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Editorial - 28 enero, 2025

José Dagoberto Poveda y la nostalgia por el campo del Cesar

Quienes ayer tomaron el uso de la palabra, compañeros de la actividad gremial y la agronomía de José Dagoberto Poveda, en su fúnebre y triste despedida en la Catedral del Eccehomo, evocaron con nostalgia la evolución no solo de la vida del finado sino de la agricultura del Cesar, desde aquellos tiempos hace algo más de 60 años, en 1964, en que Poveda llegó a Valledupar.

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Quienes ayer tomaron el uso de la palabra, compañeros de la actividad gremial y la agronomía de José Dagoberto Poveda, en su fúnebre y triste despedida en la Catedral del Eccehomo, evocaron con nostalgia la evolución no solo de la vida del finado sino de la agricultura del Cesar, desde aquellos tiempos hace algo más de 60 años, en 1964, en que Poveda llegó a Valledupar, Departamento del Magdalena, a aportar sus incipientes experiencias, sus conocimientos y estudios de agronomía a meterse en el corazón de la tierra que luego, a los tres años, se llamaría cesarense.

Sus aportes a los cultivos de ciclo corto que entonces hacían del campo del nuevo departamento un modelo a nivel nacional por la productividad y el coraje de gente venida de todas partes, como él que lo hacía de Cundinamarca, hicieron posible los episodios más trascendentales de la transformación de unas generaciones y la construcción, casi de la nada, de unas nuevas ciudades, con unos impresionantes crecimientos poblacionales.

Apenas se insinuaban los cultivos de tardío rendimiento, los de plantaciones como la palma.

El arroz del Cesar, el maíz y el sorgo, especialmente el algodón, despuntaban con fuerza e irradiaban riqueza, trabajo y la tierra se desbrozaba al ritmo de los buldóceres; lo que hoy, por el sorpresivo cambio de los tiempos y de los climas, es extraño, cuando vienen apareciendo compradores de tierras enmontadas, rastrojos y bosques sin tocar, para vender oxígeno, al agobiado planeta. Cómo cambian las cosas tal vez pensaban agrónomos, exalcaldes, dirigentes gremiales, el secretario de Agricultura y los exsecretarios presentes. Prácticamente tienden a desaparecer los mencionados cultivos semestrales y los insumos alimentarios provienen del interior o de otros países que alimentan el hambre de la Nación.

Poveda no solo se enamoró de la tierra, de su olor rural, sino de la ciudad, de la cultura y construyó, como tantos, una familia y una identidad cultural. Su familia recordó que quería morir en Valledupar y así fue.

Hoy que la ‘data’, la estadística y la recolección de datos es una carrera vital, he aquí un precursor de la información del gran potencial del campo del departamento. Con números y porcentajes, y un angustioso llamado porque los jóvenes ya no se interesan por la producción agropecuaria, ni quieren estudiar las carreras relacionadas…

Hace 12 años en entrevista dijo a EL PILÓN, sobre su preocupación porque los jóvenes no estudiaban carreras afines al sector agropecuario:

“… antes los profesionales salían y encontraban trabajo, porque había una demanda fuerte para los profesionales, para asistencia técnica, para asesores en casas comerciales, para las entidades como el ICA, Corpoica, pero todo eso se ha venido abajo debido a la disminución de las áreas de siembra de los principales cultivos, por ejemplo: el algodón la crisis del sector por lo menos afectó a 400 agrónomos tanto de asistencia técnica como de casas comerciales, lo mismo el arroz, la disminución de las áreas afectó la demanda de agrónomos; fuera de eso entidades como el ICA disminuyeron la planta de personal técnico (…) No hay un atractivo tan bien en cuanto al pago que se da para un profesional, hay profesionales que están con un millón de pesos con 1.200.000 pesos, porque todas estas empresas también han entrado en crisis, nosotros teníamos 125 mil hectáreas de algodón, había 250 agrónomos que atendían esas 125 mil hectáreas, ahora esto se redujo por ahí a 30, porque el área se bajó, se han perdido un millón de hectáreas de cultivos transitorios, eso equivale a haber perdido por lo menos 500 o 600 oportunidades laborales para agrónomos” .

Editorial
28 enero, 2025

José Dagoberto Poveda y la nostalgia por el campo del Cesar

Quienes ayer tomaron el uso de la palabra, compañeros de la actividad gremial y la agronomía de José Dagoberto Poveda, en su fúnebre y triste despedida en la Catedral del Eccehomo, evocaron con nostalgia la evolución no solo de la vida del finado sino de la agricultura del Cesar, desde aquellos tiempos hace algo más de 60 años, en 1964, en que Poveda llegó a Valledupar.


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Quienes ayer tomaron el uso de la palabra, compañeros de la actividad gremial y la agronomía de José Dagoberto Poveda, en su fúnebre y triste despedida en la Catedral del Eccehomo, evocaron con nostalgia la evolución no solo de la vida del finado sino de la agricultura del Cesar, desde aquellos tiempos hace algo más de 60 años, en 1964, en que Poveda llegó a Valledupar, Departamento del Magdalena, a aportar sus incipientes experiencias, sus conocimientos y estudios de agronomía a meterse en el corazón de la tierra que luego, a los tres años, se llamaría cesarense.

Sus aportes a los cultivos de ciclo corto que entonces hacían del campo del nuevo departamento un modelo a nivel nacional por la productividad y el coraje de gente venida de todas partes, como él que lo hacía de Cundinamarca, hicieron posible los episodios más trascendentales de la transformación de unas generaciones y la construcción, casi de la nada, de unas nuevas ciudades, con unos impresionantes crecimientos poblacionales.

Apenas se insinuaban los cultivos de tardío rendimiento, los de plantaciones como la palma.

El arroz del Cesar, el maíz y el sorgo, especialmente el algodón, despuntaban con fuerza e irradiaban riqueza, trabajo y la tierra se desbrozaba al ritmo de los buldóceres; lo que hoy, por el sorpresivo cambio de los tiempos y de los climas, es extraño, cuando vienen apareciendo compradores de tierras enmontadas, rastrojos y bosques sin tocar, para vender oxígeno, al agobiado planeta. Cómo cambian las cosas tal vez pensaban agrónomos, exalcaldes, dirigentes gremiales, el secretario de Agricultura y los exsecretarios presentes. Prácticamente tienden a desaparecer los mencionados cultivos semestrales y los insumos alimentarios provienen del interior o de otros países que alimentan el hambre de la Nación.

Poveda no solo se enamoró de la tierra, de su olor rural, sino de la ciudad, de la cultura y construyó, como tantos, una familia y una identidad cultural. Su familia recordó que quería morir en Valledupar y así fue.

Hoy que la ‘data’, la estadística y la recolección de datos es una carrera vital, he aquí un precursor de la información del gran potencial del campo del departamento. Con números y porcentajes, y un angustioso llamado porque los jóvenes ya no se interesan por la producción agropecuaria, ni quieren estudiar las carreras relacionadas…

Hace 12 años en entrevista dijo a EL PILÓN, sobre su preocupación porque los jóvenes no estudiaban carreras afines al sector agropecuario:

“… antes los profesionales salían y encontraban trabajo, porque había una demanda fuerte para los profesionales, para asistencia técnica, para asesores en casas comerciales, para las entidades como el ICA, Corpoica, pero todo eso se ha venido abajo debido a la disminución de las áreas de siembra de los principales cultivos, por ejemplo: el algodón la crisis del sector por lo menos afectó a 400 agrónomos tanto de asistencia técnica como de casas comerciales, lo mismo el arroz, la disminución de las áreas afectó la demanda de agrónomos; fuera de eso entidades como el ICA disminuyeron la planta de personal técnico (…) No hay un atractivo tan bien en cuanto al pago que se da para un profesional, hay profesionales que están con un millón de pesos con 1.200.000 pesos, porque todas estas empresas también han entrado en crisis, nosotros teníamos 125 mil hectáreas de algodón, había 250 agrónomos que atendían esas 125 mil hectáreas, ahora esto se redujo por ahí a 30, porque el área se bajó, se han perdido un millón de hectáreas de cultivos transitorios, eso equivale a haber perdido por lo menos 500 o 600 oportunidades laborales para agrónomos” .