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Columnista - 20 enero, 2015

Je ne suis pas Charlie. Je ne suis pas fondamentaliste

Los últimos sucesos que ha vivido Francia y que ahora tienen en riesgo la seguridad de Bélgica y del resto de Europa son reprochables, porque son consecuencia del grado de intolerancia y violencia con el que se comunican dos culturas o maneras de pensar diferentes. No tiene justificación alguna asesinar a personas en nombre de […]

Los últimos sucesos que ha vivido Francia y que ahora tienen en riesgo la seguridad de Bélgica y del resto de Europa son reprochables, porque son consecuencia del grado de intolerancia y violencia con el que se comunican dos culturas o maneras de pensar diferentes.

No tiene justificación alguna asesinar a personas en nombre de un Dios solo porque alguien irreverentemente decidió burlarse de sus creencias y pisotearlas bajo el imperio del derecho a la libertad de expresión que le concede la ley.

Las balas no pueden ser el argumento que trate de establecer justicia ante la actitud insistentemente provocadora de alguien que con violencia ideológica, verbal y gráfica irrespeta las creencias de los demás.

El islam profesa una religión de paz en la que su Dios establece un principio regulador de las cosas, pero cuando algunas personas confunden el verdadero mensaje del Corán y asumen la defensa de su religión, pareciera que negaran la acción de su Dios y ellos tuvieran que ayudarlo a que se haga justicia.
Charlie Hebdo, el semanario francés, suele hacer críticas mordaces contra todo sistema, pero parece agradarle más, burlarse de visiones de mundo o creencias distintas a las de ellos. Han publicado caricaturas violentamente irrespetuosas no solo sobre Mahoma, también han faltado al mundo cristiano, publicando imágenes obscenas de Dios, Jesús y el Espíritu Santo sodomizándose; no obstante, eso no es justificación para matarlos.

No todos los islámicos son fundamentalistas, ni violentos. Calificarlos de esa manera sería desequilibrado, pero también hay que aclarar que no todos los franceses son arrogantes, ni irrespetuosos, tampoco tienen culpa de lo que un semanario hace como para que se les condene a muerte.
Lo que si se vuelve urgente es que analicemos desde nuestra orilla, la necesidad de poner fin a los discursos que llevan igual carga de violencia cuando pisotean la forma de vivir y creer que sostienen a culturas como la islámica, tan mal presentadas al mundo por parte de occidente que se queja de su violencia, desconociendo que los mismos países occidentales, entre ellos muchos europeos y algunos americanos han violentado durante décadas su cultura, sus creencias, su economía, solo porque su forma de vivir tiene patrones distintos a los de occidente.

Se vuelve imperativo reflexionar sobre la libertad de expresión en estos tiempos donde se ha validado decir lo que se quiera, sin importar las consecuencias, lo que ha hecho que se pierda la responsabilidad en el comunicar.

¿Vale la pena, bajo el principio de la libertad de expresión, que un semanario diga lo que le da la gana, poniendo en riesgo la seguridad nacional de Francia y con ello la de Europa, mientras pisotea las creencias de otros que equivocadamente usan la religión y sus formas violentas para desbordar su inconformidad?

Por eso hoy decido expresar públicamente en rechazo a la violencia de ambos lados que: “Je ne suis pas Charlie Hebdo; Je ne suis pas fondamentaliste.”
@Oscararizadaza

Columnista
20 enero, 2015

Je ne suis pas Charlie. Je ne suis pas fondamentaliste

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Oscar Ariza Daza

Los últimos sucesos que ha vivido Francia y que ahora tienen en riesgo la seguridad de Bélgica y del resto de Europa son reprochables, porque son consecuencia del grado de intolerancia y violencia con el que se comunican dos culturas o maneras de pensar diferentes. No tiene justificación alguna asesinar a personas en nombre de […]


Los últimos sucesos que ha vivido Francia y que ahora tienen en riesgo la seguridad de Bélgica y del resto de Europa son reprochables, porque son consecuencia del grado de intolerancia y violencia con el que se comunican dos culturas o maneras de pensar diferentes.

No tiene justificación alguna asesinar a personas en nombre de un Dios solo porque alguien irreverentemente decidió burlarse de sus creencias y pisotearlas bajo el imperio del derecho a la libertad de expresión que le concede la ley.

Las balas no pueden ser el argumento que trate de establecer justicia ante la actitud insistentemente provocadora de alguien que con violencia ideológica, verbal y gráfica irrespeta las creencias de los demás.

El islam profesa una religión de paz en la que su Dios establece un principio regulador de las cosas, pero cuando algunas personas confunden el verdadero mensaje del Corán y asumen la defensa de su religión, pareciera que negaran la acción de su Dios y ellos tuvieran que ayudarlo a que se haga justicia.
Charlie Hebdo, el semanario francés, suele hacer críticas mordaces contra todo sistema, pero parece agradarle más, burlarse de visiones de mundo o creencias distintas a las de ellos. Han publicado caricaturas violentamente irrespetuosas no solo sobre Mahoma, también han faltado al mundo cristiano, publicando imágenes obscenas de Dios, Jesús y el Espíritu Santo sodomizándose; no obstante, eso no es justificación para matarlos.

No todos los islámicos son fundamentalistas, ni violentos. Calificarlos de esa manera sería desequilibrado, pero también hay que aclarar que no todos los franceses son arrogantes, ni irrespetuosos, tampoco tienen culpa de lo que un semanario hace como para que se les condene a muerte.
Lo que si se vuelve urgente es que analicemos desde nuestra orilla, la necesidad de poner fin a los discursos que llevan igual carga de violencia cuando pisotean la forma de vivir y creer que sostienen a culturas como la islámica, tan mal presentadas al mundo por parte de occidente que se queja de su violencia, desconociendo que los mismos países occidentales, entre ellos muchos europeos y algunos americanos han violentado durante décadas su cultura, sus creencias, su economía, solo porque su forma de vivir tiene patrones distintos a los de occidente.

Se vuelve imperativo reflexionar sobre la libertad de expresión en estos tiempos donde se ha validado decir lo que se quiera, sin importar las consecuencias, lo que ha hecho que se pierda la responsabilidad en el comunicar.

¿Vale la pena, bajo el principio de la libertad de expresión, que un semanario diga lo que le da la gana, poniendo en riesgo la seguridad nacional de Francia y con ello la de Europa, mientras pisotea las creencias de otros que equivocadamente usan la religión y sus formas violentas para desbordar su inconformidad?

Por eso hoy decido expresar públicamente en rechazo a la violencia de ambos lados que: “Je ne suis pas Charlie Hebdo; Je ne suis pas fondamentaliste.”
@Oscararizadaza