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Columnista - 24 junio, 2017

Jugando al Miedo y el Odio

Jugando al Miedo y el Odio El miedo y el odio son los métodos elegidos por el Centro Democrático para generar indignación y alteración del ánimo de los habitantes de Colombia. La estrategia consiste en inocularlo y exacerbarlo hasta las últimas consecuencias, trasmitiéndolo rápidamente con el fin de hacer metástasis en una sociedad enferma y […]

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Jugando al Miedo y el Odio
El miedo y el odio son los métodos elegidos por el Centro Democrático para generar indignación y alteración del ánimo de los habitantes de Colombia. La estrategia consiste en inocularlo y exacerbarlo hasta las últimas consecuencias, trasmitiéndolo rápidamente con el fin de hacer metástasis en una sociedad enferma y débil, que desconoce la verdad y es esclava de la mentira.

El expresidente Álvaro Uribe Vélez, conjuga bipolaridad y mitomanía consciente, con sus dispositivos retóricos tiene el don de convencer incautos, incluso lanzando repetidamente argumentos inverosímiles procurando convalidación. El adiestramiento doctrinal es iterado literalmente por quienes juran defender la integridad de la patria. De la retahíla de acciones para generar miedo y odio se desprenden, poner en duda los fallos de la altas cortes, tratar de castrochavistas o mamertos a quienes consideren que el fin del conflicto es lo mejor para el país, afirmar que Colombia será como Venezuela, hacer trizas el acuerdo de paz, entrega del país a las Farc, auto envío de mensajes de whasaapp y pasearse por el mundo despotricando de Colombia.

Cada avance del Proceso de Paz genera en el expresidente Uribe un tufillo de contrariedad. La dejación de armas por ejemplo es una trampa alcahueteada por el comunista Juan Manuel Santos, y corroborada por la misión de la ONU. No pretendo desestimar las observaciones puntuales en torno al Proceso de Paz, (por ejemplo paz con impunidad), porque es un sano ejercicio democrático, no obstante, los atiendo con beneficio de inventario, pues el conflicto es la base política del expresidente Uribe. Tampoco se trata de intensificar el debate entre Santos y Uribe, es improductivo, no deja de ser una contienda política que desafecta los intereses superiores de la Nación. En este juego no podemos continuar los colombianos, profundizar la polarización en la etapa de implementación solo favorecería los intereses mezquinos de los gestores del odio y del miedo.

Cerca de 11 meses faltan para las elecciones presidenciales, los hechos sonoros de Odebrecht presagiaban que el proceso preelectoral pondría a la corrupción en el primer lugar del repertorio del debate, desplazando el dilema de negociar con la guerrilla o derrotarla militarmente. Este escenario se resiste a ser desplazado, renta votos, la implementación de los acuerdos extenderá la disputa presidencial como ocurre desde 1990.

La previa de las elecciones presidenciales de 2018, aproxima una campaña entre bandos y surgen las alianzas para encubrir el desprestigio individual. La recién escriturada alianza entre los expresidentes Uribe y Pastrana, relaciona los argumentos en contra del acuerdo de paz y describe las incoherencias entre lo que se piensa se dice y se hace. En 2011 Andrés Pastrana criticaba duramente el proceso de Uribe con los paramilitares. “La herencia que nos dejó el presidente Uribe son las ‘bacrim’ y Uribe llegó al poder en el 2002, gracias a su oposición al proceso de paz de Pastrana con las Farc.

Evitar el miedo y las redes del odio es una misión compleja para los colombianos. De una parte nos vaticinan un futuro oscuro en manos de los comunistas o castrochavistas, pero del otro, la continuidad de la elite dominante en nuestra historia republicana, en la que siguen prevaleciendo los políticos que siembran más miedo y los estrategas de las campañas que manipulan el odio.

 

Columnista
24 junio, 2017

Jugando al Miedo y el Odio

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Elquis Diaz

Jugando al Miedo y el Odio El miedo y el odio son los métodos elegidos por el Centro Democrático para generar indignación y alteración del ánimo de los habitantes de Colombia. La estrategia consiste en inocularlo y exacerbarlo hasta las últimas consecuencias, trasmitiéndolo rápidamente con el fin de hacer metástasis en una sociedad enferma y […]


Jugando al Miedo y el Odio
El miedo y el odio son los métodos elegidos por el Centro Democrático para generar indignación y alteración del ánimo de los habitantes de Colombia. La estrategia consiste en inocularlo y exacerbarlo hasta las últimas consecuencias, trasmitiéndolo rápidamente con el fin de hacer metástasis en una sociedad enferma y débil, que desconoce la verdad y es esclava de la mentira.

El expresidente Álvaro Uribe Vélez, conjuga bipolaridad y mitomanía consciente, con sus dispositivos retóricos tiene el don de convencer incautos, incluso lanzando repetidamente argumentos inverosímiles procurando convalidación. El adiestramiento doctrinal es iterado literalmente por quienes juran defender la integridad de la patria. De la retahíla de acciones para generar miedo y odio se desprenden, poner en duda los fallos de la altas cortes, tratar de castrochavistas o mamertos a quienes consideren que el fin del conflicto es lo mejor para el país, afirmar que Colombia será como Venezuela, hacer trizas el acuerdo de paz, entrega del país a las Farc, auto envío de mensajes de whasaapp y pasearse por el mundo despotricando de Colombia.

Cada avance del Proceso de Paz genera en el expresidente Uribe un tufillo de contrariedad. La dejación de armas por ejemplo es una trampa alcahueteada por el comunista Juan Manuel Santos, y corroborada por la misión de la ONU. No pretendo desestimar las observaciones puntuales en torno al Proceso de Paz, (por ejemplo paz con impunidad), porque es un sano ejercicio democrático, no obstante, los atiendo con beneficio de inventario, pues el conflicto es la base política del expresidente Uribe. Tampoco se trata de intensificar el debate entre Santos y Uribe, es improductivo, no deja de ser una contienda política que desafecta los intereses superiores de la Nación. En este juego no podemos continuar los colombianos, profundizar la polarización en la etapa de implementación solo favorecería los intereses mezquinos de los gestores del odio y del miedo.

Cerca de 11 meses faltan para las elecciones presidenciales, los hechos sonoros de Odebrecht presagiaban que el proceso preelectoral pondría a la corrupción en el primer lugar del repertorio del debate, desplazando el dilema de negociar con la guerrilla o derrotarla militarmente. Este escenario se resiste a ser desplazado, renta votos, la implementación de los acuerdos extenderá la disputa presidencial como ocurre desde 1990.

La previa de las elecciones presidenciales de 2018, aproxima una campaña entre bandos y surgen las alianzas para encubrir el desprestigio individual. La recién escriturada alianza entre los expresidentes Uribe y Pastrana, relaciona los argumentos en contra del acuerdo de paz y describe las incoherencias entre lo que se piensa se dice y se hace. En 2011 Andrés Pastrana criticaba duramente el proceso de Uribe con los paramilitares. “La herencia que nos dejó el presidente Uribe son las ‘bacrim’ y Uribe llegó al poder en el 2002, gracias a su oposición al proceso de paz de Pastrana con las Farc.

Evitar el miedo y las redes del odio es una misión compleja para los colombianos. De una parte nos vaticinan un futuro oscuro en manos de los comunistas o castrochavistas, pero del otro, la continuidad de la elite dominante en nuestra historia republicana, en la que siguen prevaleciendo los políticos que siembran más miedo y los estrategas de las campañas que manipulan el odio.