“No temáis, porque yo os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo…”: San Lucas 2,10. Inspirado en un reciente artículo del Rabino Benjamín Blech, y tomando literalmente algunos apartes, hago hoy esta reflexión sobre la conjunción de las celebraciones de Navidad y Januca. Lo que ocurrirá este año es bastante inusual, […]
“No temáis, porque yo os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo…”: San Lucas 2,10.
Inspirado en un reciente artículo del Rabino Benjamín Blech, y tomando literalmente algunos apartes, hago hoy esta reflexión sobre la conjunción de las celebraciones de Navidad y Januca.
Lo que ocurrirá este año es bastante inusual, y sólo ha ocurrido cuatro veces en los últimos cien años, ¿Acaso hay algún significado especial en este evento? ¿Podría haber un mensaje implícito en el hecho que dos de las religiones más importantes del mundo celebrarán sus tradiciones religiosas simultáneamente este año?
Los cristianos y los judíos compartiremos este año un momento importante para la reflexión espiritual, podríamos concentrarnos juntos en la amenaza contemporánea que ambos enfrentamos para nuestra supervivencia.
El milagro de Januca no se trata de una victoria militar. La batalla no fue entre ejércitos rivales que lucharon por territorio. Era una lucha entre dos ideologías en conflicto, un choque de culturas cuyo objetivo era nada más y nada menos que determinar la dirección de la civilización. ¿Acaso el mundo sería dominado por la perspectiva secular de los griegos, con su énfasis en el cuerpo y los placeres físicos, o el énfasis judío en la perfección espiritual y el alma se convertiría en la medida determinante de la raza humana?
Queridos amigos lectores: Los Macabeos hicieron mucho más que luchar por su propia libertad religiosa. La lucha no era sólo para que los judíos pudiesen reanudar el servicio en el Templo, para que se les permitiera observar Shabat, o para que pudieran circuncidar a sus hijos varones. Ellos lucharon para que el espíritu del helenismo no abrumara las verdades del judaísmo. Lucharon para que la voz del alma no fuese silenciada por aquellos cuyo deleite eran los gritos provenientes del anfiteatro olímpico.
Luchemos por salvaguardar nuestra fe cristiana. Luchemos por preservar nuestras tradiciones.
Luchemos por compartirle al mundo el mensaje de la navidad: “un niño nos ha nacido, hijo nos ha sido dado, y el principado está sobre sus hombros”. La navidad es el milagro de la respuesta del amor divino a la condición humana. Jesús nació durante la Fiesta de las Luces, en Januca. ¡Un doble milagro para celebrar y recordar este 24 de diciembre!
Lo que estaba en juego en la historia de Januca, era la supervivencia de la idea misma del sentido de misión y destino, del propósito para vivir. El judaísmo enseñó que el propósito de la vida es que la vida debe tener un propósito. El helenismo predicaba que la vida no tenía ningún sentido, así que lo único que quedaba para los seres humanos era comer, beber y pasarla bien, porque de todas formas la vida es corta y todos morirían algún día.
El aceite se convirtió en el símbolo del milagro de Januca, y tiene una característica única: No se mezcla con otros líquidos; no pierde su identidad. Así mismo, de cara a la asimilación no espiritual de estos tiempos, no perdamos nuestra identidad con Cristo. Tengamos un sentido de esperanza, de eternidad dentro de nosotros.
Los cristianos diferimos con los judíos en muchos puntos teológicos cruciales. No estamos de acuerdo en temas centrales, como la identidad de Dios y la venida del Mesías. Pero sí concordamos en que estamos comprometidos con la idea de eternidad, con vivir una vida con sentido y propósito.
Con un abrazo solidario de “Feliz Navidad” y de “Jaj sameaj shel Januca”, te invito a disfrutar el milagro de la continuidad de nuestro propósito en las manos del Señor.
Felices fiestas y abundantes bendiciones…
“No temáis, porque yo os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo…”: San Lucas 2,10. Inspirado en un reciente artículo del Rabino Benjamín Blech, y tomando literalmente algunos apartes, hago hoy esta reflexión sobre la conjunción de las celebraciones de Navidad y Januca. Lo que ocurrirá este año es bastante inusual, […]
“No temáis, porque yo os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo…”: San Lucas 2,10.
Inspirado en un reciente artículo del Rabino Benjamín Blech, y tomando literalmente algunos apartes, hago hoy esta reflexión sobre la conjunción de las celebraciones de Navidad y Januca.
Lo que ocurrirá este año es bastante inusual, y sólo ha ocurrido cuatro veces en los últimos cien años, ¿Acaso hay algún significado especial en este evento? ¿Podría haber un mensaje implícito en el hecho que dos de las religiones más importantes del mundo celebrarán sus tradiciones religiosas simultáneamente este año?
Los cristianos y los judíos compartiremos este año un momento importante para la reflexión espiritual, podríamos concentrarnos juntos en la amenaza contemporánea que ambos enfrentamos para nuestra supervivencia.
El milagro de Januca no se trata de una victoria militar. La batalla no fue entre ejércitos rivales que lucharon por territorio. Era una lucha entre dos ideologías en conflicto, un choque de culturas cuyo objetivo era nada más y nada menos que determinar la dirección de la civilización. ¿Acaso el mundo sería dominado por la perspectiva secular de los griegos, con su énfasis en el cuerpo y los placeres físicos, o el énfasis judío en la perfección espiritual y el alma se convertiría en la medida determinante de la raza humana?
Queridos amigos lectores: Los Macabeos hicieron mucho más que luchar por su propia libertad religiosa. La lucha no era sólo para que los judíos pudiesen reanudar el servicio en el Templo, para que se les permitiera observar Shabat, o para que pudieran circuncidar a sus hijos varones. Ellos lucharon para que el espíritu del helenismo no abrumara las verdades del judaísmo. Lucharon para que la voz del alma no fuese silenciada por aquellos cuyo deleite eran los gritos provenientes del anfiteatro olímpico.
Luchemos por salvaguardar nuestra fe cristiana. Luchemos por preservar nuestras tradiciones.
Luchemos por compartirle al mundo el mensaje de la navidad: “un niño nos ha nacido, hijo nos ha sido dado, y el principado está sobre sus hombros”. La navidad es el milagro de la respuesta del amor divino a la condición humana. Jesús nació durante la Fiesta de las Luces, en Januca. ¡Un doble milagro para celebrar y recordar este 24 de diciembre!
Lo que estaba en juego en la historia de Januca, era la supervivencia de la idea misma del sentido de misión y destino, del propósito para vivir. El judaísmo enseñó que el propósito de la vida es que la vida debe tener un propósito. El helenismo predicaba que la vida no tenía ningún sentido, así que lo único que quedaba para los seres humanos era comer, beber y pasarla bien, porque de todas formas la vida es corta y todos morirían algún día.
El aceite se convirtió en el símbolo del milagro de Januca, y tiene una característica única: No se mezcla con otros líquidos; no pierde su identidad. Así mismo, de cara a la asimilación no espiritual de estos tiempos, no perdamos nuestra identidad con Cristo. Tengamos un sentido de esperanza, de eternidad dentro de nosotros.
Los cristianos diferimos con los judíos en muchos puntos teológicos cruciales. No estamos de acuerdo en temas centrales, como la identidad de Dios y la venida del Mesías. Pero sí concordamos en que estamos comprometidos con la idea de eternidad, con vivir una vida con sentido y propósito.
Con un abrazo solidario de “Feliz Navidad” y de “Jaj sameaj shel Januca”, te invito a disfrutar el milagro de la continuidad de nuestro propósito en las manos del Señor.
Felices fiestas y abundantes bendiciones…