Sobre Iván Duque recaen constantemente interrogantes relacionadas con los desafíos de su gestión. Recién asume la presidencia de Colombia, siendo el más joven en los récords de ese país.
Sobre Iván Duque recaen constantemente interrogantes relacionadas con los desafíos de su gestión. Recién asume la presidencia de Colombia, siendo el más joven en los récords de ese país. Fue un senador que entró al Congreso en las listas de Alvaro Uribe y, conociendo el fuerte tutelaje que éste ejerce sobre sus huestes, no son pocos los que se preguntan cuál de los dos gobernará en definitiva.
En los últimos días el novel mandatario ha dado ciertas demostraciones que prefiguran el talante de su Administración, provocando que ahora los puntos focales sean otros. Anuncia que se retiran de Unasur al considerar que la organización se ha convertido en un “cómplice de la dictadura venezolana”. A propósito, ya había señalado que haría “respetar la Carta Democrática Interamericana” y al mismo tiempo denunciaría “en los foros multilaterales las dictaduras que pretenden doblegar a sus ciudadanos”.
En ese mismo sentido, pretende liderar una “respuesta multilateral” a través del Grupo de Lima, el conjunto de 12 países latinoamericanos que ha tomado medidas frente al régimen de Nicolás Maduro. El Ejecutivo propone insistir en el fortalecimiento de un fondo humanitario de emergencia y en la creación de un enviado especial ante la ONU que coordine las acciones de varios países, al tiempo que preparan una nueva política migratoria para afrontar “la crisis humanitaria con la llegada de migrantes de Venezuela”.
“La pobre implementación de los acuerdos con las Farc, el auge de los cultivos de coca y la mermelada en las relaciones con el Congreso proyectaron las principales sombras sobre el gobierno que termina”. Con este encabezado presenta la Revista Semana de Colombia su más reciente publicación, donde exhibe los “lunares del gobierno de Santos” con que Duque deberá lidiar.
Según el diario Aleteia, el nuevo gobierno colombiano planteó una ambiciosa agenda doméstica que incluye reactivar la economía, consolidar la paz y promover la justicia social. El éxito de ella dependerá de muchos factores, entre estos, la oposición liderada por Gustavo Petro, quien logró la más alta votación de la izquierda en la historia de Colombia. Un inédito apoyo popular que tendrá que ser contemplado por el nuevo presidente, pues una nueva realidad política que plantea el fuerte crecimiento electoral de la izquierda.
Según el mismo diario, Duque ha “picado adelante” y, en su primer día como presidente, presentó cuatro proyectos de ley o reforma constitucional, tres que retoman puntos de la Consulta Anticorrupción que han liderado figuras del Partido Verde y una reforma política que retoma los puntos centrales de la que se hundió el año pasado.
El analista Juan Bernardo Lewin lo plantea en estos términos: “El costo de hacerlo es que la reforma política puede alejar a los políticos tradicionales que hay en el Congreso y con los que se construyó la coalición legislativa que incluye a su partido, mientras los proyectos de la consulta se pueden leer como una forma de quitarle protagonismo a los opositores que llevan meses impulsándolos”.
A propósito de lo que está ocurriendo, Gustavo Petro en su cuenta de Twitter señaló en otras palabras que con eso podría perder apoyo en el Congreso que necesita para pasar adelante ésta y otras reformas, aunque coseche réditos en la opinión. Hay que tener en cuenta que esta es una reforma que todos anhelan, menos los políticos.
Duque ya ha dado pasos que lo alejan de los elencos tradicionales, ahora carga sobre sí la responsabilidad de acabar con la Colombia polarizada que dejaron ocho años de mandato del saliente presidente, Juan Manuel Santos y, más aún, lograr consensos alrededor de las reformas necesarias para el país. Para ello, según ha reportado El Espectador, ha emprendido la tarea de “tocar las puertas” de los políticos, reunirse con las bancadas del Congreso a fin de asegurarse una gobernabilidad sólida, especialmente, en el primer año de gobierno.
Según el exrepresentante y hoy senador Santiago Valencia, del Centro Democrático, la primera de sus metas es la reforma fiscal, pues es urgente alivianar la carga tributaria, aumentar el recargo e incentivar la empresa privada y la generación de empleo. La segunda es el espinoso asunto del Acuerdo de Paz y la conexidad del narcotráfico con el delito político.
Quienes miran lo que ocurre en Colombia con piquete político, más allá de promesas, anuncios y proyectos, piensan que la batalla de Álvaro Uribe contra Juan Manuel Santos continúa y ahora el forcejeo es por la definición de su legado. El gran desafío de Duque es empinarse por sobre esta puja y construirlo.
Sobre Iván Duque recaen constantemente interrogantes relacionadas con los desafíos de su gestión. Recién asume la presidencia de Colombia, siendo el más joven en los récords de ese país.
Sobre Iván Duque recaen constantemente interrogantes relacionadas con los desafíos de su gestión. Recién asume la presidencia de Colombia, siendo el más joven en los récords de ese país. Fue un senador que entró al Congreso en las listas de Alvaro Uribe y, conociendo el fuerte tutelaje que éste ejerce sobre sus huestes, no son pocos los que se preguntan cuál de los dos gobernará en definitiva.
En los últimos días el novel mandatario ha dado ciertas demostraciones que prefiguran el talante de su Administración, provocando que ahora los puntos focales sean otros. Anuncia que se retiran de Unasur al considerar que la organización se ha convertido en un “cómplice de la dictadura venezolana”. A propósito, ya había señalado que haría “respetar la Carta Democrática Interamericana” y al mismo tiempo denunciaría “en los foros multilaterales las dictaduras que pretenden doblegar a sus ciudadanos”.
En ese mismo sentido, pretende liderar una “respuesta multilateral” a través del Grupo de Lima, el conjunto de 12 países latinoamericanos que ha tomado medidas frente al régimen de Nicolás Maduro. El Ejecutivo propone insistir en el fortalecimiento de un fondo humanitario de emergencia y en la creación de un enviado especial ante la ONU que coordine las acciones de varios países, al tiempo que preparan una nueva política migratoria para afrontar “la crisis humanitaria con la llegada de migrantes de Venezuela”.
“La pobre implementación de los acuerdos con las Farc, el auge de los cultivos de coca y la mermelada en las relaciones con el Congreso proyectaron las principales sombras sobre el gobierno que termina”. Con este encabezado presenta la Revista Semana de Colombia su más reciente publicación, donde exhibe los “lunares del gobierno de Santos” con que Duque deberá lidiar.
Según el diario Aleteia, el nuevo gobierno colombiano planteó una ambiciosa agenda doméstica que incluye reactivar la economía, consolidar la paz y promover la justicia social. El éxito de ella dependerá de muchos factores, entre estos, la oposición liderada por Gustavo Petro, quien logró la más alta votación de la izquierda en la historia de Colombia. Un inédito apoyo popular que tendrá que ser contemplado por el nuevo presidente, pues una nueva realidad política que plantea el fuerte crecimiento electoral de la izquierda.
Según el mismo diario, Duque ha “picado adelante” y, en su primer día como presidente, presentó cuatro proyectos de ley o reforma constitucional, tres que retoman puntos de la Consulta Anticorrupción que han liderado figuras del Partido Verde y una reforma política que retoma los puntos centrales de la que se hundió el año pasado.
El analista Juan Bernardo Lewin lo plantea en estos términos: “El costo de hacerlo es que la reforma política puede alejar a los políticos tradicionales que hay en el Congreso y con los que se construyó la coalición legislativa que incluye a su partido, mientras los proyectos de la consulta se pueden leer como una forma de quitarle protagonismo a los opositores que llevan meses impulsándolos”.
A propósito de lo que está ocurriendo, Gustavo Petro en su cuenta de Twitter señaló en otras palabras que con eso podría perder apoyo en el Congreso que necesita para pasar adelante ésta y otras reformas, aunque coseche réditos en la opinión. Hay que tener en cuenta que esta es una reforma que todos anhelan, menos los políticos.
Duque ya ha dado pasos que lo alejan de los elencos tradicionales, ahora carga sobre sí la responsabilidad de acabar con la Colombia polarizada que dejaron ocho años de mandato del saliente presidente, Juan Manuel Santos y, más aún, lograr consensos alrededor de las reformas necesarias para el país. Para ello, según ha reportado El Espectador, ha emprendido la tarea de “tocar las puertas” de los políticos, reunirse con las bancadas del Congreso a fin de asegurarse una gobernabilidad sólida, especialmente, en el primer año de gobierno.
Según el exrepresentante y hoy senador Santiago Valencia, del Centro Democrático, la primera de sus metas es la reforma fiscal, pues es urgente alivianar la carga tributaria, aumentar el recargo e incentivar la empresa privada y la generación de empleo. La segunda es el espinoso asunto del Acuerdo de Paz y la conexidad del narcotráfico con el delito político.
Quienes miran lo que ocurre en Colombia con piquete político, más allá de promesas, anuncios y proyectos, piensan que la batalla de Álvaro Uribe contra Juan Manuel Santos continúa y ahora el forcejeo es por la definición de su legado. El gran desafío de Duque es empinarse por sobre esta puja y construirlo.