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Cada vez que aceptamos compartir nuestra ubicación sin saberlo, dejamos una huella digital que puede ser utilizada en nuestra contra.
Vivimos pegados al celular, su uso lo convertimos en una carrera contra reloj, y ahora Instagram nos trae otra “novedad“: un mapa para ver dónde andan nuestros amigos en tiempo real. Suena chévere, ¿no? Como para encontrarse más fácil o simplemente chismosear. Pero, detengámonos un poco. ¿Hemos pensado bien qué significa abrir esa puerta de nuestra privacidad de par en par?
La premisa es simple: Instagram ha implementado el “Mapa de amigos”, una herramienta que permite compartir nuestra ubicación exacta en tiempo real con nuestros seguidores. Similar al Snap Map de Snapchat, esta actualización transforma la sección de mensajes directos en una especie de GPS social, donde cada contacto —si así lo permite— aparece representado en un mapa digital que se actualiza cada vez que abre la app. La función viene desactivada por defecto, pero muchos usuarios han descubierto con alarma que en algunos casos aparece como activada, y que la interfaz resulta confusa.
Los expertos en ciberseguridad lo han dicho con claridad: esta función puede convertirse en un riesgo si no se usa con cautela. Aunque está pensada para facilitar encuentros sociales o eventos, también abre la puerta a que personas malintencionadas sigan tus movimientos, identifiquen rutinas y vulnerabilidades. En otras palabras, te expone. Como bien advierte la periodista María Camila Salas, esta “ventana” de conectividad puede convertirse en una puerta sin cerrojo. Uno de los principios más básicos en ciberseguridad es la gestión consciente del riesgo. La función del mapa puede ser útil en ciertos casos: empresas, marcas locales o activistas pueden encontrar en esta herramienta un medio estratégico.
La ciberseguridad no es una aplicación que se descarga, es una cultura que se construye. Cada vez que aceptamos compartir nuestra ubicación sin saberlo, dejamos una huella digital que puede ser utilizada en nuestra contra. En un entorno donde cada dato es potencialmente explotable, la protección de tu ubicación no es opcional, es una decisión estratégica. Porque en tiempos de vigilancia masiva, cuidar tu espacio no es paranoia, es supervivencia digital.
Lo importante es que sepas que esta opción existe y que tengas el control.
¿Qué hacer?
El verdadero desafío reside en cultivar una conciencia crítica sobre las herramientas que usamos, en leer más allá de los titulares brillantes. Este no es solo un asunto técnico: es cultural, es ético, y es político. ¿Queremos vivir en una sociedad donde todo puede ser visto, registrado y almacenado?
Alfredo Jones Sánchez – @alfredojonessan
Cada vez que aceptamos compartir nuestra ubicación sin saberlo, dejamos una huella digital que puede ser utilizada en nuestra contra.
Vivimos pegados al celular, su uso lo convertimos en una carrera contra reloj, y ahora Instagram nos trae otra “novedad“: un mapa para ver dónde andan nuestros amigos en tiempo real. Suena chévere, ¿no? Como para encontrarse más fácil o simplemente chismosear. Pero, detengámonos un poco. ¿Hemos pensado bien qué significa abrir esa puerta de nuestra privacidad de par en par?
La premisa es simple: Instagram ha implementado el “Mapa de amigos”, una herramienta que permite compartir nuestra ubicación exacta en tiempo real con nuestros seguidores. Similar al Snap Map de Snapchat, esta actualización transforma la sección de mensajes directos en una especie de GPS social, donde cada contacto —si así lo permite— aparece representado en un mapa digital que se actualiza cada vez que abre la app. La función viene desactivada por defecto, pero muchos usuarios han descubierto con alarma que en algunos casos aparece como activada, y que la interfaz resulta confusa.
Los expertos en ciberseguridad lo han dicho con claridad: esta función puede convertirse en un riesgo si no se usa con cautela. Aunque está pensada para facilitar encuentros sociales o eventos, también abre la puerta a que personas malintencionadas sigan tus movimientos, identifiquen rutinas y vulnerabilidades. En otras palabras, te expone. Como bien advierte la periodista María Camila Salas, esta “ventana” de conectividad puede convertirse en una puerta sin cerrojo. Uno de los principios más básicos en ciberseguridad es la gestión consciente del riesgo. La función del mapa puede ser útil en ciertos casos: empresas, marcas locales o activistas pueden encontrar en esta herramienta un medio estratégico.
La ciberseguridad no es una aplicación que se descarga, es una cultura que se construye. Cada vez que aceptamos compartir nuestra ubicación sin saberlo, dejamos una huella digital que puede ser utilizada en nuestra contra. En un entorno donde cada dato es potencialmente explotable, la protección de tu ubicación no es opcional, es una decisión estratégica. Porque en tiempos de vigilancia masiva, cuidar tu espacio no es paranoia, es supervivencia digital.
Lo importante es que sepas que esta opción existe y que tengas el control.
¿Qué hacer?
El verdadero desafío reside en cultivar una conciencia crítica sobre las herramientas que usamos, en leer más allá de los titulares brillantes. Este no es solo un asunto técnico: es cultural, es ético, y es político. ¿Queremos vivir en una sociedad donde todo puede ser visto, registrado y almacenado?
Alfredo Jones Sánchez – @alfredojonessan