Conocido como ‘Juancho’, Juan José García fue un enamorado de Valledupar, su gente, su música y sus gallos. Embajador del vallenato en la sabana, contribuyó a su reconocimiento en los altos círculos sociales de Cartagena y Bolívar.
Natal de las sabanas de Sucre, Juan José García Romero murió el pasado 2 de diciembre por el covid-19 a los 73 años. Recreamos su mundo al lado de grandes del folclor y de los gallos. El primero en recordarlo fue Darío Pavajeau, quien recuerda la pasión por los vallenatos y los gallos.
Con Juan José, ‘Juancho’, nos conocimos en Sincelejo, en el año 65, cuando viajamos desde Valledupar por la creación del departamento de Sucre ‘El negro’ Amarís, Eudardo Mattos, ‘El Turco’ Pavajeau y yo. Llevamos a ‘Colacho’ Mendoza y a Gustavo Gutiérrez, pero allá no les gustaba ni dejaban que se tocara acordeón en casas de los amigos, pero convencimos a Víctor Arzola, tío de Magaly, la enamorada de Eudard, y lo logramos en su casa. Los vallenatos nos interesamos por las mujeres sincelejanas y al día siguiente en la gallera apareció Juancho diciéndonos que podíamos enamorar a todas las mujeres excepto a la monita que se llamaba Piedad, que era la que a él le interesaba. Esa era su forma de ser.
A Valledupar trajo después a Toño Fernández y los famosos Gaiteros de San Jacinto para complacer a los vallenatos que habíamos estado allá; entonces él vivía o se movía allá en Ovejas, en la vieja región tabaquera, actividad de sus padres. Así de atento y amable fue. Era muy conocido por los sincelejanos.
La música sabanera le gustaba mucho menos que la vallenata, que era su preferida. Sin embargo, intentó con sus hijos desde muy temprano orientarlos por la música clásica y el piano, pero las clases llegaron hasta el día que Juan José, el hijo, le dijo “eso no me gusta a mí, lo que me gusta es ir a Arjona y oír a Poncho Zuleta cuando grita: ‘Juan José García y Paola’…, los hijos de Juancho García”.
Juancho gozaba como nadie las parrandas vallenatas. Siempre cantaba la canción ‘El gallo viejo’. Con los acordeoneros vallenatos que invitaba a Cartagena logró acoplar a músicos de la sabana, como Andrés Landero y Adolfo Pacheco en parrandas grandes que hacía en su casa. Estaban personajes de la ciudad y/o usualmente presidentes de la República como Gaviria y Santos, y nuestro querido Nobel, García Márquez. Por eso creo que Juancho fue un impulsor de la música vallenata, cuando en Cartagena tampoco era aceptada en esa época en altos círculos tradicionales.
Graciosa es la anécdota de Juancho como gallero, cuando después de perder en una temporada de gallos de manera estruendosa, decidió traer un cubano para que le dirigiera la cuerda de gallos Pedregal, que aún existe. Buscando todas las influencias para que el gobierno cubano permitiera viajar a Valledupar al cubano Juanito, el experto gallero, que sería la sensación. Hablaba muy ufanado del cubano que preparaba como nadie a los gallos para la próxima contienda y llegó a Valledupar muy entusiasmado pero los gallos volvieron a perder porque el gallero resultó tan bohemio y tomador de trago que desatendió sus tareas y, después, tuvo mucha dificultad para devolverlo a Cuba. Fue más fácil traerlo que devolverlo.
Este hecho que se convirtió en anécdota de parrandas sirvió de inspiración a Daniel Samper Pizano para su columna Postre de Notas, que con mucho humor propuso un contrato a la conocida firma de pollos Kokorico para se quedara con los gallos finos del Pedregal para consumo de sus restaurantes, de manera que Juancho compensara los gastos de traer al famoso Juanito.
El papá, un tío y hermanos venían todos los festivales a jugar gallos con su cuerda, razón que encontrara amigos galleros en la ciudad, quienes lo querían por su forma de ser, porque Juancho no peleaba, no discutía. Alvarito Orozco, Checho Castro, Chema Castro, mas joven, Tico Aroca, eran algunos de ellos.
No, Juancho iba a los gallos y parrandeaba como amante de la música vallenata. No hacía política electoral aquí.
Su esposa Piedad lo acompañaba siempre a todo excepto a la gallera porque “no acostumbramos llevar las señoras a las galleras”.
‘Colacho’ Mendoza, Alejo Durán, que no había venido a Valledupar, lo tenían allá en La Sabana. Vino al festival y solo conoció la ciudad en el año 1968. Muy cercanos también Luis Enrique Martínez, ‘Monche’ Vargas de San Jacinto, Adolfo Pacheco, a quien quiso mucho y le ayudó para que estudiara Derecho y luego le consiguió un puesto en la Secretaría de Tránsito. También Poncho Zuleta e Ivo Díaz.
De 12 años llevamos a Iván Zuleta a una fiesta a Cartagena, casi no conseguimos el permiso del papá, y allá fue una sensación, un espectáculo, como acordeonero y verseador.
Unas 50 veces entre viajes para parrandas y galleras. Una amistad de casi 60 años; es por lo que no cesan las llamadas de solidaridad por su inesperada partida que nos ha dolido mucho. Perder mis amigos es perder un pedacito de mi alma.
Adolfo Pacheco fue otro amigo de Juan José García Romero. También compartían el amor por la música de esta región.
“Me dolió la muerte de Colacho Mendoza porque lo quería, y es más lamentable su ausencia porque todavía a su edad de acordeonista estaba entero. Al lado de Ivo Díaz era lo mejor en parrandas vallenatas. Su personalidad y don de gentes me impresionaron cierta vez en casa de mi gran amigo Juancho García, quien a la sazón brindaba un agasajo al presidente César Gaviria y a varios personajes de la política.
Andrés Landero y yo nos ubicamos relegados en una sala de estudio a la espera de nuestra presentación. Colacho, al enterarse de nuestra situación, acudió en compañía de Darío Pavajeau y con la anuencia de Juancho nos hizo pasar a la sala de recepción y nos concedió la misma importancia social que ofrecen en el Valle de Upar a sus artistas, pero que todavía en esos tiempos no se les dispensaba a sus homólogos del Viejo Bolívar”.
Tomado de ‘El Colacho que conocí’, El Tiempo, 1 de febrero de 2004.
Ivo Díaz también lamentó la muerte de Juancho García Romero, el amigo cordial de las buenas parrandas. “Juan José García Romero, a quien llamamos cariñosamente Juancho, fue un hombre muy querido en toda la costa. Era de una familia que le gustaba mucho nuestro folclor y su familia venía mucho a Valledupar, sobre todo a las galleras y el festival vallenato. En las parrandas que hacían los amigos siempre era nuestro invitado. Era un defensor de nuestro folclor, de la música vallenata y de los compositores e intérpretes del departamento de Bolívar”, relata.
“Era un gran amigo de Adolfo Pacheco. Los gallos, la política y la parranda nos unieron durante mucho tiempo. Era gran amigo de Colacho Mendoza, Darío Pavajeau, Consuelo Araujonoguera. En toda esta tierra Juancho dejó muchos recuerdos. En su casa en Cartagena se hacían unas parrandas inolvidables y recuerdo que con Gabriel García Márquez, Colacho Mendoza, mi padre Leandro Díaz. Creo que todos los músicos grandes del vallenato fueron amigos de Juancho García, un hombre, un hermano querido por todos los músicos del vallenato.
Él cantaba la canción ‘El gallo viejo’, era una de sus canciones preferidas y cuando estábamos en las parrandas siempre lo ponían a cantar y se paraba”.
Julio Manzur recuerda la juventud junto a ‘Juancho’ en la tierra del Guatapurí y el río Cesar. “Lo había conocido bajo las ramas de los árboles del parque en Valledupar, asistiendo, creo, a la edición del primer Festival Vallenato en 1968. Ambos solteros, los dos jóvenes enamorados del vallenato y parranderos incansables. No se necesitaba mucho esfuerzo para arrancar de su garganta la risa varonil, espontánea y sonora a la que nos acostumbró, y menos esfuerzo se necesitaba aún para tomarnos los tragos con aquel incontable número de amigos comunes, no solo de Córdoba y Bolívar, sino de aquella tierra amable del Guatapurí y del río Cesar, que año tras año nos abría brazos y acordeones; tierra de los Escalona, Gutiérrez, Zuleta, Pavajeau, Cabello, Cotes, Oñate”, cuenta Julio Manzur. “El ajá compa con que cariñosamente me recibías en nuestros felices encuentros, ya no se escuchará en las fiestas del 20 de Enero, su otra pasión costumbrista”.
POR: REDACCIÓN/EL PILÓN.
Conocido como ‘Juancho’, Juan José García fue un enamorado de Valledupar, su gente, su música y sus gallos. Embajador del vallenato en la sabana, contribuyó a su reconocimiento en los altos círculos sociales de Cartagena y Bolívar.
Natal de las sabanas de Sucre, Juan José García Romero murió el pasado 2 de diciembre por el covid-19 a los 73 años. Recreamos su mundo al lado de grandes del folclor y de los gallos. El primero en recordarlo fue Darío Pavajeau, quien recuerda la pasión por los vallenatos y los gallos.
Con Juan José, ‘Juancho’, nos conocimos en Sincelejo, en el año 65, cuando viajamos desde Valledupar por la creación del departamento de Sucre ‘El negro’ Amarís, Eudardo Mattos, ‘El Turco’ Pavajeau y yo. Llevamos a ‘Colacho’ Mendoza y a Gustavo Gutiérrez, pero allá no les gustaba ni dejaban que se tocara acordeón en casas de los amigos, pero convencimos a Víctor Arzola, tío de Magaly, la enamorada de Eudard, y lo logramos en su casa. Los vallenatos nos interesamos por las mujeres sincelejanas y al día siguiente en la gallera apareció Juancho diciéndonos que podíamos enamorar a todas las mujeres excepto a la monita que se llamaba Piedad, que era la que a él le interesaba. Esa era su forma de ser.
A Valledupar trajo después a Toño Fernández y los famosos Gaiteros de San Jacinto para complacer a los vallenatos que habíamos estado allá; entonces él vivía o se movía allá en Ovejas, en la vieja región tabaquera, actividad de sus padres. Así de atento y amable fue. Era muy conocido por los sincelejanos.
La música sabanera le gustaba mucho menos que la vallenata, que era su preferida. Sin embargo, intentó con sus hijos desde muy temprano orientarlos por la música clásica y el piano, pero las clases llegaron hasta el día que Juan José, el hijo, le dijo “eso no me gusta a mí, lo que me gusta es ir a Arjona y oír a Poncho Zuleta cuando grita: ‘Juan José García y Paola’…, los hijos de Juancho García”.
Juancho gozaba como nadie las parrandas vallenatas. Siempre cantaba la canción ‘El gallo viejo’. Con los acordeoneros vallenatos que invitaba a Cartagena logró acoplar a músicos de la sabana, como Andrés Landero y Adolfo Pacheco en parrandas grandes que hacía en su casa. Estaban personajes de la ciudad y/o usualmente presidentes de la República como Gaviria y Santos, y nuestro querido Nobel, García Márquez. Por eso creo que Juancho fue un impulsor de la música vallenata, cuando en Cartagena tampoco era aceptada en esa época en altos círculos tradicionales.
Graciosa es la anécdota de Juancho como gallero, cuando después de perder en una temporada de gallos de manera estruendosa, decidió traer un cubano para que le dirigiera la cuerda de gallos Pedregal, que aún existe. Buscando todas las influencias para que el gobierno cubano permitiera viajar a Valledupar al cubano Juanito, el experto gallero, que sería la sensación. Hablaba muy ufanado del cubano que preparaba como nadie a los gallos para la próxima contienda y llegó a Valledupar muy entusiasmado pero los gallos volvieron a perder porque el gallero resultó tan bohemio y tomador de trago que desatendió sus tareas y, después, tuvo mucha dificultad para devolverlo a Cuba. Fue más fácil traerlo que devolverlo.
Este hecho que se convirtió en anécdota de parrandas sirvió de inspiración a Daniel Samper Pizano para su columna Postre de Notas, que con mucho humor propuso un contrato a la conocida firma de pollos Kokorico para se quedara con los gallos finos del Pedregal para consumo de sus restaurantes, de manera que Juancho compensara los gastos de traer al famoso Juanito.
El papá, un tío y hermanos venían todos los festivales a jugar gallos con su cuerda, razón que encontrara amigos galleros en la ciudad, quienes lo querían por su forma de ser, porque Juancho no peleaba, no discutía. Alvarito Orozco, Checho Castro, Chema Castro, mas joven, Tico Aroca, eran algunos de ellos.
No, Juancho iba a los gallos y parrandeaba como amante de la música vallenata. No hacía política electoral aquí.
Su esposa Piedad lo acompañaba siempre a todo excepto a la gallera porque “no acostumbramos llevar las señoras a las galleras”.
‘Colacho’ Mendoza, Alejo Durán, que no había venido a Valledupar, lo tenían allá en La Sabana. Vino al festival y solo conoció la ciudad en el año 1968. Muy cercanos también Luis Enrique Martínez, ‘Monche’ Vargas de San Jacinto, Adolfo Pacheco, a quien quiso mucho y le ayudó para que estudiara Derecho y luego le consiguió un puesto en la Secretaría de Tránsito. También Poncho Zuleta e Ivo Díaz.
De 12 años llevamos a Iván Zuleta a una fiesta a Cartagena, casi no conseguimos el permiso del papá, y allá fue una sensación, un espectáculo, como acordeonero y verseador.
Unas 50 veces entre viajes para parrandas y galleras. Una amistad de casi 60 años; es por lo que no cesan las llamadas de solidaridad por su inesperada partida que nos ha dolido mucho. Perder mis amigos es perder un pedacito de mi alma.
Adolfo Pacheco fue otro amigo de Juan José García Romero. También compartían el amor por la música de esta región.
“Me dolió la muerte de Colacho Mendoza porque lo quería, y es más lamentable su ausencia porque todavía a su edad de acordeonista estaba entero. Al lado de Ivo Díaz era lo mejor en parrandas vallenatas. Su personalidad y don de gentes me impresionaron cierta vez en casa de mi gran amigo Juancho García, quien a la sazón brindaba un agasajo al presidente César Gaviria y a varios personajes de la política.
Andrés Landero y yo nos ubicamos relegados en una sala de estudio a la espera de nuestra presentación. Colacho, al enterarse de nuestra situación, acudió en compañía de Darío Pavajeau y con la anuencia de Juancho nos hizo pasar a la sala de recepción y nos concedió la misma importancia social que ofrecen en el Valle de Upar a sus artistas, pero que todavía en esos tiempos no se les dispensaba a sus homólogos del Viejo Bolívar”.
Tomado de ‘El Colacho que conocí’, El Tiempo, 1 de febrero de 2004.
Ivo Díaz también lamentó la muerte de Juancho García Romero, el amigo cordial de las buenas parrandas. “Juan José García Romero, a quien llamamos cariñosamente Juancho, fue un hombre muy querido en toda la costa. Era de una familia que le gustaba mucho nuestro folclor y su familia venía mucho a Valledupar, sobre todo a las galleras y el festival vallenato. En las parrandas que hacían los amigos siempre era nuestro invitado. Era un defensor de nuestro folclor, de la música vallenata y de los compositores e intérpretes del departamento de Bolívar”, relata.
“Era un gran amigo de Adolfo Pacheco. Los gallos, la política y la parranda nos unieron durante mucho tiempo. Era gran amigo de Colacho Mendoza, Darío Pavajeau, Consuelo Araujonoguera. En toda esta tierra Juancho dejó muchos recuerdos. En su casa en Cartagena se hacían unas parrandas inolvidables y recuerdo que con Gabriel García Márquez, Colacho Mendoza, mi padre Leandro Díaz. Creo que todos los músicos grandes del vallenato fueron amigos de Juancho García, un hombre, un hermano querido por todos los músicos del vallenato.
Él cantaba la canción ‘El gallo viejo’, era una de sus canciones preferidas y cuando estábamos en las parrandas siempre lo ponían a cantar y se paraba”.
Julio Manzur recuerda la juventud junto a ‘Juancho’ en la tierra del Guatapurí y el río Cesar. “Lo había conocido bajo las ramas de los árboles del parque en Valledupar, asistiendo, creo, a la edición del primer Festival Vallenato en 1968. Ambos solteros, los dos jóvenes enamorados del vallenato y parranderos incansables. No se necesitaba mucho esfuerzo para arrancar de su garganta la risa varonil, espontánea y sonora a la que nos acostumbró, y menos esfuerzo se necesitaba aún para tomarnos los tragos con aquel incontable número de amigos comunes, no solo de Córdoba y Bolívar, sino de aquella tierra amable del Guatapurí y del río Cesar, que año tras año nos abría brazos y acordeones; tierra de los Escalona, Gutiérrez, Zuleta, Pavajeau, Cabello, Cotes, Oñate”, cuenta Julio Manzur. “El ajá compa con que cariñosamente me recibías en nuestros felices encuentros, ya no se escuchará en las fiestas del 20 de Enero, su otra pasión costumbrista”.
POR: REDACCIÓN/EL PILÓN.