Ya en noviembre de 2019 habían dado un campanazo. Y en estos últimos 15 días de protestas, y bloqueos, están más presentes. El ascenso de jóvenes a la calle, al parque, al escenario social y político del país. Es una masa de universitarios, de ninis, aquellos que ni estudian ni trabajan, pero también los hay […]
Ya en noviembre de 2019 habían dado un campanazo. Y en estos últimos 15 días de protestas, y bloqueos, están más presentes. El ascenso de jóvenes a la calle, al parque, al escenario social y político del país. Es una masa de universitarios, de ninis, aquellos que ni estudian ni trabajan, pero también los hay con desespero y rayando en el desmadrado vandalismo.
En la reciente encuesta realizada para la Universidad del Rosario y El Tiempo, de la firma Cifras&conceptos, hay elementos de interés: la gran mayoría de los jóvenes se ven representados en el paro, no les gusta el Gobierno nacional (tienen pésima opinión de la Presidencia y el Congreso); tampoco, aunque en menor medida, los locales, no creen en la Policía, creen por mitades en redes sociales y medios de comunicación independientes, pero se expresa las 2/3 parte en la primeras, les interesa mucho el empleo y la corrupción.
Según Cifras y Conceptos, de la muestra de jóvenes entre 18 y 32 años, de los que estima haya 4 millones, en 13 ciudades (en la costa solo Barranquilla, Cartagena y Montería) quieren votar masivamente para la presidencia y para el Congreso en 2022, pero casi la mitad, contrario a lo que se creía, se inclina por el centro. Del total de los encuestados, el 64 % se consideran políticamente de centro. El 48 % están trabajando y el 22 % estudia.
A la hora de votar dicen que el 41 % lo hará por un candidato del centro, un 25 % por la izquierda y un 5 % de derecha.
De las 2.556 encuestas realizadas el 12 de mayo se resaltan la evolución de las emociones y sentimientos. En una comparación con respecto a enero de 2020, se muestra cómo la alegría cambió diametralmente por la tristeza, hoy el 33 %, frente al 66 %; la ira hoy (27 %), el miedo (25 %).
Los jóvenes, al comparar las encuestas, cambiaron su sentimiento de las fuerzas militares y de Policía a niveles mínimos y la mitad considera a esta abusadora -estima el 64 % que el vandalismo lo hace la Policía encubierta-; dicen que se manifiestan contra la violencia (81 %) y solo el 55 % porque lo ha pedido el comité de paro.
Se deduce que los jóvenes que salieron masivamente en estas jornadas, a sabiendas de los riesgos del coronavirus, un 47 % más que los salidos en noviembre del 2019, encontraron en el conflicto con la Policía un motivo para mantenerse y persistir en la movilización.
La nueva generación de colombianos es más participativa en lo social y en lo político, censura tremendamente a la clase política y lo que representa ‘lo institucional’; probablemente la afectación de bienes públicos está asociado equivocadamente a la identificación de estos como lo oficial, lo feo, lo que hacen los políticos y no ellos. Por supuesto, a la primera oportunidad, como hemos visto, en que se les ofrece dirigirse a los gobernantes lo hacen de manera clara, directa, tan distinta del incienso del que constantemente respiran.
Aunque no fue materia de la medición comentada, sí de otros sondeos, hay solidaridad del resto de la población más adulta con su rebeldía, solo renuente a más bloqueos y paros: los colombianos han querido el paro pero quieren que se levante.
Ya en noviembre de 2019 habían dado un campanazo. Y en estos últimos 15 días de protestas, y bloqueos, están más presentes. El ascenso de jóvenes a la calle, al parque, al escenario social y político del país. Es una masa de universitarios, de ninis, aquellos que ni estudian ni trabajan, pero también los hay […]
Ya en noviembre de 2019 habían dado un campanazo. Y en estos últimos 15 días de protestas, y bloqueos, están más presentes. El ascenso de jóvenes a la calle, al parque, al escenario social y político del país. Es una masa de universitarios, de ninis, aquellos que ni estudian ni trabajan, pero también los hay con desespero y rayando en el desmadrado vandalismo.
En la reciente encuesta realizada para la Universidad del Rosario y El Tiempo, de la firma Cifras&conceptos, hay elementos de interés: la gran mayoría de los jóvenes se ven representados en el paro, no les gusta el Gobierno nacional (tienen pésima opinión de la Presidencia y el Congreso); tampoco, aunque en menor medida, los locales, no creen en la Policía, creen por mitades en redes sociales y medios de comunicación independientes, pero se expresa las 2/3 parte en la primeras, les interesa mucho el empleo y la corrupción.
Según Cifras y Conceptos, de la muestra de jóvenes entre 18 y 32 años, de los que estima haya 4 millones, en 13 ciudades (en la costa solo Barranquilla, Cartagena y Montería) quieren votar masivamente para la presidencia y para el Congreso en 2022, pero casi la mitad, contrario a lo que se creía, se inclina por el centro. Del total de los encuestados, el 64 % se consideran políticamente de centro. El 48 % están trabajando y el 22 % estudia.
A la hora de votar dicen que el 41 % lo hará por un candidato del centro, un 25 % por la izquierda y un 5 % de derecha.
De las 2.556 encuestas realizadas el 12 de mayo se resaltan la evolución de las emociones y sentimientos. En una comparación con respecto a enero de 2020, se muestra cómo la alegría cambió diametralmente por la tristeza, hoy el 33 %, frente al 66 %; la ira hoy (27 %), el miedo (25 %).
Los jóvenes, al comparar las encuestas, cambiaron su sentimiento de las fuerzas militares y de Policía a niveles mínimos y la mitad considera a esta abusadora -estima el 64 % que el vandalismo lo hace la Policía encubierta-; dicen que se manifiestan contra la violencia (81 %) y solo el 55 % porque lo ha pedido el comité de paro.
Se deduce que los jóvenes que salieron masivamente en estas jornadas, a sabiendas de los riesgos del coronavirus, un 47 % más que los salidos en noviembre del 2019, encontraron en el conflicto con la Policía un motivo para mantenerse y persistir en la movilización.
La nueva generación de colombianos es más participativa en lo social y en lo político, censura tremendamente a la clase política y lo que representa ‘lo institucional’; probablemente la afectación de bienes públicos está asociado equivocadamente a la identificación de estos como lo oficial, lo feo, lo que hacen los políticos y no ellos. Por supuesto, a la primera oportunidad, como hemos visto, en que se les ofrece dirigirse a los gobernantes lo hacen de manera clara, directa, tan distinta del incienso del que constantemente respiran.
Aunque no fue materia de la medición comentada, sí de otros sondeos, hay solidaridad del resto de la población más adulta con su rebeldía, solo renuente a más bloqueos y paros: los colombianos han querido el paro pero quieren que se levante.