El periodista de Chimichagua Juan Rincón Vanegas, quien con frecuencia escribe para EL PILÓN historias derivadas del vallenato, hoy cuenta en esta entrevista por qué está ligado con este folclor, qué lo inspira con mucha frecuencia. Un reconocimiento a un periodista que escribe con pasión y desde el corazón cada crónica.
Cuando en 1986 le publicaron una historia en el diario El Espectador, titulada ‘Que no muera la tambora’, la cual fue ganadora en un concurso convocado por la misma casa editorial, se dio cuenta que su vida estaba ligada a las letras y a la magia macondiana que respiraba en su pueblo natal Chimichagua, a orillas de la Ciénaga de Zapatosa, a pesar de que hacía varios años venía escribiendo.
Juan Rincón Vanegas tuvo que aparecer con un seudónimo en el concurso ‘Espectadores 2000’, con nombre de mujer, para poder dar el gran salto al mundo del periodismo. Después de esa aparición en el diario capitalino, comenzó el largo camino en diferentes medios de comunicación y en el trabajo que ha desarrollado en más de una década en la oficina de prensa de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata, donde se mueve como pez en el agua.
‘Juancho’, como todos le dicen, no fue a la universidad, pero su pasión por el periodismo escrito lo han llevado a las páginas de medios nacionales y regionales. Su facilidad para escribir una crónica, aún del hecho más simple para otros, es una de sus fortalezas, quizás por eso no se acomodaba cuando en las salas de redacción por donde pasó le asignaban otras fuentes.
Es hijo de Oscar Emilio Rincón Márquez, de Convención, Norte de Santander, y Evelia María Vanegas Palomino, Chimichagua, Cesar. Criado por su abuela María Leona Palomino Méndez. Es padre de 10 hijos y abuelo de 12 nietos. Su cabeza es un baúl de historias, datos y anécdotas, que parece que no caben en su cuerpo delgado, parecido a don Quijote. Este es Juan Rincón Vanegas, el cronista.
Siempre las historias me han llamado la atención, pero tienen que cautivarme porque de lo contrario conmigo no se ganan ni una letra. Todo viene porque mi abuela María Leona Palomino Méndez, toda una leona, me enseñó a leer en la Biblia. Me cautivaron las historias y pienso que nadie le hizo una crónica a Lázaro cuando resucitó. Tantas cosas que tenía por contar, o cuando se abrió el mar rojo provocando la huida de los israelitas de Egipto. La multiplicación de los panes y los peces. A propósito de eso Javier Fernández Maestre, me bautizó como “Juan Rincrónica”.
¿Por qué su énfasis es el folclor vallenato, casi todas las historias escritas por usted, tienen relación con el vallenato?
El vallenato se quedó para siempre en mi alma por sus historias que son crónicas cantadas. Durante 38 años me he pasado escribiendo sobre ese tema, claro sin despegarme de esas historias pueblerinas que se asoman a la vera del camino como el paisano Daniel Palmera que tiene 67 años y se cree un santo. No ha tenido tocamiento con ninguna mujer, y ante la cercanía del fin del mundo dice que Dios le pondrá en la ciénaga de Zapatosa, el arca de Noé para que suba a los buenos.
¿En su paso por los medios no cubrió otras fuentes, judiciales o política, por ejemplo?
Sí. Me desempeñé en varias. Vine desde Chimichagua a cubrir la fuente política en El Diario del Caribe. También en El Diario Vallenato, La Revista Rumbera y EL PILÓN, donde escribía de todos los temas. Claro que me escapaba a buscar mis crónicas que nunca han faltado. Antes, había escrito en El Tiempo, El Espectador y Vanguardia Liberal.
En EL PILÓN lo hemos bautizado el biógrafo de ‘La Cacica’, ¿qué tanto la conoció?
Estuve muy cerca de ella conociendo su trabajo a favor del folclor vallenato, su rectitud y disciplina. La sigo admirando y no me canso de escribir crónicas sobre su vida y su obra. Ella me dejó escrito en una libreta el epitafio que está en su tumba. Al momento de saber de su muerte prometí escribirle crónicas y ya llevo 36. Y las que faltan con el favor de Dios. Precisamente, la más reciente es ‘La eterna máquina de escribir de Consuelo Araujonoguera’, con motivo del Día del Periodista.
¿Qué le enseñó Consuelo Araujonoguera en el ámbito periodístico?
Me enseñó muchas cosas, pero todo está resumido en la frase que me regaló: “Los que triunfan son personas ordinarias con una determinación extraordinaria”. Es mi carta de navegación en el periodismo y en mi vida personal.
Usted es un romántico empedernido, y a punta de frases bonitas conquistó a muchas mujeres, no ha pensado ¿escribir poesía?
Las mujeres son el encanto de la vida y el perfume del corazón. Ellas adornan hasta el pensamiento para que las palabras broten alegres. Sin ellas estaríamos condenados a morir sin soñar despiertos. Voy a la respuesta. Tengo una buena cantidad de poemas que se han quedado escondidos en el campo del sentimiento.
Juan Rincón Vanegas tiene 10 hijos, y 12 nietos, cómo hizo para criarlos y educarlos. ¿A punta de letras?
Sí. Cada tiempo tiene su momento y Dios me regaló mis hijos y mis nietos que son el sentido de mi vida, la fortaleza de mi alma y la crónica que nunca dejó de escribir porque aparecen sonrisas, miles de muchas gracias y esos abrazos que vienen arropados con lágrimas de felicidad.
¿Por qué dejó las salas de redacción, hace tiempo que no hace trabajo con ningún medio de comunicación?
Hace 12 años, estando trabajando en EL PILÓN, se me hizo el llamado para asumir una gran responsabilidad en el Festival de la Leyenda Vallenata y meterme de lleno entre acordeones, cajas, guacharacas, versos y cantos. En la jefatura de prensa he tenido el respaldo del presidente de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata Rodolfo Molina Araújo, de todos los miembros de la entidad, de mis compañeros, y de mis colegas. Vivo muy agradecido de todos.
Hoy trabaja en la Fundación FLV ¿es su sueño cumplido? o tiene más sueños por cumplir?
Cuando Consuelo Araujonoguera y mi comadre Lolita Acosta me invitaron a colaborar en la oficina de prensa, estaba de periodista de El Diario Vallenato, lo hice porque me gustaba el vallenato y quería estar muy cerca de los grandes protagonistas del folclor. En el 2006 me ofrecieron el cargo de Jefe de Prensa y se cumplió ese sueño de mi vieja Evelia María Vanegas, quien una mañana en su lecho de enferma me dijo que Dios me tenía para cosas grandes. Lástima que ella ni mi abuela, mis heroínas, no me vieron sonreír con ese triunfo, al que se le añaden Cinco Premios de Periodismo Sirena Vallenata y de la Universidad Autónoma del Caribe. Ellas partieron de la vida, pero desde el cielo sé que me aplauden. Un sueño que tengo es la publicación de mis libros de crónicas.
Sus crónicas las hemos publicado siempre en EL PILÓN, pero esas mismas las mandas a muchos medios, ¿quiénes le publican?
Me publican una cantidad de medios de comunicación de Colombia y el exterior que sería largo enumerar. Con todos los colegas estoy agradecido porque se encargan de difundir esas noticias y bellas historias del folclor vallenato que hago con mucho amor. Gracias al diario EL PILÓN que siempre confió en mi talento.
¿Cuál es la crónica de su vida?
Una que nunca he publicado y cuyos apartes son los siguientes: “Siempre supe que el alma de mi mamá nació antes, para amarme como lo hizo. Su manera de ser, caminaba a su lado y se notaba a leguas. Era la reina del trabajo cuando se sentaba por horas en su máquina de coser para que los pedazos de tela se unieran a través del hilo. Hacía colchas de retazos. Todavía retumba en mis oídos el sonido de aquella máquina donde mi vieja cosió mi futuro. Las lágrimas hoy son el premio a esa mujer que supo que un hijo es el mayor regalo de Dios”.
¿Cuál le falta por escribir?
En unas libretas tengo una cantidad de pedazos de historias por escribir y que van saliendo poco a poco. Incluso, hasta escribí mi epitafio para cuando llegue la hora de la partida, una realidad porque nadie nació para semilla. “Mi vida fue una crónica que dejé escrita en el alma de Chimichagua”…
Por Ana María Ferrer
El periodista de Chimichagua Juan Rincón Vanegas, quien con frecuencia escribe para EL PILÓN historias derivadas del vallenato, hoy cuenta en esta entrevista por qué está ligado con este folclor, qué lo inspira con mucha frecuencia. Un reconocimiento a un periodista que escribe con pasión y desde el corazón cada crónica.
Cuando en 1986 le publicaron una historia en el diario El Espectador, titulada ‘Que no muera la tambora’, la cual fue ganadora en un concurso convocado por la misma casa editorial, se dio cuenta que su vida estaba ligada a las letras y a la magia macondiana que respiraba en su pueblo natal Chimichagua, a orillas de la Ciénaga de Zapatosa, a pesar de que hacía varios años venía escribiendo.
Juan Rincón Vanegas tuvo que aparecer con un seudónimo en el concurso ‘Espectadores 2000’, con nombre de mujer, para poder dar el gran salto al mundo del periodismo. Después de esa aparición en el diario capitalino, comenzó el largo camino en diferentes medios de comunicación y en el trabajo que ha desarrollado en más de una década en la oficina de prensa de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata, donde se mueve como pez en el agua.
‘Juancho’, como todos le dicen, no fue a la universidad, pero su pasión por el periodismo escrito lo han llevado a las páginas de medios nacionales y regionales. Su facilidad para escribir una crónica, aún del hecho más simple para otros, es una de sus fortalezas, quizás por eso no se acomodaba cuando en las salas de redacción por donde pasó le asignaban otras fuentes.
Es hijo de Oscar Emilio Rincón Márquez, de Convención, Norte de Santander, y Evelia María Vanegas Palomino, Chimichagua, Cesar. Criado por su abuela María Leona Palomino Méndez. Es padre de 10 hijos y abuelo de 12 nietos. Su cabeza es un baúl de historias, datos y anécdotas, que parece que no caben en su cuerpo delgado, parecido a don Quijote. Este es Juan Rincón Vanegas, el cronista.
Siempre las historias me han llamado la atención, pero tienen que cautivarme porque de lo contrario conmigo no se ganan ni una letra. Todo viene porque mi abuela María Leona Palomino Méndez, toda una leona, me enseñó a leer en la Biblia. Me cautivaron las historias y pienso que nadie le hizo una crónica a Lázaro cuando resucitó. Tantas cosas que tenía por contar, o cuando se abrió el mar rojo provocando la huida de los israelitas de Egipto. La multiplicación de los panes y los peces. A propósito de eso Javier Fernández Maestre, me bautizó como “Juan Rincrónica”.
¿Por qué su énfasis es el folclor vallenato, casi todas las historias escritas por usted, tienen relación con el vallenato?
El vallenato se quedó para siempre en mi alma por sus historias que son crónicas cantadas. Durante 38 años me he pasado escribiendo sobre ese tema, claro sin despegarme de esas historias pueblerinas que se asoman a la vera del camino como el paisano Daniel Palmera que tiene 67 años y se cree un santo. No ha tenido tocamiento con ninguna mujer, y ante la cercanía del fin del mundo dice que Dios le pondrá en la ciénaga de Zapatosa, el arca de Noé para que suba a los buenos.
¿En su paso por los medios no cubrió otras fuentes, judiciales o política, por ejemplo?
Sí. Me desempeñé en varias. Vine desde Chimichagua a cubrir la fuente política en El Diario del Caribe. También en El Diario Vallenato, La Revista Rumbera y EL PILÓN, donde escribía de todos los temas. Claro que me escapaba a buscar mis crónicas que nunca han faltado. Antes, había escrito en El Tiempo, El Espectador y Vanguardia Liberal.
En EL PILÓN lo hemos bautizado el biógrafo de ‘La Cacica’, ¿qué tanto la conoció?
Estuve muy cerca de ella conociendo su trabajo a favor del folclor vallenato, su rectitud y disciplina. La sigo admirando y no me canso de escribir crónicas sobre su vida y su obra. Ella me dejó escrito en una libreta el epitafio que está en su tumba. Al momento de saber de su muerte prometí escribirle crónicas y ya llevo 36. Y las que faltan con el favor de Dios. Precisamente, la más reciente es ‘La eterna máquina de escribir de Consuelo Araujonoguera’, con motivo del Día del Periodista.
¿Qué le enseñó Consuelo Araujonoguera en el ámbito periodístico?
Me enseñó muchas cosas, pero todo está resumido en la frase que me regaló: “Los que triunfan son personas ordinarias con una determinación extraordinaria”. Es mi carta de navegación en el periodismo y en mi vida personal.
Usted es un romántico empedernido, y a punta de frases bonitas conquistó a muchas mujeres, no ha pensado ¿escribir poesía?
Las mujeres son el encanto de la vida y el perfume del corazón. Ellas adornan hasta el pensamiento para que las palabras broten alegres. Sin ellas estaríamos condenados a morir sin soñar despiertos. Voy a la respuesta. Tengo una buena cantidad de poemas que se han quedado escondidos en el campo del sentimiento.
Juan Rincón Vanegas tiene 10 hijos, y 12 nietos, cómo hizo para criarlos y educarlos. ¿A punta de letras?
Sí. Cada tiempo tiene su momento y Dios me regaló mis hijos y mis nietos que son el sentido de mi vida, la fortaleza de mi alma y la crónica que nunca dejó de escribir porque aparecen sonrisas, miles de muchas gracias y esos abrazos que vienen arropados con lágrimas de felicidad.
¿Por qué dejó las salas de redacción, hace tiempo que no hace trabajo con ningún medio de comunicación?
Hace 12 años, estando trabajando en EL PILÓN, se me hizo el llamado para asumir una gran responsabilidad en el Festival de la Leyenda Vallenata y meterme de lleno entre acordeones, cajas, guacharacas, versos y cantos. En la jefatura de prensa he tenido el respaldo del presidente de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata Rodolfo Molina Araújo, de todos los miembros de la entidad, de mis compañeros, y de mis colegas. Vivo muy agradecido de todos.
Hoy trabaja en la Fundación FLV ¿es su sueño cumplido? o tiene más sueños por cumplir?
Cuando Consuelo Araujonoguera y mi comadre Lolita Acosta me invitaron a colaborar en la oficina de prensa, estaba de periodista de El Diario Vallenato, lo hice porque me gustaba el vallenato y quería estar muy cerca de los grandes protagonistas del folclor. En el 2006 me ofrecieron el cargo de Jefe de Prensa y se cumplió ese sueño de mi vieja Evelia María Vanegas, quien una mañana en su lecho de enferma me dijo que Dios me tenía para cosas grandes. Lástima que ella ni mi abuela, mis heroínas, no me vieron sonreír con ese triunfo, al que se le añaden Cinco Premios de Periodismo Sirena Vallenata y de la Universidad Autónoma del Caribe. Ellas partieron de la vida, pero desde el cielo sé que me aplauden. Un sueño que tengo es la publicación de mis libros de crónicas.
Sus crónicas las hemos publicado siempre en EL PILÓN, pero esas mismas las mandas a muchos medios, ¿quiénes le publican?
Me publican una cantidad de medios de comunicación de Colombia y el exterior que sería largo enumerar. Con todos los colegas estoy agradecido porque se encargan de difundir esas noticias y bellas historias del folclor vallenato que hago con mucho amor. Gracias al diario EL PILÓN que siempre confió en mi talento.
¿Cuál es la crónica de su vida?
Una que nunca he publicado y cuyos apartes son los siguientes: “Siempre supe que el alma de mi mamá nació antes, para amarme como lo hizo. Su manera de ser, caminaba a su lado y se notaba a leguas. Era la reina del trabajo cuando se sentaba por horas en su máquina de coser para que los pedazos de tela se unieran a través del hilo. Hacía colchas de retazos. Todavía retumba en mis oídos el sonido de aquella máquina donde mi vieja cosió mi futuro. Las lágrimas hoy son el premio a esa mujer que supo que un hijo es el mayor regalo de Dios”.
¿Cuál le falta por escribir?
En unas libretas tengo una cantidad de pedazos de historias por escribir y que van saliendo poco a poco. Incluso, hasta escribí mi epitafio para cuando llegue la hora de la partida, una realidad porque nadie nació para semilla. “Mi vida fue una crónica que dejé escrita en el alma de Chimichagua”…
Por Ana María Ferrer