano “Yo, si puedo”, que impulsa la Alcaldía para erradicar el analfabetismo en Valledupar.

 

La gente llegó a expresar su felicidad, su emoción sin límites por un hecho concreto y tangible: haber aprendido a leer, escribir y realizar las operaciones aritméticas básicas. Nunca en esa Plaza se ha celebrado una fiesta por una razón más justa, humana, incluyente y democrática.

 

El setenta por ciento de todos los alfabetizados son mujeres trabajadoras y luchadoras, muchas de ellas víctimas de violencias de todo tipo, que no quieren flores ni piropos el día internacional de la mujer sino ver realizados sus derechos fundamentales, entre ellos, el derecho a la educación.

 

La economía tiene que tener un sentido moral decía Adam Smith, padre de la economía política. Es decir, tiene que estar al servicio de la gente y no la gente al servicio de la economía. No puede haber prosperidad, por ejemplo, mientras haya un sector de la población viviendo en el oscuro mundo del analfabetismo.

 

Un 12,5 por ciento de la población de Valledupar no sabe leer ni escribir; el promedio nacional es de 9,6. Estamos hablando de aproximadamente veinte mil vallenatos mayores de quince años. No deja uno de preguntarse: ¿Qué hicieron sus alcaldes en estos 46 años que tiene de ser capital de Departamento? De todo, menos invertir en los pobres.

 

La educación da autoestima, orgullo a las personas. Las hace sentir dignas; sobre todo en este siglo XXI del conocimiento y la información. Mantener una población iletrada es reducirla a la marginalidad y la exclusión. Mutilarla, quitarle oportunidades y negarle la libertad de recibir una buena educación, informarse y participar activamente en la vida social, política, económica y cultural de su comunidad.

 

No saldremos del atraso, no superaremos la pobreza, no acabaremos con el hambre mientras existan personas que no sepan leer y escribir. Un pueblo letrado puede conocer y reclamar sus derechos ciudadanos; tal vez por esta razón hay sectores interesados en que muchos se mantengan en la ignorancia.

 

Fredys Socarrás es el alcalde de todos los vallenatos pero ha comprendido que el presupuesto municipal debe enfocarse en los que más lo necesitan: la población en condiciones de mayor vulnerabilidad, los pobres de la tierra. Pavimentar calles y carreteras es bueno; el ladrillo y el concreto también; pero, más importante que el cemento es la gente. Su educación, su salud, recreación, seguridad y su dignidad.

 

Necesitamos que el gobernador Monsalvo haga lo mismo. No es posible que el Cesar tenga un 17 por ciento de analfabetas en su población adulta. Por favor, con dineros de las regalías alfabeticemos a los 85 mil cesarenses iletrados y libremos al Departamento de este cáncer del espíritu.

 

Todo fue alegría y emoción la tarde histórica del 8 de marzo. La orquesta no cesó de tocar nuestro Pilón carnavalero. Pero la nota más alta la dio un sordomudo cuando en la tarima escribió una breve carta que leyó su madre, también recién alfabetizada, emocionada ante el público.