Esta semana se dará por fin, la tan anunciada intervención en el departamento de La Guajira por parte del Gobierno Nacional, un proceso que consiste en nombrar a un gerente, un alto funcionario que administre todo lo concerniente al departamento y al que las autoridades, desde el gobernador, deben rendirle cuentas, en este caso uno […]
Esta semana se dará por fin, la tan anunciada intervención en el departamento de La Guajira por parte del Gobierno Nacional, un proceso que consiste en nombrar a un gerente, un alto funcionario que administre todo lo concerniente al departamento y al que las autoridades, desde el gobernador, deben rendirle cuentas, en este caso uno que ha sido saqueado por su corrupta clase política, que desperdició la bonanza de las regalías, dejando al pueblo sumido en una profunda crisis.
La medida ha causado indignación en muchos sectores que todavía no reconocen el problema e insisten en seguir manejando los recursos de la misma manera, pensando más en intereses personales e ignorando las necesidades de la gente. Las potencialidades y riquezas naturales de La Guajira son indiscutibles y conocidas por todos, precisamente esta semana la prestigiosa revista estadounidense Vogue, publicó un listado de cinco sitios paradisiacos, recomendados para conocer en Colombia, fuera de Cartagena, dos de ellos están en La Guajira, Palomino y El Cabo de la Vela, una distinción que además de ser un orgullo, es también un gran reto, por la necesidad apremiante que tiene el departamento de apostarle al turismo, pero nunca se hacen las inversiones necesarias. Algo que contrasta con la crisis de los niños wayuu, quienes siguen muriendo de hambre, solo este año han muerto 28, sin contar los que no se han reportado en los últimos años que suman más de 5.000. La intervención es dolorosa y humilla al pueblo guajiro, triste que llegue un foráneo a nuestra a casa, a decirnos: ustedes no saben manejar los recursos y por eso es necesario intervenirlos, máxime cuando viene de un gobierno como el de Santos, en el que campea la corrupción y el desgreño administrativo, aunque el presidente se jacte de la tal “trasparencia” de su gobierno.
Esta medida nos iguala con el Chocó, inmerso en la misma crisis, con muchas riquezas en su territorio pero con una dirigencia corrupta. La clase política de La Guajira es la principal responsable y luego el olvido del Estado central que por años se ha lucrado de nuestros recursos y no ha retribuido este beneficio de forma equitativa. Llegó el momento de hacer un alto, ojalá este nuevo gerente no sea cuota de los Char o pertenezca a las esferas políticas del departamento, entonces el remedio sería peor que la enfermedad, un cambio para que robe otro.
Es necesario iniciar un plan ambicioso y estratégico que involucre ejes centrales de inversión, reorganizando el departamento por zonas de atención prioritaria; el turismo debe ser uno de ellos, lo mismo que la generación de energía eólica y solar como nueva apuesta; más compromiso de las multinacionales que explotan los recursos naturales; la ayuda humanitaria a los wayuu manejada desde el interior de la etnia con compromisos claros, sin afectar su cultura, pero organizada y sistemática; ajuste y reorganización de los planes de agua, la represa del Ranchería no puede seguir siendo objeto de caprichos y celos políticos, hay que invertir lo que hace falta para que funcione; masificación de la educación, para ello se necesita más cubrimiento y más capacitación de profesores.
Toca entender es esta intervención como una oportunidad para salir adelante, los guajiros se merecen una renovación política, esperemos que sea la ocasión para que surjan nuevos liderazgos que se apropien de la situación y ayuden a solucionar el caos, fomentado por una cultura de ilegalidad que no dejó nada positivo; de una vez por todas montarse en el bus del emprendimiento y el desarrollo.
Esta semana se dará por fin, la tan anunciada intervención en el departamento de La Guajira por parte del Gobierno Nacional, un proceso que consiste en nombrar a un gerente, un alto funcionario que administre todo lo concerniente al departamento y al que las autoridades, desde el gobernador, deben rendirle cuentas, en este caso uno […]
Esta semana se dará por fin, la tan anunciada intervención en el departamento de La Guajira por parte del Gobierno Nacional, un proceso que consiste en nombrar a un gerente, un alto funcionario que administre todo lo concerniente al departamento y al que las autoridades, desde el gobernador, deben rendirle cuentas, en este caso uno que ha sido saqueado por su corrupta clase política, que desperdició la bonanza de las regalías, dejando al pueblo sumido en una profunda crisis.
La medida ha causado indignación en muchos sectores que todavía no reconocen el problema e insisten en seguir manejando los recursos de la misma manera, pensando más en intereses personales e ignorando las necesidades de la gente. Las potencialidades y riquezas naturales de La Guajira son indiscutibles y conocidas por todos, precisamente esta semana la prestigiosa revista estadounidense Vogue, publicó un listado de cinco sitios paradisiacos, recomendados para conocer en Colombia, fuera de Cartagena, dos de ellos están en La Guajira, Palomino y El Cabo de la Vela, una distinción que además de ser un orgullo, es también un gran reto, por la necesidad apremiante que tiene el departamento de apostarle al turismo, pero nunca se hacen las inversiones necesarias. Algo que contrasta con la crisis de los niños wayuu, quienes siguen muriendo de hambre, solo este año han muerto 28, sin contar los que no se han reportado en los últimos años que suman más de 5.000. La intervención es dolorosa y humilla al pueblo guajiro, triste que llegue un foráneo a nuestra a casa, a decirnos: ustedes no saben manejar los recursos y por eso es necesario intervenirlos, máxime cuando viene de un gobierno como el de Santos, en el que campea la corrupción y el desgreño administrativo, aunque el presidente se jacte de la tal “trasparencia” de su gobierno.
Esta medida nos iguala con el Chocó, inmerso en la misma crisis, con muchas riquezas en su territorio pero con una dirigencia corrupta. La clase política de La Guajira es la principal responsable y luego el olvido del Estado central que por años se ha lucrado de nuestros recursos y no ha retribuido este beneficio de forma equitativa. Llegó el momento de hacer un alto, ojalá este nuevo gerente no sea cuota de los Char o pertenezca a las esferas políticas del departamento, entonces el remedio sería peor que la enfermedad, un cambio para que robe otro.
Es necesario iniciar un plan ambicioso y estratégico que involucre ejes centrales de inversión, reorganizando el departamento por zonas de atención prioritaria; el turismo debe ser uno de ellos, lo mismo que la generación de energía eólica y solar como nueva apuesta; más compromiso de las multinacionales que explotan los recursos naturales; la ayuda humanitaria a los wayuu manejada desde el interior de la etnia con compromisos claros, sin afectar su cultura, pero organizada y sistemática; ajuste y reorganización de los planes de agua, la represa del Ranchería no puede seguir siendo objeto de caprichos y celos políticos, hay que invertir lo que hace falta para que funcione; masificación de la educación, para ello se necesita más cubrimiento y más capacitación de profesores.
Toca entender es esta intervención como una oportunidad para salir adelante, los guajiros se merecen una renovación política, esperemos que sea la ocasión para que surjan nuevos liderazgos que se apropien de la situación y ayuden a solucionar el caos, fomentado por una cultura de ilegalidad que no dejó nada positivo; de una vez por todas montarse en el bus del emprendimiento y el desarrollo.