Un hombre de campo con mil vivencias a sus 76 años, pero que aún no asimila lo logrado este 30 de abril en el Parque de la Leyenda Vallenata, donde el jurado calificador le dio el segundo lugar.
Era tan poderosa la letra del paseo de Julio Romo que, a pesar de las limitaciones de su agrupación, conformada por él y su hijo, llegó hasta la final de la categoría Canción Inédita del Festival de la Leyenda Vallenata.
Ante varios miles de espectadores, Julio alcanzó su consagración como compositor y acordeonero, porque su paseo ‘Soy campesino’, aunque no ganó, se convirtió en un himno para todos los que labran la tierra.
Julio tiene 76 años, con mil vivencias dibujadas en sus arrugas, pero aún no asimila lo logrado este 30 de abril en el Parque de la Leyenda Vallenata, donde el jurado calificador le dio el segundo lugar.
Nunca pasó desapercibido porque como pocos conmovió a los que lo escuchaban. Primero, en el coliseo de ferias, luego en la plaza Alfonso López y por último en el parque de la Leyenda. Lo aplaudían sin conocerlo. Por eso se habla de hazaña.
Mientras muchos participantes llevaban sus barras, la melancolía y nostalgia de su letra movía corazones y obligaba a aplaudirlo aunque su voz no fuera la más destacada.
Tanto como el justo ganador, el ingeniero Juan Pablo Marín, Julio merecía la corona, además de su letra, por lo que representa. Un campesino del corregimiento San Basilio, Magdalena, que cursó hasta tercero de primaria y como respuesta a la pobreza que lo agobió toda su vida le compuso una canción.
Una autobiografía que fue cantada junto a un viejo y gastado acordeón que lo ha acompañado durante 20 años y al que ya se le aflojaron algunos tornillos.
“Hay muchas veces que yo por el medio día paso con un pasaboca y ya te lo voy a explicar // Esto se debe por la mala situación, que no hay para tres comidas, paso con las dos no más // Un bollo de panela al medio día es mi cultivo, por la nochecita un poco de arroz con tinto//”.
Justo, esa última frase lo popularizó entre quienes lo escucharon: “El hombre del arroz con tinto”, le decían. “Estoy complacido con la gente que me aplaudió. La canción tuvo acogida, carajo, eso ha sido un éxito”, dijo Julio a EL PILÓN.
Llegar al Parque de la Leyenda y ser escuchado fue su victoria, por eso nunca tuvo miedo. Ya había ganado. “Este es el escenario más grande en el que me he subido. Es la cuna del vallenato, donde nació”, contó Julio Romo.
Por obvias limitaciones económicas no viajó toda la agrupación familiar, por eso, se apoyaron en los instrumentistas que aporta la Fundación del Festival.
En San Basilio ya era un hombre querido antes de este reconocimiento. Ahora es una figura pública. “Este es el hombre que a sus 76 años unió no solo a un pueblo, sino a una región en un mismo sentimiento. El hijo de campesinos. El que puso al Valle a cantar ‘Soy campesino’. Ojalá las generaciones venideras puedan conocer sobre tu hazaña Julio César Romo Mendoza”, escribió su sobrina María García Romo.
Victor Romo, uno de sus ocho hijos, fue el que lo convenció que participara en el Festival Vallenato. “Yo tengo un hijo, Víctor Hugo Romo. Se le metió la idea. Me dijo: ‘Esa canción está buena para un Festival, papá’. Yo le dije: ‘Sí, pero para un festival de acá, de pueblo. El Festival Vallenato no’. Pero mire, aquí estamos”, le dijo el compositor a EL PILÓN.
Sin querer, Julio Romo llegó a Valledupar y escribió su nombre en la historia del Festival Vallenato, donde solo están los mejores.
Por Deivis Caro
Un hombre de campo con mil vivencias a sus 76 años, pero que aún no asimila lo logrado este 30 de abril en el Parque de la Leyenda Vallenata, donde el jurado calificador le dio el segundo lugar.
Era tan poderosa la letra del paseo de Julio Romo que, a pesar de las limitaciones de su agrupación, conformada por él y su hijo, llegó hasta la final de la categoría Canción Inédita del Festival de la Leyenda Vallenata.
Ante varios miles de espectadores, Julio alcanzó su consagración como compositor y acordeonero, porque su paseo ‘Soy campesino’, aunque no ganó, se convirtió en un himno para todos los que labran la tierra.
Julio tiene 76 años, con mil vivencias dibujadas en sus arrugas, pero aún no asimila lo logrado este 30 de abril en el Parque de la Leyenda Vallenata, donde el jurado calificador le dio el segundo lugar.
Nunca pasó desapercibido porque como pocos conmovió a los que lo escuchaban. Primero, en el coliseo de ferias, luego en la plaza Alfonso López y por último en el parque de la Leyenda. Lo aplaudían sin conocerlo. Por eso se habla de hazaña.
Mientras muchos participantes llevaban sus barras, la melancolía y nostalgia de su letra movía corazones y obligaba a aplaudirlo aunque su voz no fuera la más destacada.
Tanto como el justo ganador, el ingeniero Juan Pablo Marín, Julio merecía la corona, además de su letra, por lo que representa. Un campesino del corregimiento San Basilio, Magdalena, que cursó hasta tercero de primaria y como respuesta a la pobreza que lo agobió toda su vida le compuso una canción.
Una autobiografía que fue cantada junto a un viejo y gastado acordeón que lo ha acompañado durante 20 años y al que ya se le aflojaron algunos tornillos.
“Hay muchas veces que yo por el medio día paso con un pasaboca y ya te lo voy a explicar // Esto se debe por la mala situación, que no hay para tres comidas, paso con las dos no más // Un bollo de panela al medio día es mi cultivo, por la nochecita un poco de arroz con tinto//”.
Justo, esa última frase lo popularizó entre quienes lo escucharon: “El hombre del arroz con tinto”, le decían. “Estoy complacido con la gente que me aplaudió. La canción tuvo acogida, carajo, eso ha sido un éxito”, dijo Julio a EL PILÓN.
Llegar al Parque de la Leyenda y ser escuchado fue su victoria, por eso nunca tuvo miedo. Ya había ganado. “Este es el escenario más grande en el que me he subido. Es la cuna del vallenato, donde nació”, contó Julio Romo.
Por obvias limitaciones económicas no viajó toda la agrupación familiar, por eso, se apoyaron en los instrumentistas que aporta la Fundación del Festival.
En San Basilio ya era un hombre querido antes de este reconocimiento. Ahora es una figura pública. “Este es el hombre que a sus 76 años unió no solo a un pueblo, sino a una región en un mismo sentimiento. El hijo de campesinos. El que puso al Valle a cantar ‘Soy campesino’. Ojalá las generaciones venideras puedan conocer sobre tu hazaña Julio César Romo Mendoza”, escribió su sobrina María García Romo.
Victor Romo, uno de sus ocho hijos, fue el que lo convenció que participara en el Festival Vallenato. “Yo tengo un hijo, Víctor Hugo Romo. Se le metió la idea. Me dijo: ‘Esa canción está buena para un Festival, papá’. Yo le dije: ‘Sí, pero para un festival de acá, de pueblo. El Festival Vallenato no’. Pero mire, aquí estamos”, le dijo el compositor a EL PILÓN.
Sin querer, Julio Romo llegó a Valledupar y escribió su nombre en la historia del Festival Vallenato, donde solo están los mejores.
Por Deivis Caro