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General - 7 junio, 2019

“La agroindustria de la palma no pasa por un buen momento”: Fedepalma

Baja de precios internacionales, altos costos de producción, caída en rentabilidad y desorden en comercialización a causa de muchas políticas que regula el gobierno nacional son algunas situaciones que afrontan los palmicultores en la actualidad.

Situaciones a las que se ven enfrentados los palmicultores del país son expuestos por expertos en la 37 edición del Congreso Nacional de Cultivadores de Palma de Aceite. 

 Cortesía.
Situaciones a las que se ven enfrentados los palmicultores del país son expuestos por expertos en la 37 edición del Congreso Nacional de Cultivadores de Palma de Aceite. Cortesía.
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Debido a las políticas económicas que impactan en la comercialización de la palma de aceite en el ingreso a mercados internacionales, especialmente por la baja en los precios, la agroindustria de este sector no pasa por un buen momento. Así lo indicó el presidente de Fedepalma, Jens Mesa Dishington, en el marco del Congreso Nacional de Cultivadores de Palma de Aceite, que se desarrolla en Bogotá.

“La palma de aceite es un cultivo tropical que lleva desarrollándose en Colombia desde hace unas seis décadas. Hoy es uno de los renglones agroindustriales que más participación tiene en diversas regiones del país y de los pocos que muestra una dinámica de crecimiento importante dentro del agro colombiano, que se mueve o que ha tenido situaciones sumamente difíciles”, aseguró el líder gremial.

Dentro de su reflexión, además, Jens Mesa indicó que “aunque Colombia tiene una gran frontera agropecuaria, lastimosamente la mayoría está sin utilizar, en donde solo el 20 % de las tierras son para desarrollo agrícola. Lo curioso es que aunque esta actividad agrícola tiene un gran impacto, últimamente no ha atraído la inversión productiva necesaria porque no se cuenta con las condiciones para ello”.

Mesa Dishington asegura que dentro del escenario descrito esta agroindustria por muchos años se ha estado desarrollando con dificultades que en la actualidad se mantienen, estando principalmente en la baja de precios internacionales.

El presidente de Fedepalma, Jeans Mesa Dishington, presentó un panorama de cómo avanza el sector de palma de aceite en este primer semestre del año. Cortesía

LOS OTROS FACTORES

El presidente de Fedepalma apuntó que también los altos costos de producción, la caída en rentabilidad y el desorden en comercialización a causa de muchas políticas que regula el gobierno nacional y que no se han dado de la mejor manera también afectan al sector.

“Los sectores productivos reclamamos que en el país haya un buen ambiente de inversión. El campo colombiano lamentablemente no ha tenido recientemente las mejores condiciones y hemos visto acciones tributarias poco amigas para la inversión productiva, que es clave en el sector rural. A razón de esto, ha habido mucha incertidumbre sobre la estabilidad jurídica para la propiedad de la tierra, sumándose problemas de interpretaciones frente a algunas normas de tierra que han puesto en entre dicho la propiedad, lo que ha generado preocupación para los inversionistas. Todo esto impacta en que cada vez el campo se queda sin bienes como carreteras, vías y garantía social para las comunidades rurales, porque cada vez se hace más difícil trabajar en el campo”, acotó.

En lo que tiene que ver con la palma de aceite, fue puntual en que “ha habido muchas promesas incumplidas en lo que respecta a los biocombustibles para el tratamiento del producto. Colombia desarrolló, en la primera década de este ciclo, el programa biocombustible de etanol de la caña y el biodisel de palma. Con respecto a este último, se tenía la intención de llegar al 20 % de mezcla en todo el combustible de este tipo en el país y hoy en día vamos escasamente a la mitad, pese a las nefastas condiciones ambientales”.

REGIONES PRODUCTORAS

Actualmente en el país se desarrolla la palmicultura en 160 municipios de 21 departamentos, principalmente en Meta, Casanare, Llanos Orientales, Santander, Norte de Santander, Magdalena, Cesar, Bolívar y Nariño, en donde la palma se ha venido constituyendo como uno de los principales motores del sector rural.

“Un empleo formal en el campo colombiano es sumamente importante porque los indicadores de informalidad laboral en Colombia son sumamente altos ubicándose en un 85 %. Mientras que en el caso de palma la situación es la contraria, porque se genera entre un 82 % a 83 % de formalidad como fortaleza de una actividad empresarial a largo plazo. Hoy tenemos más de 5.000 productores vinculados a diversas alianzas en un modelo de negocios inclusivos que para el país es realmente importante”, señaló.

BONOS DE CARBONO

El líder de valor agregado de Fedepalma, Jaime Fernando Valencia, explicó pormenores de los bonos de carbono, que se le ha denominado a la mitigación de una tonelada de gases contaminantes, en este caso el CO2 o dióxido de Carbono.

“El mundo en general está al frente de decisiones que le van a permitir reducir el manejo que le estamos dando en estos momentos a los daños del medio ambiente. Los palmicultores hacemos aceite y para ello tenemos la posibilidad de mitigar los gases de efecto invernadero, o sea las emisiones que salen de las lagunas o de la utilización de la biomasa, de los subproductos que quedan del proceso (la tusa, la fibra, raquis, entre otros) y con ellos hacer algo que sea productivo para la empresa y que al mismo tiempo facilite que esa reducción de carbono y de gases efecto invernadero se reduzcan o se eliminen; es allí donde nosotros dentro de la palmicultura adquirimos la categoría de ser sostenibles, diferenciándonos de las otras palmiculturas de los demás países”, manifestó.

De acuerdo con Valencia, se tiene “la facilidad de mitigar los gases de efecto invernadero quemando la totalidad de nuestros subproductos para generar vapor y energía, que es favorable para el medio rural. Nosotros seremos sus aliados, generando empleo, condiciones aceptables y formales para el trabajo en el campo”.

Dio a conocer que el término de bonos de carbono se definió desde hace muchos años en Kioto, Japón, donde se dio la primera alarma porque se estaba afectando el medio ambiente y deteriorando la calidad del planeta. “Allí se dijo: Si usted hace una mitigación, bien sea quemándolo o generando energía eléctrica con esos gases efecto invernadero, por una tonelada le darían una certificación de carbono o de reducción de gases contaminantes o de emisiones, conocido como CRE (Certificación de Reducción de Emisiones) o bonos de carbono, puesto que reciben un dinero por haber hecho esta acción”, acotó.

Agregó además que “con esos gases que se colectan en una bolsa y no se deja que contaminen el ambiente se puede mover carros con biogas, que no proviene del petróleo, sino de unas fuentes renovables, que en este caso son los líquidos y la materia orgánica que se está descomponiendo, que son las llamadas energías renovables. En el caso nuestro no es una energía renovable como el agua, que es de una fuente convencional, sino que son fuentes no convencionales, que se introducen en la Ley 1715, que el gobierno favorece a quien las use para mitigar y para generar energía o para generar algo que no contamine y les entrega unos incentivos tributarios”.

Por: ANNELISE BARRIGA RAMÍREZ / EL PILÓN
[email protected]

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7 junio, 2019

“La agroindustria de la palma no pasa por un buen momento”: Fedepalma

Baja de precios internacionales, altos costos de producción, caída en rentabilidad y desorden en comercialización a causa de muchas políticas que regula el gobierno nacional son algunas situaciones que afrontan los palmicultores en la actualidad.


Situaciones a las que se ven enfrentados los palmicultores del país son expuestos por expertos en la 37 edición del Congreso Nacional de Cultivadores de Palma de Aceite. 

 Cortesía.
Situaciones a las que se ven enfrentados los palmicultores del país son expuestos por expertos en la 37 edición del Congreso Nacional de Cultivadores de Palma de Aceite. Cortesía.
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Debido a las políticas económicas que impactan en la comercialización de la palma de aceite en el ingreso a mercados internacionales, especialmente por la baja en los precios, la agroindustria de este sector no pasa por un buen momento. Así lo indicó el presidente de Fedepalma, Jens Mesa Dishington, en el marco del Congreso Nacional de Cultivadores de Palma de Aceite, que se desarrolla en Bogotá.

“La palma de aceite es un cultivo tropical que lleva desarrollándose en Colombia desde hace unas seis décadas. Hoy es uno de los renglones agroindustriales que más participación tiene en diversas regiones del país y de los pocos que muestra una dinámica de crecimiento importante dentro del agro colombiano, que se mueve o que ha tenido situaciones sumamente difíciles”, aseguró el líder gremial.

Dentro de su reflexión, además, Jens Mesa indicó que “aunque Colombia tiene una gran frontera agropecuaria, lastimosamente la mayoría está sin utilizar, en donde solo el 20 % de las tierras son para desarrollo agrícola. Lo curioso es que aunque esta actividad agrícola tiene un gran impacto, últimamente no ha atraído la inversión productiva necesaria porque no se cuenta con las condiciones para ello”.

Mesa Dishington asegura que dentro del escenario descrito esta agroindustria por muchos años se ha estado desarrollando con dificultades que en la actualidad se mantienen, estando principalmente en la baja de precios internacionales.

El presidente de Fedepalma, Jeans Mesa Dishington, presentó un panorama de cómo avanza el sector de palma de aceite en este primer semestre del año. Cortesía

LOS OTROS FACTORES

El presidente de Fedepalma apuntó que también los altos costos de producción, la caída en rentabilidad y el desorden en comercialización a causa de muchas políticas que regula el gobierno nacional y que no se han dado de la mejor manera también afectan al sector.

“Los sectores productivos reclamamos que en el país haya un buen ambiente de inversión. El campo colombiano lamentablemente no ha tenido recientemente las mejores condiciones y hemos visto acciones tributarias poco amigas para la inversión productiva, que es clave en el sector rural. A razón de esto, ha habido mucha incertidumbre sobre la estabilidad jurídica para la propiedad de la tierra, sumándose problemas de interpretaciones frente a algunas normas de tierra que han puesto en entre dicho la propiedad, lo que ha generado preocupación para los inversionistas. Todo esto impacta en que cada vez el campo se queda sin bienes como carreteras, vías y garantía social para las comunidades rurales, porque cada vez se hace más difícil trabajar en el campo”, acotó.

En lo que tiene que ver con la palma de aceite, fue puntual en que “ha habido muchas promesas incumplidas en lo que respecta a los biocombustibles para el tratamiento del producto. Colombia desarrolló, en la primera década de este ciclo, el programa biocombustible de etanol de la caña y el biodisel de palma. Con respecto a este último, se tenía la intención de llegar al 20 % de mezcla en todo el combustible de este tipo en el país y hoy en día vamos escasamente a la mitad, pese a las nefastas condiciones ambientales”.

REGIONES PRODUCTORAS

Actualmente en el país se desarrolla la palmicultura en 160 municipios de 21 departamentos, principalmente en Meta, Casanare, Llanos Orientales, Santander, Norte de Santander, Magdalena, Cesar, Bolívar y Nariño, en donde la palma se ha venido constituyendo como uno de los principales motores del sector rural.

“Un empleo formal en el campo colombiano es sumamente importante porque los indicadores de informalidad laboral en Colombia son sumamente altos ubicándose en un 85 %. Mientras que en el caso de palma la situación es la contraria, porque se genera entre un 82 % a 83 % de formalidad como fortaleza de una actividad empresarial a largo plazo. Hoy tenemos más de 5.000 productores vinculados a diversas alianzas en un modelo de negocios inclusivos que para el país es realmente importante”, señaló.

BONOS DE CARBONO

El líder de valor agregado de Fedepalma, Jaime Fernando Valencia, explicó pormenores de los bonos de carbono, que se le ha denominado a la mitigación de una tonelada de gases contaminantes, en este caso el CO2 o dióxido de Carbono.

“El mundo en general está al frente de decisiones que le van a permitir reducir el manejo que le estamos dando en estos momentos a los daños del medio ambiente. Los palmicultores hacemos aceite y para ello tenemos la posibilidad de mitigar los gases de efecto invernadero, o sea las emisiones que salen de las lagunas o de la utilización de la biomasa, de los subproductos que quedan del proceso (la tusa, la fibra, raquis, entre otros) y con ellos hacer algo que sea productivo para la empresa y que al mismo tiempo facilite que esa reducción de carbono y de gases efecto invernadero se reduzcan o se eliminen; es allí donde nosotros dentro de la palmicultura adquirimos la categoría de ser sostenibles, diferenciándonos de las otras palmiculturas de los demás países”, manifestó.

De acuerdo con Valencia, se tiene “la facilidad de mitigar los gases de efecto invernadero quemando la totalidad de nuestros subproductos para generar vapor y energía, que es favorable para el medio rural. Nosotros seremos sus aliados, generando empleo, condiciones aceptables y formales para el trabajo en el campo”.

Dio a conocer que el término de bonos de carbono se definió desde hace muchos años en Kioto, Japón, donde se dio la primera alarma porque se estaba afectando el medio ambiente y deteriorando la calidad del planeta. “Allí se dijo: Si usted hace una mitigación, bien sea quemándolo o generando energía eléctrica con esos gases efecto invernadero, por una tonelada le darían una certificación de carbono o de reducción de gases contaminantes o de emisiones, conocido como CRE (Certificación de Reducción de Emisiones) o bonos de carbono, puesto que reciben un dinero por haber hecho esta acción”, acotó.

Agregó además que “con esos gases que se colectan en una bolsa y no se deja que contaminen el ambiente se puede mover carros con biogas, que no proviene del petróleo, sino de unas fuentes renovables, que en este caso son los líquidos y la materia orgánica que se está descomponiendo, que son las llamadas energías renovables. En el caso nuestro no es una energía renovable como el agua, que es de una fuente convencional, sino que son fuentes no convencionales, que se introducen en la Ley 1715, que el gobierno favorece a quien las use para mitigar y para generar energía o para generar algo que no contamine y les entrega unos incentivos tributarios”.

Por: ANNELISE BARRIGA RAMÍREZ / EL PILÓN
[email protected]